:glare:
La ciencia vista al modo del hombre de la calle es toda una religión. El evolucionismo es sólo una parte de ella, un capítulo, como Lucas, Juan y demás dentro de la Biblia. Y esta religión es hija del cristianismo, es una mezcla de dogmas que funciona como la santería en algunos países latinoamericanos, que revuelven en la misma fuente a los “orishá” con la Virgen. No hace mucho debatía con un muy cercano acerca de este mismo asunto y observábamos ciertos rasgos que en particular delatan la herencia cristiana en la mixtura de seudo ciencia con evolucionismo, ecologismo y demás yerbas: Se plantea el hombre moderno una nueva forma de dualidad entre el bien y el mal en el hombre versus la Naturaleza, y al mismo tiempo revive la antigua y medieval doctrina católica de que el hombre sería en esencia bondadoso (y por supuesto, que habría tal esencia), pero que la sociedad luego lo pervierte y contamina, esta vez en la imagen de una naturaleza originalmente equilibrada que luego es alterada por el hombre moderno, perversamente explotador. Puras supercherías. No existe la tal “Naturaleza” como entidad ni hubo jamás un equilibrio previo. Los animales son todos igual de depredadores que nosotros. Tenemos más herramientas de poder, nada más. La expresión “satisfacción de necesidades” es también un dogma, usado para afirmar que un depredador cualquiera cazaría forzado por las circunstancias, que no sentiría placer con ello y que mataría y comería lo justo y necesario. Yo dudo de los tigres con conciencia moral y no creo que sean muchos los encuestados que hayan declarado que no sintieron placer con la caza. Por lo menos, esa hipótesis no cuadra con los casos de felinos que juguetean con su víctimas antes de liquidarlas. En la misma línea van las afirmaciones de que el hombre primitivo, los pueblos originarios, como se les llama en Latinoamérica, estarían menos corrompidos por la civilización, tendrían una suerte de mayor cercanía, una conexión especial, como antes los sacerdotes, con esta nueva forma de divinidad, la Naturaleza, y no contaminarían. No han podido explicar por qué entonces en Rapa Nui arrasaron con la foresta para construir sus moais.