Iniciado por
Jaume de Ponts i Mateu
El maestro que llamamos Voltaire, en su lecho de agonía, CLAMABA porque se apresurase el sacerdote que había suplicado para confesarse.
Y, sumido en la patética DESESPERACIÓN, le imploraba a su sobrina rezase, rezase, rezase...
O quam cito transit gloria mundi; sí...
Siempre, en cualquier caso, a su disposición.
Jaume de Ponts i Mateu