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Tema: de mi relación con los automóviles...

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  1. #10
    Fecha de Ingreso
    03-enero-2012
    Ubicación
    Lleida (Segrià -Catalunya/UE-)
    Mensajes
    1.098

    Predeterminado yo...

    Yo estaba ATERRORIZADO.

    Pero, todavía no desesperado... Yo, ¡era aún un niño!, estaba convencido que los ruegos y las súplicas a las alturas SIEMPRE eran atentidas si quien las hacía no se había perdido ninguna misa, se había confesado sinceramente antes de comulgar y, cuando había recitado por la noche el "Jesusito de mi vida", lo había hecho totalmente en serio y no de corrido.

    Mais, el TERROR, a diferencia del miedo, no admite razones..; y, aunque aferrarme a mi esperanza como a un clavo ardiendo me evitaba aún el pánico desbocado, en modo alguno me permitía dormir de un tirón y menos encontrarle el gusto a la manzana de postre.

    Sí, sí, sí..; yo había visto que los otros lo hacían... Pero, para entonces, yo ya estaba total y absolutamente convencido que, ¡ay!, yo NO era como los otros.

    ¿Saben, mes amis/es?; en el internado había tres bicicletas que se guardaban en el establo. Dos de ellas, I remember.., en un armario empotrado cuya llave estaba siempre fuera de nuestro alcance: eran para uso exclusivo de los hermanos.

    La otra (una Batavus 1954) estaba en una estantería, cubierta por una así como lona caqui.

    En el establo, también, estaban Txokoa, un yegua camarguesa de color isabelino, un lucero en media luna en la frente y remolinos bayos en la cruz que, entonces, tendría doce años y, también, su potranca (cuyo padre era el camargués del internado de jesuitas cercano). El hermano que nos daba urbanidad, cada sábado por la mañana en mi curso, nos ponía en fila delante del establo, sacaba a Txokoa y, uno a uno, nos hacía montar, mantener el porte un ratico y hasta, si nos veía capaces, dar unos pasos con él sujetando las riendas. Yo, permítanme la flaqueza de decirlo.., era de los buenos; y, ¡qué contento me ponía con ello!, el hermano soltaba las riendas, me dejaba fuese al paso y hasta, poniéndome de ejemplo ante mis compañeros, permitía les demostrase la diferencia entre trote y galope.

    Cada sábado por la mañana yo esperaba que ¡la bicicleta cayese y fuese PISOTEADA al máximo por Txokoa! Incluso, debo confesarlo.., busqué la oportunidad de ayudar yo mismo (es decir, tirándola para que le fuese más fácil a Txokoa DESTROZARLA); pero, NUNCA la tuve.

    El hermano que nos daba gimnasia, Dios Nuestro Señor me perdone por lo que voy a decir.., merecía la condenación eterna. ¡Yo sólo buscaba los rincones cuando, prácticamente en pelotas, nos obligaba, en pleno invierno y allá en el norte de la piel de toro, a correr el obvio peligro de acabar en el cementerio por una gripe terminal! De nada valía, además, decirle que, un suponer.., uno prefería el ajedrez al balompié..; porque, indicaciones así te privaban de, al menos, ser portero y te condenaban a revolcarte en el fango una y otra vez y a perder el resuello como delantero.

    ¡No se podía contar con los otros hermanos, no..! Ellos, oigan.., ENCANTADOS de vernos, insisto, casi en pelotas, muertos de frío y, a la vez, sudando la gota gorda. Decían, el Eterno se lo haya disculpado.., no sé yo qué de orandum est ut sit mens sana in corpore sano y nos hacían ¡hasta fotografías! cuando, como micos, trepábamos, los que podían.., por lianas gélidas y saltábamos, los que no se tropezaban.., potros y vallas.

    Sólo, pues, podía contar yo con el Altísimo.

    Y, llegó el día.

    Fué HORRIBLE comprobar que la noche en vela recitando una y otra vez, entre lágrimas y pucheros, el Confiteor NO había bastado... La Batavus 1954 seguía allí. INTACTA.

    Contra las cuerdas, pues, olvide mi cuna y las exigencias de mi casta y me rebajé, humillándome al máximo sin parar cuenta de las RISOTADAS de mis compañeros...

    -"Por favor, por favor, por favor..; eso no..; por favor..."

    -"Va, va, va..; ¡debería darle vergüenza, caballerete!; ¿no ve CÓMO se carcajean de usted sus compañeros?"

    -"No me importa. Me lo merezco. ¿Ya no tengo que hacerlo?"

    -"Como tenga que decírselo de otra manera..."

    Fué TRÁGICO comprender que las nubes no se abrirían y un rayo lo FULMINARÍA y que yo.., que yo.., que yo...

    -"¡Por favor!, ¡NO suelte el sillín Su Caridad!; ¡por favor!"

    -"No lo soltaré. Deje ya de llorar como un bebé..."

    MINTIÓ. Soltó el sillín y yo no hice ni un metro montado en la Batavus 1954. El PÁNICO me poseyó cuando comprendí que me daría de morros en el suelo y CHiLLÉ como chillan los cobardes cuando caen a los abismos sin fondo visible.

    Aún resuenan en mi coco mis compañeros PARTIENDOSE el pecho de risa y NO se me han ido las caries de Su Caridad cuando, DESTORNILLÁNDOSE, pasaba de mostrarlas BURLÁNDOSE de mí una y otra vez.

    Sí: JAMÁS he vuelto a montar en una bicicleta.

    Siempre, en cualquier caso, a su disposición, damas y caballeros.

    Jaume de Ponts i Mateu
    Última edición por Jaume de Ponts i Mateu; 08-ene.-2012 a las 02:14

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