El gobierno provisional poco a poco perdía la confianza de la gente, pues continuaba aferrado a seguir dentro de la guerra, mientras la ofensiva alemana encontraba cada vez menos resistencia. En septiembre, muy a prisa Lenin escribe El Estado y la revolución donde argumenta contra los anarquistas la necesidad de las estructuras del Estado para la transición al comunismo, y además expone la necesidad de tomar el poder e insta a su partido a hacerlo, sin embargo, su idea es rechazada pues se considera que no se tendría el apoyo popular suficiente.

Disfrazado de maquinista regresa a Petrogrado y logra convencer a sus camaradas de tomar el poder, y para el 26, en colaboración de Trotsky y Stalin, lo hicieron mediante la ocupación armada de oficinas de correos y telégrafos, estaciones de tren y las guarniciones del ejército. Entonces el gobierno de los soviets le traspasa el liderazgo del gobierno, luego Lenin reclama el cese inmediato de la Gran Guerra e hizo un llamamiento a las clases obreras de Europa para que instituyeran sus propios gobiernos socialistas. Se anunciaban las nuevas reformas: se transferiría la tierra a los campesinos, se implantaría el control obrero en fábricas, se concedería el derecho de autodeterminación, al igual que el de secesión a todos los pueblos no rusos, sin embargo, se amenazaba con duras represalias a quien se opusiera a la toma del poder.

Noviembre representó un revés, pues en las elecciones a la Asamblea Constituyente los bolcheviques pierden la votación, los socialistas revolucionarios los derrotan con un 40%, y por ello en diciembre publica su Tesis sobre la Asamblea Constituyente en Pravda donde es contundente “El estadio parlamentario ya ha sido superado. La sociedad está perfectamente de acuerdo con el poder… aceptar la Asamblea Constituyente, emanación de un conciencia social prerrevolucionaria, constituiría un retroceso histórico”[17], el 5 de enero 1918 se declara la disolución de la Asamblea, y aun cuando al día una manifestación de cincuenta mil personas habló a favor de ella, se les reprimió matando a una veintena.

En marzo se firma el Tratado de Brest – Litovsk donde se pacta un armisticio unilateral y la salida de Rusia del conflicto, una paz cara pues territorialmente se perdería Finlandia, Polonia, países bálticos y Ucrania. Y en abril el Consejo Económico Supremo lleva a cabo una dura política económica, denominada comunismo de guerra con el objetivo de mantener a las ciudades, y abastecer al Ejército Rojo de armamento y provisiones, para ello se incapacita a las empresas industriales y comerciales para realizar cualquier transacción, luego se prohíbe la transmisión de bienes por herencia, y la propiedad privada deja de existir. De esta forma el Estado pone bajo su tutela a la economía con las siguientes medidas: nacionalización de los medios de producción (excepto la tierra), nacionalización del comercio, planificación centralizada de la economía y supresión de la economía monetaria.

Pero el poder de Lenin se vio amenazado en 1919 por levantamientos que su brazo armado, Trotsky y su ejército rojo, reprime de forma enérgica y se enfrente al ejército blanco constituido por monarquistas y liberales opositores a los bolcheviques. E intenta agrupar a los marxistas afines para crear la III Internacional, también conocida como Komintern, donde se aleja de la II Internacional que critica sus métodos. A partir de ahí Lenin y los bolcheviques serán conocidos como comunistas. Poco a poco Trotsky consigue repeler al Ejército Blanco, y tras una ofensiva fallida en Polonia la política represiva de Lenin aumenta, los desertores son fusilados y se ubicaban bolcheviques leales en el ejército. Es en este marco, entre abril y mayo de 1920 con motivo del II Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en Moscú, Lenin elabora La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo.



El panfleto



La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo es escrito con dos fines básicos, como orientación a los partidos comunistas en sus estrategias, y realizar un análisis destacando los aciertos en la Revolución de 1917.

Uno de ellos es la disciplina de partido: “… la centralización incondicional y la disciplina más severa del proletariado constituyen una de las condiciones fundamentales de la victoria sobre la burguesía”[18], dirigida por un miembro de la elite intelectual, justificando así su mando, coordina al proletariado en alianza con los campesinos, siempre siendo los segundos únicamente “aliados”.

Considera los sucesos de 1905 como un “ensayo general”[19] sin el cual la victoria hubiera sido imposible y dentro de ese proceso, un factor sobre el cual gira la obra: “…porque desenmascararon sin piedad y expulsaron a los revolucionarios de palabra, obstinados en no comprender que es necesario replegarse…que es obligatorio aprender a actuar legalmente en los parlamentos más reaccionarios y en las organizaciones… por muy reaccionarias que sean”[20], es una exhorto hacia los revolucionarios a ser pragmáticos y ocupar todas las posibilidades a su alcance, sean legales o ilegales reconociendo “… la necesidad de tomar en cuenta con estricta objetividad las fuerzas de clase y sus relaciones mutuas antes de emprender cualquier acción política”, es decir, estudiando la realidad desde el materialismo histórico, de su visión la única óptica válida, para construir un partido que articule la pugna por el poder pues “… sin un partido que sepa pulsar el estado de ánimo de las masas e influir sobre él es imposible llevar a cabo con éxito esta lucha”[21], y por medio de éste influir en la masa y convencerla con argumentos de participar en la lucha política, pues prescindir de un partido político “equivale a desarmar por completo al proletariado en provecho de la burguesía”[22]

E increpa a los comunistas alemanes pues “han tomado su deseo, su actitud político – ideológica por una realidad objetiva”[23], es decir que su actividad parte de abstracciones no basadas en el estudio que se ha mencionado anteriormente, algo que Lenin considera muy peligroso. Y expone un ejemplo, menciona a quienes sostienen que el parlamento burgués es inútil por anacrónico, y por ello la lucha política por medio de él es estéril, sin embargo el autor contesta, no sin ironía: “Mientras no tengáis fuerza para disolver el parlamento burgués y cualquier otra institución reaccionaría, estáis obligados a actuar en el seno de dichas instituciones precisamente, por que hay todavía en ellas obreros idiotizados por el clero... De lo contrario corréis el riesgo de convertiros en simples charlatanes”[24], esa charlatanería es la imposibilidad de llevar a cabo lo que se enuncia en el discurso, a causa del voluntarismo despojado de cualquier capacidad o intención pragmática.

Evitando la pirotecnia verbal y aprovechando los recursos del sistema “… si el proletariado quiere vencer a la burguesía, debe formar sus “políticos de clase”, proletarios y de talla tal que no sean inferiores a los políticos burgueses”[25].

Si se cumple con lo anterior y las condiciones sociales políticas, económicas y sociales llegan a un punto crítico entonces la Revolución es posible: “Sólo cuando los “de abajo” no quieren y los “de arriba” no pueden seguir viviendo a la antigua, sólo entonces puede triunfar la revolución. En otras palabras… la revolución es imposible sin una crisis nacional general (que afecte a explotados y explotadores)”[26].