El hecho de que Jesús lave los pies a sus discípulos es una tradición que proviene de Oriente y una muestra de humildad. Dicha labor la solían desempeñar los esclavos, quienes se encargaban de limpiar los pies a sus "amos" antes de las comidas. También constituye un signo de purificación ya que simboliza el bautismo de los apóstoles antes de la Última Cena; de hecho, el lebrillo parece evocar una pila bautismal...