Iniciado por
Pantera Negra
Nunca falta, cuando surge una persona a romper el "equilibrio" social, que se le llame mesiánica o dictador. A López Obrador, en su época de apogeo político, ese tipo de etiquetas le llovían por toda la cargada clasemediera.
Y es que es justamente la clase media, la que sostiene a la minoría enriquecida y explotadora; es la clase que amaina el ímpetu de los pobres, de los explotados llenos de indignación.
En una ocasión, caminando por las colonias Roma y Condesa, ensimismado en mis reflexiones mientras observaba todo en derredor; me di cuenta de esa verdad. De toda esa gente que a Priori le pondremos un 25% de la población, contra digamos un 3% de poderosos (económicamente, políticamente y en todas las areas de poder); dejando al restante 72% el peso de cargar con ese 28% parásito.
Esa clase media es dura de roer, necia en su fidelidad a los poderosos; engañada también en que ella es parte del poder. La componen para ser concisos, toda aquella gente que ostenta cargos de confianza, de mando, bien remunerados; cargos de supervisión y/o dirección, jefaturas, Etc. Profesionistas en puestos estratégicos (a conveniencia de los poderosos) y en fin, cosa de elucubrar.
El asunto es que el 72% no debe dejarse engañar por los antimesiánicos y antidictadores, en el concepto que ese 28% da al mesianismo y a la dictadura. El 72% debe discernir por sí mismo que es lo que conviene y lo que no, olvidando las etiquetas que los medios de comunicación masiva imponenen a las personas (medios en poder de los poderosos, con el ejercicio de los clasemedieros).
Así pues. volviendo al tema inicial, las leyes se escribieron para ser respetadas y ejecutadas. De una manera positiva y bienintencionada. Si yo fuera presidente haría respetar las leyes y punto.
No sería como ese 28% de humor raro, tal como lo escribió Sor Juana; los cuales faltos de consejo, ellos mismos empañan el espejo y sienten que no está claro.
Se dedican a poner "cocos", y luego se espantan con ellos. Escriben leyes que, si no se interpretan a su conveniencia, las desoyen y las pasan de largo; al fin y al cabo ellos son "la ley" y "la opinión".