"En cuanto al amor, ya no había que contar con él: yo era sin duda uno de los
últimos hombres de mi generación que se quería a sí mismo lo bastante poco
como para ser capaz de amar a otra persona, aunque sólo fuera así en raras
ocasiones, exactamente dos veces en mi vida. No había amor en la libertad
individual, en la independencia, era pura y simplemente mentira, y una de las
más burdas que se puedan imaginar: sólo hay amor en el deseo de
aniquilación, de fusión, de desaparición individual, en una especie, como se
decía antaño, de sentimiento oceánico, en algo que de todas maneras, al
menos en un futuro próximo, estaba condenado."
(La posibilidad de una isla. Michel Houellebecq)
"… a veces nos sucede eso con lo que se niega o se calla, con lo que se
guarda y se sepulta, va difuminándose sin remedio y llegamos a descreer que
en verdad existiera o se diera, tendemos a desconfiar increíblemente de
nuestras percepciones cuando ya son pasado y no se ven confirmadas ni
ratificadas desde fuera por nadie, renegamos de nuestra memoria a veces y
acabamos por contarnos inexactas versiones de lo que presenciamos, no
nos fiamos como testigos ni de nosotros mismos, sometemos todo a
traducciones, las hacemos de nuestros nítidos actos y no siempre son fieles,
para que así los actos empiecen a ser borrosos, y al final nos entregamos y
damos a la interpretación perpetua, hasta de lo que nos consta y sabemos a
ciencia cierta, y así lo hacemos flotar inestable, impreciso, y nada está nunca
fijado ni es definitivo nunca y todo nos baila hasta el fin de los días, quizá es
que no soportamos las certezas apenas, ni siquiera las que nos convienen y
reconfortan, no digamos las que nos desagradan o cuestionan, o duelen,
nadie quiere convertirse en eso, en su propio dolor y su lanza y su fiebre."
(Tu rostro mañana (1 Fiebre y lanza). Javier Marías)