Balance historiográfico

Evidentemente la concepción de Lenin es la del materialismo histórico, con variantes importantes pero esencialmente “consistía en que las relaciones sociales se dividen en materiales e ideológicas. Las últimas sólo constituyen la superestructura de las primeras, las cuáles se van formando al margen de la voluntad y de la conciencia del hombre…”[27], es decir la cultura y el como el ser humano se relaciona con el mundo, por ejemplo la religión y el arte. Y considera que “Ápice de la superestructura, el Estado debe fatalmente reflejar y servir a los intereses materiales de la clase dominante, sin posibilidad de cambios mientras éste siga en el poder”[28], y considera que la clase apta para derribar a la burguesía es el proletariado, dirigido por una elite intelectual desde un partido político, es importante mencionar el centralismo y el consiguiente autoritarismo que enmarca su ideología, y esto se refleja en su concepción de la libertad: “La libertad no reside en la soñada independencia ante las leyes naturales, sino en el conocimiento de estas leyes y en la posibilidad, basada en dicho conocimiento, de hacerlas actuar de un modo planificado para fines determinados”[29].

Considera la historia por etapas, es decir, aquellas en las que el desarrollo económico define la evolución de una sociedad, ello es evidente en la discusión teórica que tuvo con los populistas rusos, quienes estaban a favor de la propiedad comunal en lugar del modelo capitalista: “Esta sustitución de la forma privada de apropiación por la forma comunal, exige evidentemente una transformación previa de la forma de producción, exige la fusión de los procesos diversos… en un solo proceso social de producción, exige, en una palabra, las condiciones materiales creadas por el capitalismo”[30], sin embargo considera que en el caso ruso se puede prescindir de la revolución burguesa, y pasar directamente a la revolución socialista por medio de un partido proletario, y considera en palabras de Stalin que la presencia “…de algunos países con un desarrollo industrial insuficiente no puede representar un obstáculo insuperable para la revolución…”[31], dicha revolución una vez alcanzado el poder utiliza al Estado para enfrentar los obstáculos que implica el cambio, y para que eventualmente el proletariado tome el poder, pero mientras tanto se utiliza para aplastar la resistencia de la burguesía, organizar a los trabajadores en torno al proletariado y armar al ejército para luchar contra los enemigos exteriores, siendo ante todo un proceso violento y en ello se diferencia de los socialistas utópicos y los anarquistas, pues considera al Estado como una herramienta útil aún después de la revolución.

Manuel Foyaca destaca “… la amoralidad que supone la subordinación de los medios al logro de los fines, reducidos a uno sólo: el triunfo de la revolución marxista” y con el pragmatismo de un jugador de ajedrez crea la teoría del “eslabón más débil”, que en el escenario internacional del Imperialismo, en medio de sus contradicciones, se rompe y debilita al sistema creando las posibilidades para la revolución socialista, lo cual se cumpliría en Rusia con sus peculiaridades.

Es importante mencionar el papel que asigna a los campesinos, pues el proletariado “Debe apoyar concretamente, los movimientos y las luchas de los campesinos, que contribuyan directa o indirectamente al movimiento de liberación del proletariado, que, de una u otra forma, lleven el agua al molino de la revolución proletaria”[32], únicamente como una pieza del ajedrez revolucionario, cuyos intereses están subordinados a los del proletariado, ningún otro sector es tan importante.

Para conocer mejor el proceso de la Revolución Rusa y por consecuencia el pensamiento de Lenin, condicionado por su época, recurro a Immanuel Wallerstein, quien clasifica los movimientos sociales[33] dentro de otro proceso de larga duración: 1848 pasando por 1968 hasta nuestros días y para el caso que nos ocupa, la Revolución Rusa, utilizo la clasificación pre 1968 que presenta la siguientes características y se pueden distinguir en dos clases: los movimientos socialistas ubicados en el centro y la semi - periferia, cuya problemática central era la relación capital trabajo, al cual pertenece la revolución rusa. La segunda clasificación se refiere a los movimientos sociales de liberación nacional, ubicados en la periferia y cuya problemática es la relación centro – periferia, como ejemplo podemos tomar las guerras de independencia en América Latina o la Revolución Mexicana. Los movimientos socialistas, y la Revolución Rusa es un buen ejemplo, presentan las siguientes características: la clase obrera es el eje y los otros sectores son subordinados, son organizaciones piramidales con una base subordinada, se hacen del poder a pesar de las organizaciones de izquierda, y por último aunque la revolución rusa no entraría totalmente con esta característica, son reformistas y pro sistémicos (no atacan al capitalismo). Para ello organiza un partido pues ”Las derrotas de 1848 les habían enseñado a esos movimientos la lección de que debían formar organizaciones sólidas, bien equipadas para una larga lucha, y capaz de fijarse objetivos sucesivos, de los cuáles el primero debía ser la conquista del poder del Estado”[34].




Conclusiones

El pensamiento de Lenin, incluida su visión historiográfica, encuentra sus antecedentes en la intelectualidad rusa, particularmente en la intelligentsia, y en el debate entre nihilistas y eslavófilos, sin embargo Vladimir Ilich marca un punto de quiebre sistematizando y agregando nuevos elementos al marxismo. Considera a la historia como una serie de etapas definidas por el desarrollo económico, con su final inevitable en el comunismo, para ello es indispensable la revolución socialista a la que se accede por medio de un partido proletario y un trabajo de masas.

Su trabajo sistemático de la historia rusa le lleva a considerar que se puede prescindir de la revolución burguesa, y que el tránsito hacia el socialismo hace necesaria la utilización del Estado para la preservación del régimen revolucionario, y la eventual dictadura del proletariado. Entre líneas puedo leer, hasta donde mi limitada capacidad teórica me lo permite, que Lenin considera que la historia aún con sus leyes puede ser alterada con el suficiente trabajo teorico y practico. Y aunque, hasta donde yo sé la historia no tiene leyes, se pueden encontrar ciertos patrones, y sin intenciones de hacer un panegírico al revolucionario ruso, no puedo evitar manifestar mi admiración hacia el historiador que logra cambiar la realidad, ayudado por las circunstancias.

“Pero lo que la revolución de octubre había “probado” al mundo entero , es que una revolución podía triunfar, y más adelante, que como fruto de esa revolución triunfante, un Estado revolucionario era capaz de industrializar a su país, para convertirlo en una gran potencia política y militar”[35]





Bibliografía

Berlin, Isaiah, pensadores rusos, México, FCE., 1985.



Foyaca de la Concha, Manuel, El pensamiento de Lenin, vol. 1, Los años juveniles de Vladimir Ilich Uliánov (1870-1900), Madrid, Ediciones Guadarrama, 1971.



Losada, Juan Carlos, “Camino a la revolución de Uliánov a Lenin” en Historia y vida, año 39, número 477, diciembre, 2007.



Lenin, V. I., La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Moscú, Editorial Progreso.



Sancho, Carles Padró, “Lenin La consagración de una obsesión” en Historia y vida, año 39, número 477, diciembre, 2007.



Stalin, Iosif, Los fundamentos del leninismo, Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín, 1975



Volpi, Franco, El nihilismo, Buenos Aires, Biblios, 2005.



Wallerstein, Immanuel, Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos, México, Contrahistorias, 2008.





[1] Franco Volpi, El nihilismo, Buenos Aires, Biblios, 2005, p. 38.



[2] Manuel Foyaca de la Concha, El pensamiento de Lenin, vol. 1, Los años juveniles de Vladimir Ilich Ulianov (1870-1900), Madrid, Ediciones Guadarrama, 1971, p. 18.



[3] Isaiah Berlin, pensadores rusos, México, FCE., 1985, p. 391.



[4] Ibidem., p. 395.



[5] Ibid., p. 402.



[6] Ibid., p. 403.



[7] Manuel Foyaca, op. cit., 1971, p. 55.



[8] Juan Carlos Losada, “Camino a la revolución de Uliánov a Lenin” en Historia y vida, año 39, número 477, diciembre, 2007, p. 36.



[9] Ibídem.



[10] Juan Carlos Losada, op. cit., 2007, p. 36.



[11] Manuel Foyaca, op. cit., 1971, p. 134.



[12] Juan Carlos Losada, op. cit., 2007, p. 37.



[13] Ibíd.



[14] Ibíd. p. 38.



[15] Ibíd.



[16] Ibíd. p. 39.



[17] Carles Padró Sancho , “Lenin La consagración de una obsesión” en Historia y vida, año 39, número 477, diciembre, 2007, p. 47.



[18] V. I. Lenin, La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Moscú, Editorial Progreso, p. 10.



[19] Ibidem., p. 13.



[20] Ibid., p. 14.



[21] Ibid., p. 31.



[22] Ibid., p. 29.



[23] Ibid., p. 40.



[24] Ibid., p. 45.



[25] Ibid., p. 66.



[26] Ibid., p. 71.



[27] Manuel Foyaca, op. cit., 1971, pp. 141 y 142.



[28] Ibidem p. 157.



[29] Ibid. p. 143.



[30] Ibid. p. 149



[31] Iosif Stalin, Los fundamentos del leninismo, Ediciones en lenguas extranjeras, Pekín, 1975, p. 29.



[32] Iosif Stalin, op. cit., 1975, p. 60.



[33] Es prudente hacer en este punto la diferenciación entre movilización social y movimiento social, el segundo se distingue del primero pues es organizado, permanente, que trabaja de manera constante y planificada, y que se plantea explícitamente objetivos no sólo inmediatos, sino también de mediano y hasta de largo plazo.



[34] Immanuel Wallerstein, Historia y dilemas de los movimientos antisistémicos, México, Contrahistorias, 2008, p. 112.



[35]Immanuel Wallerstein, op. cit., 2008, p. 84.