Como ya sabes, soy católico, quizás a lo largo de mi vida (tampoco soy tan veterano) el tema de la Iglesia y la fe no ha tenido mucha relevancia, pero siendo realistas ha ido de menos a más (generalmente, el proceso es a la contra, se empieza fuerte y se va diluyendo la confianza -fe/Iglesia-, pues mi caso es al revés).
Por ello, y por haber vivido o sufrido experiencias de todo tipo (académicas, laborales, sociales, religiosas, etc.), yo me planteo (y llevo años haciéndolo) el ser sacerdote o no. Hará una década me acerqué para solicitar información de cómo era el plan de estudios, qué dinámica tenía, qué vida era... sin embargo, no me acabó de ilusionar y lo aparté.
Después de haber estudiado teología (no soy sacerdote), pues ya analizas el asunto desde otra perspectiva, ya sabes/conoces (no al 100%
cómo funciona la Iglesia, qué contiene el mundo de las creencias, tienes mayor comprensión de la fe y más trato con los demás (a nivel de Iglesia y fuera de ella), y tienes también experiencias de vida (soy soltero y no tengo "vocación" de formar una familia; he tenido mis parejas, mis relaciones sentimentales con otras chicas pero no es lo mío, no me encuentro realizado en la formalización de una pareja estable, lo que puede denominarse como matrimonio o figuras alternativas), y me lo estoy planteando nuevamente, el ser sacerdote.
No lo veo como una aspiración persona, sino mas bien como un servicio y como una ayuda a los demás. Quizás en eso ha influído mi trayectoria en Cáritas (estoy en varios proyectos de atención y acogida de inmigrantes y gente en condiciones de pobreza), y en ese "mundillo" me encuentro feliz.
Por supuesto que, también me plantea muchas dudas y también críticas porque también la Iglesia no es que sea el cúlmen de la perfección y más en estos tiempos (me encantaría que hubiera muchísimos cambios, pero en muchos aspectos, no sólo en la práctica de sacramentos, sino en el modus vivendi, etc.), pero gracias a que estudié teología también ya sé, en cierto sentido, lo que me espera (no al 100%, pero me hago una idea).
Pero es algo que me ilusiona, quizás mi ilusión me lleve no precisamente a verme en Roma, ni pretender llegar a ser obispo o tener un cargo, no va por ahí.
Yo que no soy materialista, que soy bastante práctico (tampoco soy perfecto ni mucho menos), pero en ese sentido diviso varias ventajas por mi forma de ser que me facilitarían el asunto; también tendré que limar las asperezas porque desventajas también tengo, porque no siempre lo que uno espera es lo que llega.
Y en la Iglesia, la máxima va más por la línea de aceptar las cosas como son que de esperar a lograr más. Hay que ser realista, y trabajar sobre el realismo del día a día para mejorar, y no esperar que cambie todo y frustrarse si eso no ocurre (la acción es importante en el cristianismo, es recorrer un camino... portar una buena noticia, y vivir, y no quedarse sólo en el individuo sino que hay que abrirlo a los demás, pero no con violencia; parece sencillo y todo, pero no lo es).
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Si tuviera un hijo que quisiera ser sacerdote o una hija que pretendiera ser monja, primero desearía que vivieran en el mundo, que tuvieran un oficio o una carrera, una experiencia de vida... y luego si quieren, pues como es su vida, que lo mediten, y en el ejercicio de su libertad... adelante.
Soy muy desconfiado de las decisiones que se realizan de manera rápida, abogo más por "las vocaciones tardías", y en ese sentido me parece más seguro que alguien con 30 o 40 años quiera ser sacerdote o monja (que ya ha podido experimentar qué es la vida, qué hay más allá de la protección de papá y mamá, etc.) que alguien con 18 años te lo plantee.
Es mi perspectiva, puedo estar equivocado.