3No cifren su confianza en nobles,
ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna.
4Sale su espíritu, él vuelve a su suelo;
en ese día de veras perecen sus pensamientos.
3No cifren su confianza en nobles,
ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna.
4Sale su espíritu, él vuelve a su suelo;
en ese día de veras perecen sus pensamientos.
Para finiquitar una contienda, no siempre es necesario ser uno quien dice la última palabra. Se proclama uno satisfecho y victorioso; cuando el argumento enemigo empieza a tornarse incoherente, vacío, desesperado y sin sentido...