¡Qué lástima!
¡Qué lástima!,
no haberte encontrado antes,
cuando paseabas descalzo,
por los azules mares del Estrecho,
sin el caudal de tus ramas.
Pero ahora que me tienes cerca,
quiero que te sientas en la gloria,
convirtiéndose las horas en ráfagas,
y los días en guiños.
¡Qué lástima!,
los años transcurridos,
lejos el uno del otro.
¡Qué lastima!