La nada me acaricia y me seduce
terciopelo de soledades y silencios
abismos de quietudes eternas
desde donde los dolores y las vanidades emigran
hacia la corpórea realidad de mi presente
hacia allá iré algún día a reencontrarme con mi ausencia
abandonando todo lo que tengo,
dejando por el camino un reguero de alegrías y miserias:
despojos de mi vida
pero no ahora, no en este momento
otras manos me acarician
otros ojos me seducen.
La soledad eterna puede esperar.