Me inspiró este escrito un post de un supuesto leguleyo escrito en otro hilo, que ni de lejos quiero “entreverar” con este, pero que viene muy a cuento y que empareja conceptos que sin ser reales se dan por sabidos o por forzosamente válidos.
Hablo de la JUSTICIA, que nada tiene que ver con la opinión de las mayorías, las minorías o la norma de lo establecido por el tiempo o la costumbre popular. Los que se creen más listos que los demás, tratan de forzar la realidad de lo justo hacia una justicia creada por la costumbre o por el arraigo popular. Nada más lejos de lo justo y nada tan cercano a la imposición de una “corrección política” dictada por el predominio ideológico de moda en cada momento.
Lo sectario de lo injusto, obliga a quien de esta manera se conduce, a hacer tanto ruido como pueda para silenciar cualquier otro punto de vista que incomode el sometimiento popular a la inmoralidad y que de esta manera se convierta en ley lo que dicte la norma de comportamiento o la costumbre. Ocurre así y ha ocurrido a lo largo de la historia con el delito o con el comportamiento inmoral. El poderoso, que tiene los mecanismos para convertir en norma lo injusto o ilegal, no duda en aplicar este sistema pervertido para servirse del mismo en su beneficio y poder obtener réditos de lo inmoralmente legal. Los abusos impositivos son aberraciones morales que la costumbre y el silencio han convertido en ley. Los crímenes de estado, la intromisión en las vidas privadas por parte de los gobiernos, el reparto irregular de los bienes, el comportamiento de los medios (que ya comentamos aquí mismo) y otras muchas actuaciones que damos por buenas sin reflexionar sin son el resultado de la aplicación de la ley o del acatamiento de la costumbre.
Al grito de: ¡Hagamos de la costumbre ley! Los sectarios se han lanzado a una carrera desenfrenada para que parezca insensato buscar lo verdaderamente justo antes que lo “acostumbradamente justo”. Incluso los que se dicen expertos en leyes confunden, intencionadamente o no, los argumentos ideológicos con la legalidad invocando el beneficio de una supuesta mayoría, ciertamente muy ruidosa, por encima de la ética, la moral o la JUSTCIA.

Pd. Me dijo mi asesor que lo dijera.