No dudo de la honorabilidad del cuerpo militar de mi querido México, no dudo de un colegio militar ni de sus cadetes, no dudo siquiera de los desfiles gloriosos del 16 de Septiembre; del respeto que muestran por la bandera nuestra. Dudo si del hambre que sufrimos todos; no la que carcome las tripas sino las que hieren la fe, merman la voluntad y dan pie a la corrupción a la enajenación, al genocidio, al enriquecimiento descomunal. Dudo del jefe supremo, aquel que deshonra y mancilla nuestra bandera.

En las filas hay quienes con paso firme luchan por convicción por amor a la patria. Y también hay los otros, de los cuales quizá nos somos culpables.