Todavía la humanidad no esta preparada, lamentablemente, para un contacto con seres de otros mundos.
Por muy adelantada que parezca estar la raza humana en ciencia astronáutica, cibernética, o de otra índole; y por más modernas que sean las computadoras y celulares que hayamos inventado, somos unos cavernícolas frente a ellos, una penosa y temible tribu de trogloditas caníbales en espera de que ellos bajen, para disecarlos y enviarlos a un museo o a un circo y ganar mucho dinero exhibiéndolos.
Esos seres de mayor evolución que nosotros, provenientes de planetas miles de veces más viejos que la Tierra, desde hace tiempo que nos observan resignadamente sin intervenir en nuestros problemas ni en nuestras riñas internacionales; miran con pena cómo nos peleamos y nos matamos unos a otros, en forma similar a como nosotros contemplamos los animales en un parque zoológico.
Ellos contemplan la forma en que utilizamos nuestros recursos científicos y tecnológicos, no especialmente para el adelanto de la ciencia médica, o de la energía solar, por ejemplo; sino para crear mejores armas de guerra, potentes bombas nucleares con capacidad para destruir el planeta varias veces.
Ellos fueron testigos silenciosos de cómo los salvajes de este mundo crucificaron a Jesús; de cómo los salvajes de este mundo quemaron viva a Juana De Arco, de cómo balearon a Martin Luther King, a Mahatma Gandhi, y a John F. Kennedy, etc.
Y han sido testigos también de las innumerables guerras fraticidas que continúan efectuando los bárbaros lideres mundiales en su desenfrenada ambición de poder; así como de las infernales y terribles bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Y últimamente el mundo vio horrorizado el asesinato sin misericordia de Hussein y Gadafi que, a pesar de que fueron dictadores, eran, sobre todo, seres humanos.
Por esta razón, amigos lectores, no nos merecemos el honor ni estamos calificados para un contacto amistoso con seres extraterrestres.