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Tema: pakasso escritor

  1. #61
    Fecha de Ingreso
    24-mayo-2009
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    10.- FUMIGANDO CINES

    Cuando me aburrí de estar ahí, regresé a la ciudad de México y conseguí trabajo con el representante de una compañía que fumigaba cines en el norte del país, supuestamente como supervisor, pero en la práctica como fumigador. Los cines tienen, en su mayoría un gran número de bichos: pulgas, garrapatas, arañas, alacranes, etc., recorrí aquella parte del país: Baja California Norte y Sur, Chihuahua, Sonora, Durango, San Luis Potosí, Nuevo León y Veracruz, no usábamos equipo de seguridad, solamente un pañuelo mojado, creyendo que nos libraba de aspìrar el “Malatión” , que revolvíamos al 5 por ciento con agua, tuve consecuencias que pudieron ser graves. En Veracruz, después de visitar algunas playas sucias de aceite de embarcaciones, fumigamos un cine en el día y se me declaró una hemorragia nasal que no paraba con nada, fue necesario acudir a un doctor, quien al saber en que consistía mi trabajo, me dijo muy serio “Estás intoxicado, si quieres seguir viviendo debes dejar de inmediato este trabajo, pero si te quieres morir, lo puedes lograr con un cine o dos más que fumigues, el malatión no solamente mata por aspiración sino a través de la piel” me dio una receta con la instrucción de surtirla de inmediato, me aplicó una inyección y me hizo tomar mucha agua, eso me provocó diarrea, que me obligó a permanecer en el hotel el resto del día y casi no me permitió dormir. Al amanecer, llamé por teléfono a mi patrón y le informé de mi regreso para hacer entrega del equipo de fumigación y cerrar cuentas. Así lo hice y empecé a buscar empleo nuevamente.

  2. #62
    Fecha de Ingreso
    24-mayo-2009
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    11.- LA CASA DE ALGARÍN

    Abraham, dejó también Cuajimalpa y vino a vivir a la casa de Algarín, con su muchacha, ahora estábamos todos los hermanos reunidos. Mi hermana más chica, Elsa, se juntó con su novio, pero como es común, no tenía casa, vivía con su mamá, por lo que vino a vivir con nosotros y con eso teníamos casa llena, la chica de Abraham procuraba encontrarse conmigo a cada rato y en una ocasión intercambiábamos besos cuando de pronto lo oímos llegar, nos separamos apresuradamente, no sé si se dio cuenta, no dijo nada, pero no lo volvimos a hacer.




    11.1- Reencuentro

    Una mañana me desperté tarde, y me dirigí al baño para asearme y salir a buscar empleo, me encontré en la sala con Ana María, aquella chiquilla, prima de Carlos, mi amigo de la secundaria, precisamente la que me rechazó por estar pelón, al parecer mi figura no le disgustó en esta ocasión, me sonrió y me saludó muy amable,. Estaba transformada, se veía más llenita, con un cuerpo estupendo, una piel color de miel y una mirada alegre. Había ido a la ciudad a visitar a unos parientes que vivían por el aeropuerto y enterada de que su amiga –la chica de Abraham- vivía ahí, pasó a saludarla. De inmediato empecé a hacer planes para conquistarla, le pedí que no se fuera, que yo la acompañaría a donde iba y que podía quedarse en la casa, creo que le gustó la propuesta porque estuvo totalmente de acuerdo. La llevé a la colonia Gómez Farías, donde vivían sus parientes y fue recibida con mucho gusto por una pareja joven e invitada a regresar cuantas veces quisiera, a mí como su acompañante me trataron con cortesía. Pasaron unos días y yo aprovechaba que ella y su amiga querían salir, para llevarlas a Chapultepec. Jugueteábamos en el pasto, íbamos a remar, a la casa de los espejos, que nos divertía mucho con sus efectos de distorsión de la imagen, lo pasábamos bien, pero como en la casa estábamos un poco apretados yo insistía “vente a dormir a mi cuarto, mi cama es muy suave” ¡Estás loco! ¿Cómo crees? Me respondía, pero no se mostraba ofendida. Pasó algún tiempo, no mucho y por algún motivo que no recuerdo hicimos una fiestecita en la casa, unos pocos amigos y los que ya vivíamos ahí, el cuartito donde ella dormía era invadido por la música y las risas de la gente que convivía en la sala. Ingerimos algunas cervezas y una que otra botella, alrededor de las once de la noche dimos por terminado el festejo, me dirigí a mi cuarto y con sorpresa encontré mi cama ocupada por ella. No iba a desaprovechar la oportunidad, me tendí a su lado. Cuando alrededor de la una de la mañana llegó mi cuñado, abrió mi puerta con la intención de invitarme a seguir la parranda, nos descubrió abrazados, “estás en el cielo” dijo y volvió a cerrar, salí a ver que se le ofrecía y me felicitó diciendo alegremente “el que persevera, alcanza”. Así dimos inicio a nuestra relación, Ana maría y yo, que pensé sería una aventura más, pero que se transformó en la madre de mis hijos y dura hasta la fecha. La vida nos depara muchas situaciones diferentes y la vida en común de los matrimonios no siempre es dulce, pero puede ser placentera si se tiene tolerancia y un poco de comprensión.
    Lo que sigue es otra historia

  3. #63
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    25-diciembre-2008
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    17.918

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    ... sigo leyéndote..
    No me tientes que si nos tentamos no nos podremos olvidar... Benedetti

    http://www.elforo.com/image.php?type=sigpic&userid=37119&dateline=144212  4804

    ***

  4. #64
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    24-mayo-2009
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    12.- VIDA EN COMÚN

    A partir de nuestra unión (Ana y yo), aunque no haya sido formal, empecé a vivir una nueva vida, Ana se esforzaba por ser una buena esposa, barría, trapeaba, cocinaba, lavaba mi ropa y lo mejor, era muy cariñosa conmigo.

    Por mi parte, procuré encontrar empleo, buscando en el periódico, descubrí que una Agencia Aduanal solicitaba un mensajero, pedían pocos requisitos, los que cumplía muy bien, así que me preparé a conciencia para la entrevista, acudí puntualmente al lugar, vestido correctamente, con traje y corbata, zapatos bien boleados y surtido de los documentos y fotografías necesarias. ¡Sería pan comido!, pero al llegar al lugar indicado, me encontré con que éramos demasiados aspirantes, algunos con chamarra de cuero, otros llevaban motocicleta y todos se jactaban de conocer al dedillo la ciudad de México, ya que era la condición que más remarcaba el anuncio. Nos ubicaron en una oficina, separados por cubículos que no nos permitían la comunicación y resolvimos dos exámenes, uno de conocimiento y reglas de urbanidad y otro psicométrico, para evaluar nuestra personalidad, una vez que todos hubimos entregado las hojas, nos pidieron esperar mientras deliberaban, una secretaria nos ofreció café y galletas. Nos veíamos unos con otros y pasó un lapso de tiempo, vino la secretaria y me dijo confidencialmente “creo que usted se va a quedar con el puesto”, no se lo creí, había varios que conocían la ciudad mucho mejor que yo. Cuando terminaron las deliberaciones salió el agente aduanal y regresó de uno por uno los documentos, agradeciendo la asistencia y entonces lo supe, yo era el nuevo mensajero de la agencia.
    Este empleo no era muy bien pagado, pero no era tan fatigoso, consistía en llevar documentos a muchas oficinas lujosas, que se hallaban desperdigadas por toda la urbe, en ocasiones a Xochimilco y de ahí hasta Cuautitlán, atravesando toda la ciudad, usando el metro y diversas rutas de camiones a donde éste no llegaba, por contar entonces con sólo tres líneas, a saber: Tacuba-Taxqueña; Zaragoza- Observatorio y Tlatelolco-Centro médico, fue necesario aprender la ubicación de las diferentes estaciones y rutas de camiones urbanos que pasaban más cerca de los lugares a los que me enviaban, para calcular la cantidad de dinero a utilizar cada día. Me despertaba muy temprano y desayunaba lo que se pudiera, seguidamente me bañaba con agua fría por estar descompuesto el calentador, salía con mi portafolios corriendo, hasta la parada más cercana del camión y me colgaba literalmente a él, ya que pasaban llenos, viajaba prácticamente fuera del camión, apoyándome en un pie y sosteniéndome con la mano izquierda, por llevar la derecha ocupada con el maletín, el aire frío y la humedad propia del baño me engarrotaban la mano y cuando llegaba a Río Mixcoac, en donde se encontraba la agencia aduanal, sufría para abrir la mano y bajar del camión, corría las tres cuadras que me faltaban y esta carrera me devolvía el calor corporal necesario, tomaba el elevador y cuando éste se abría, frente a la oficina; un olor riquísimo a café me recibía. Efectivamente, Melita, la secretaria tenía dispuesto el café con que dábamos inicio a nuestras labores. El ambiente de trabajo era muy bueno, todo era colaboración entre los cinco empleados, el Agente aduanal era serio pero considerado, con ese trabajo conocí un nuevo ambiente, más formal que los anteriores, pero de respeto y cortesía. Un elemento indispensable de mi trabajo fue el portafolios, era de un plástico duro, cerradura de seguridad con combinación numérica –como una caja fuerte- y una esposa que lo unía a la muñeca y que se abría con una llavecita. En él transportaba documentos importantes, además de cheques por cantidades elevadas, que los clientes expedían a nombre de la agencia aduanal con la leyenda “para depósito en cuenta” lo que era una ventaja, ya que nadie podría disponer de ellos en caso de robo. Precisamente esto intentó una pandilla. En una ocasión, salí de una oficina, por la colonia Vallejo Industrial y al llegar a la esquina, sentí un fuerte tirón al portafolios, que por ir esposado a mi brazo, no lo pudieron arrancar, antes de reaccionar, dieron otro tirón y en esta ocasión caí al suelo. De inmediato me tundieron a patadas, en la cara, en las costillas y por todos lados, no sentía lo duro sino lo tupido, mientras me ordenaban que soltara el portafolios. Providencialmente apareció una patrulla y encendió la torreta y la sirena, que sonó fuerte. Los malandrines corrieron en diferentes direcciones para escapar. Los policías me ayudaron a levantarme y supongo que de alguna forma dieron aviso a la Cruz Roja, porque casi de inmediato llegó una ambulancia, me limpiaron la sangre de la cara, curaron los golpes de las costillas con alguna pomada y después fui a poner la denuncia respectiva.
    Era una vida agitada y un tanto peligrosa, por los rumbos en los que había que transitar con mi portafolios, pero como compensación, era bien recibido en los distintos lugares a donde me enviaban, disfrutaba de café, té y galletas casi todo el día, además de los bocadillos que son habituales en las oficinas. Después empecé a conocer el aeropuerto y las bodegas de embarque o recepción con que cuenta, esa parte era mi preferida, podía pasar horas viendo los grandes aviones aterrizar o despegar, mientras esperaba una respuesta a los documentos que tenía que entregar ahí. Regresaba feliz a la casa de Algarín, donde Ana me recibía con mucho cariño.

  5. #65
    Fecha de Ingreso
    24-mayo-2009
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    GRACIAS BIBY, es alentador saber que aún me leen, aunque ya el relato se ha ido largo, estoy esperando a que me den detalles de la publicación de mi libro para comunicarlos a ustedes, por lo pronto, aquí les dejó otro pedacito.

    12.1. Un gracioso incidente.-

    Una tarde, que me dirigía de regreso a la oficina, por la Avenida Insurgentes, una señorita, me pidió 20 centavos para el teléfono, apresurado como iba, le contesté “No traigo” y seguí caminando, no me dí cuenta de que me alcanzaba hasta que sentí una fuerte patada en el trasero, me dio mucha rabia y sin pensar, dí media vuelta y le asesté un puñetazo en plena cara, cayó hacia atrás, de inmediato me sujetó un policía, me subieron a una patrulla y me llevaron a la delegación, ahí la muchacha me acusó de haberla agredido y como aún sangraba por boca y nariz, le creyeron, me permitieron una llamada a la agencia aduanal, con el licenciado, quien acudió de inmediato y después de escuchar mi versión, la expuso de tal manera que la muchacha retiró los cargos y me dejaron libre de inmediato.

    Fue una lástima que no supiera valorar adecuadamente mi empleo. En una ocasión celebramos el aniversario de la Agencia, se invitaron Agentes aduanales de todo el país, hubo vinos nacionales y de importación. Un agente aduanal de Laredo, nos propuso apoyarnos con su patente si los cinco empleados trabajábamos una nueva agencia aduanal, nos envolvió fácilmente y creímos que sería un muy buen negocio, conseguimos un pedido importante de máquinas lanza bolas, para practicar tenis, las cuales tenían un precio elevado, vendrían de Alemania y calculamos que la ganancia sería como de 50,000 pesos,. Hicimos el pedido y los trámites necesarios, todo marchaba bien, pero recibimos un golpe económico muy fuerte. El Presidente Luis Echeverría, conforme a la política priista, devaluó la moneda por estar a punto de concluir su periodo presidencial. Nuestro pedido llegó al aeropuerto, pero no lo pudimos retirar, ya que lo declararon “contrario a la economía nacional”. Fue necesario regresarlo a Alemania, perdiendo una parte importante de nuestra inversión, nos cargaron los gastos de transporte y pagamos penalización por no haberlo surtido. Esto hubiera sido un tropiezo normal, pero el jefe de nuestra agencia aduanal se enteró de todo y con mucha consideración nos llamó a una junta, en donde nos comunicó que disponíamos de un mes para complementar todos los pendientes de trabajo, ya que a partir de entonces procedía la baja, argumentando –y con razón- que ya no podría confiar más en nosotros. No hubo protestas, jugamos y perdimos

  6. #66
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    24-mayo-2009
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    13.- REGRESO A MI TIERRA

    Mi salario en la Agencia Aduanal era suficiente, pero luego que me quedé sin trabajo el panorama se veía muy difícil. Mi hermano Cuauhtémoc que arreglaba radios y televisiones me propuso que compráramos refacciones, para vender en el pueblo, ya que él con su negocio sería un consumidor fuerte. Así lo hice y bajo su dirección compramos una cantidad importante en refacciones, pero como él aún tenía trabajos pendientes por entregar, Ana y yo regresamos a Apatzingán, quedando él de hacerlo pronto, Una vez mas iba a recibir un golpe de mi mala suerte, cuando Cuauhtémoc estuvo listo, tomó un taxi que lo llevara con las cajas a la Central Camionera de Occidente, mejor conocida por “Observatorio”, bajó del taxi y pagó, creyendo ingenuamente que el chofer abriría la cajuela pero el coche arrancó de pronto, llevándoselo todo. Por lo sorpresivo de la acción, no reaccionó y se vio parado en la calle sin nada. Me lo comunicó telefónicamente muy apenado. Ahora si me encontraba en un problema difícil de resolver, con mujer y sin trabajo ni dinero. Mi padre, cuando llegamos de México, tomó la situación filosóficamente, nos cedió su cama y se fue a vivir con una mujer a la que tenía como amante desde antes de que muriera mi madre, con su cama también nos dejó al cuidado de mis hermanos menores: Cruz, Anselmo, Felipe, Mauricio y Alejandro, a los que Ana se vio forzada a atender, aunque no se quejó, nuestra vida era tranquila, un amigo de la infancia llamado Santiago había conformado un grupo musical al que había puesto por nombre “Ilusión”, me propuso que empezara a trabajar con él como “veloz”, que era simplemente el encargado de cargar y descargar los instrumentos al camión y conectarlos en donde se fueran a presentar, lo normal era en la segunda zona de tolerancia del pueblo. Había dos o tres cantinas que con música viva atraían clientes, se tocaba música tropical y romántica sobre todo, cumbias de Rigo Tovar y el Acapulco Tropical que eran los conjuntos de moda; romántica de los Freddy´s y ranchera de Los Muecas que pegaban mucho. Para no aburrirme, los acompañaba con un güiro o un cencerro , según el caso, nunca me atreví a cantar, sabiendo que no era entonado. Imitamos un método para ganar un poquito más dinero, iba a las mesas y decía a los borrachos “caballero, si desea dedicar una canción a la dama, por 5 pesos puede solicitar la que guste, el conjunto la tocará de inmediato” se sentían enaltecidos por el título de “caballero” que les daba y aceptaban aunque riéndose por el de “dama” aplicado a la meretriz, indicaba a Santiago la canción solicitada, el número de la mesa y el nombre de la “dama”, la dedicaban y la tocaban de inmediato.

  7. #67
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    24-mayo-2009
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    13.1.- Un perro falso

    Nuestra casa se encontraba rodeada de árboles frutales, el carro en el que llegábamos, me dejaba en la calle y al despedirme, me deslumbraba, por lo que recorría el camino a ciegas. Una noche, me acerqué por la parte trasera y pude distinguir un bulto, pegado a la casa, creí que era nuestro perro y considerando que no cumplía adecuadamente con su trabajo le asesté una fuerte patada, mientras le decía ¡Quítate perro huevón!, pero en lugar de ladrar, se levantó y echó a correr entre la huerta, donde ahora si, lo persiguió el perro verdadero, le grité ¡párate cabrón! y otros insultos, que no le importaron, se brincó la cerca y ganó la calle. Las luces de la casa se encendieron rápidamente, sacamos la pistola, calibre 44 que mi padre siempre tenía y lo buscamos, pero solo durante un par de cuadras por donde los ladridos de los perros nos indicaban que había pasado. Ana se puso furiosa, no estaba de acuerdo en que siguiera trabajando con el conjunto, en parte por lo ocurrido, y parte por que decía que habiendo tanta meretriz, las tenía a la mano. Mi suegra, que desde la primera entrevista me trató muy bien, intervino y nos dijo que el hombre debe buscar el sustento donde pueda y que Ana no debería intervenir por que yo estaba cumpliendo con mi papel de hombre de la casa.

    14.- CAMBIANDO DE RUMBO

    En Apatzingán parecía no haber trabajo para mí, los pocos que detectaba eran en el campo y mal pagados, así transcurrió casi un año, Abraham que trabajaba en un periódico de Melchor Ocampo, pueblo que había cambiado su nombre a Lázaro Cárdenas -a raíz de la muerte del General-, me dijo que había mucho trabajo en la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, S. A. Mejor conocida como Sicartsa, por lo que dije a mi mujer que iría a probar fortuna durante un tiempo, prometiendo que si en 20 días no conseguía trabajo me regresaría. Llegué allá y me llevó a casa de mi hermano Baltazar que ya se había casado y vivía en Las Guacamayas, me recibió muy bien y me presentó a su esposa Chabela, mujer sencilla y muy trabajadora. Mi hermano prometió ayudarme, me llevó a las oficinas del sindicato de Mineros, que a partir de ahí me veían llegar dos veces cada día, pues me presentaba muy temprano y solo me retiraba a la hora de comer para regresar por la tarde. Había filas muy largas solicitando una oportunidad, yo entre ellos, cuando empezaban a anotar a los aspirantes, siempre estaba presente, me preguntaban nombre, domicilio, edad, estatura, etc., y cuando llegaban a educación y les decía orgulloso “la prepa”, me contestaban que no me podían enviar con esa preparación, que nomás estaban solicitando peones, “mándame aunque sea de barrendero” les contestaba, pero no. El tiempo pasaba y casi se llegaba el plazo que me había fijado cuando recibieron una solicitud para enviar aspirantes a bombero al Departamento de Control y Combate de Incendios, me ofrecí de inmediato, me dijeron, ahora estás muy bien de escolaridad, pero los quieren que midan por lo menos 1.70 m de estatura. , ¡Yo mido 1.74 m.!, alegué, si, pero que estén robustos, yo era un joven delgado que pesaba 58 kgs. No cumplía el requisito. Llamaron a los que midieran más de 1.70 m. y de inmediato se acercaron más de treinta, casi todos eran robustos, les pidieron que se separaran los que tuvieran la secundaria y sólo lo hicieron seis, nuevamente insistí en que me enviaran, total, si no pasaba las pruebas me regresarían. Esta vez estuvieron de acuerdo, formaron un grupo de 18, de los que serían seleccionados 14 solamente. Había en el sindicato una secretaria que era famosa por su belleza y atractivo físico, enviaron a su hermano por delante, se presentó y cuando le preguntaron por su escolaridad dijo “primaria”, nuevamente le preguntaron ¿hasta que año? Y contestó “primero”. Lo regresaron, pero los funcionarios del sindicato hicieron algún ajuste y lo volvieron a enviar con los que íbamos a presentar las pruebas de admisión. Llegamos a la oficina de personal en el interior de Sicartsa, se nos aplicó un examen de conocimiento y una vez terminado se nos indicó que esperásemos. El encargado de la oficina llamó de uno por uno, entraban y no los veíamos salir, supusimos que eran aceptados y nos pusimos nerviosos pues ya faltábamos muy pocos. El recomendado “especial” se desesperó y nos dijo “no creerán que voy a esperar todo el día, para que me digan que no hay trabajo” y salió furioso. A los pocos momentos entró el encargado de la oficina y nos dijo, “los que no fueron llamados están aprobados, veremos como les va en las siguientes”. Pasamos a una prueba de salud, nos citaron a las siete de la mañana, con muchos otros que irían a otras áreas, nos formaron y sin decir nombres pasábamos de uno en uno, con un doctor que nos tomaba el pulso y una muestra de sangre, además de algunas preguntas, pero nos llamó la atención un muchacho que dejaba pasar a otros y que al salir preguntaba ¿Te revisaron allá abajo?, “No” contestaban los salientes y así se pasó la mañana, como a las dos de la tarde se presentó otro doctor, más viejo que el anterior y viéndolo muy cerca de la puerta le puso una mano en el hombro y entraron al consultorio, no tardó mucho en salir, llevaba una receta en la mano y cabizbajo contó que el doctor le pidió de inmediato que se sacara el pene y lo apretara con la mano, después le dijo que tenía blenorragia –Una enfermedad venérea- y que debería adquirir las inyecciones que le indicaba en la receta y aplicárselas, de acuerdo a las indicaciones y que podría regresar en una semana. Avergonzado dijo que no regresaría, supongo que no lo hizo porque no lo volví a ver.

  8. #68
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    24-mayo-2009
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    Una vez superado el examen de salud, vinieron los de condición física y personalidad, que decían eran muy importantes para ser bombero. Nos llevaron a un cerro de grava- arena del tamaño de una casa, nos enseñaron a levantar a una persona inconsciente y cargarla al hombro. Una vez probado que podíamos hacerlo, nos separaron en dos filas y colocando cuerdas desde la cumbre, nos indicaron que una fila serían los “heridos” la otra los” rescatadores”, sin tomar en cuenta que algunos “heridos “eran más pesados que el “rescatador” correspondiente, afortunadamente al “herido” que tendría que rescatar subiéndolo a la cumbre era de mi estatura, aunque supuse que pesaba más, pero a mi compañero le tocó uno muy pesado, levantamos cada cual a su “herido” y tomando la cuerda empezamos a ascender trabajosamente. Un poco arriba de la mitad vi que el rescatador se ponía pálido y verdoso. Le dije a su “herido”, bájate, se va a desmayar, me contestó riéndose “yo estoy inconsciente”. Fue como una señal, el rescatador se soltó de la cuerda y ambos rodaron hacia abajo, me deslicé rápidamente para bajar, con la idea de ayudarlos, pero no los alcancé. Cuando logré llegar al piso firme, ya los paramédicos los atendían de múltiples raspones, viendo que no podía hacer nada inicié el ascenso nuevamente, pero un capitán me lo impidió, consideró que había pasado la prueba y que además había demostrado personalidad, fue necesario superar varias pruebas más, por ejemplo de resistencia y velocidad corriendo toda la periferia de la planta, en donde hice uso de mis conocimientos, adquiridos cuando competía en carreras estudiantiles en Morelia, las cuales realizábamos en las subida a Santa María y que ahora tuvieron una utilidad real. Me quedé pues, a formar parte del primer grupo de bomberos de Sicartsa, después preguntaron quienes sabían escribir a máquina y habiendo superado a mis contrincantes fui nombrado “Secretario”. Mi trabajo consistía en escribir reportes, informes, avisos y cosas por el estilo, pero no estaba conforme, mis compañeros acudían a los incendios dentro de la planta, cubrían accidentes y recibían instrucción, cosa que les envidiaba, solicité al comandante que me integrara a las actividades, argumentando que si algún día me pidieran demostrar que era bombero, estaría en total desventaja y que no podría alegar ser el secretario, ya que realmente no lo era, mi manejo de la máquina de escribir, mejor que los demás no podría competir con una secretaria. Accedió y me envió a la primera clase. Un capitán exponía el tema “Espuma química”; pero lo hacía mal, habiendo, con tiempo de sobra, leído los manuales de uso de la espuma, me permití hacerle notar su error, furioso me dijo ¿Crees saber más que yo, que vengo del cuerpo de bomberos de la ciudad de México? Claro que no, le contesté, pero lo que está exponiendo no es lo real, conforme al manual de uso se hace de otra forma y enojado por su presunción pasé al pizarrón y expliqué, en seguida traje el manual y pedí que lo leyera a todos. No tuvo más remedio que aceptar su equivocación.

    Esa intromisión me atrajo su enojo y para desquitarse sin que se notara, hacía simulacros de diferentes tipos de incendios, material sólido, combustibles y hasta gases, que se combaten de forma diferente y nos decía “el que termine al último repite. Con esta estrategia me hacía trabajar el doble y me ponía en ridículo con los compañeros, pero sin saberlo mi capacitación fue más acelerada, tuve, por necesidad, que estar más despierto que mis compañeros y cuando tiempo después nos evaluaron para asignar puestos dentro del grupo, a saber: Maquinista (el que maneja la motobomba para transitar, enviar agua por la línea y dar la presión correspondiente) Pitonero; (que toma el extremo de la manguera y dispara el agua al incendio, siendo el primero en la línea) Ayudante (que acompaña al pitonero y bajo sus órdenes le ayuda a colocar la manguera y a resistir el empuje que se libera al abrir el pitón); Llavero(el que se encarga que en el compartimiento de la motobomba se encuentren las llaves suficientes para conectar los tramos de manguera o para abrir los hidrantes). Éramos grupos de 7 bomberos que cubríamos los tres turnos laborales el primero de 7 de la mañana a las 3 de la tarde, el segundo, de las 3 de la tarde a las 11 de la noche y tercero, de las 11 de la noche a las 7 de la mañana, contando con un día de descanso. El ambiente era de camaradería y colaboración total. Por principio, el comandante solicitó a un teniente del destacamento militar que custodiaba la puerta los servicios del peluquero, un militar de edad avanzada, para que nos cortaran el pelo a todos, ya que algunos lo tenían más largo de lo normal, usó el corte militar, muy bajito, después nos daban instrucción militar, que consistía en marchar y correr, cuando consideraron que la condición física era buena, nos dieron instrucción básica de rappel, -nos deslizábamos de una palma a otra mediante cuerdas de las que por medio de una pequeña polea resbalábamos fuertemente y a veces, perdido el control, chocábamos con la otra palma, hacíamos simulacros con grandes cantidades de troncos y gasolina, para mostrar a los nuevos trabajadores lo que tenían que hacer en caso de incendio o el manejo básico de extinguidores, que son muy importantes de acuerdo al material que se esté consumiendo, había de soda –ácido, que contienen carbonato de sodio, agua y una capsula de ácido sulfúrico, que al romperse reacciona y genera una importante cantidad de espuma, que produce una presión que la expulsa, del envase. De polvo químico seco, que contiene aire comprimido para expulsar el polvo que apaga casi todo, sólidos y líquidos inflamables, de bióxido de carbono, para máquinas delicadas y electrónicas, ya que no se pega como el polvo y que al desplazar el oxígeno apaga el fuego y lo último la espuma química, que se generaba en un pitón llamado de bazooca, que al paso del agua generaba un vacío que se aprovechaba para extraer mediante una pequeña manguera el líquido base desde un bidón. Se revolvía con el agua a presión y se generaba una espuma ligera que al cubrir los materiales inflamados, los apagaba. Otra de las enseñanzas vitales del oficio fue el equipo de respiración autónomo que consistía en un tanque de aire a presión con un regulador, un arnés para colocarlo en el cuerpo y una mascarilla que se fijaba a la cara mediante correas de hule. Se tomaba el tanque y con una maniobra rápida se pasaba sobre la cabeza, quedando de este modo, colocado a la espalda y el arnés listo para ajustarse, también mediante correas de hule, una vez ajustado se abría la llave del tanque y se enchufaba la manguera de la mascarilla, el regulador permitía solamente el paso del aire que se aspiraba normalmente, pero la colocación de la mascarilla y el tanque debería ser muy rápida, ya que de esa acción dependía la disponibilidad del rescatador, me tocó repetir muchas veces la acción, hasta que me convertí en un experto. Después de las evaluaciones me nombraron oficialmente pitonero.

  9. #69
    Fecha de Ingreso
    25-diciembre-2008
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    17.918

    Predeterminado

    Este capítulo me lo he reservado para leerlo en este momento.

    Leo.......

    .
    Última edición por Biby; 03-nov.-2011 a las 21:56

  10. #70
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    24-mayo-2009
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    Predeterminado

    Pronto llegó la ocasión de mi primer rescate, aunque no tuvo que ver con fuego. Haciendo un recorrido con el comandante y otro compañero nos dirigimos a la parte de la siderúrgica que colinda con la playa, llegamos a un lugar donde la olas brincaban una barrera de arena con mucha fuerza y ahí vimos a una familia, dos parejas, y tres niños, los hombres mayores intentaban pescar con una tarraya , metidos un poco en el mar, los niños jugueteaban en una depresión que se veía invadida por el agua de las olas que reventaban en la barrera de arena y las mujeres, observaban desde la barrera, vimos con alarma que una ola llegó con más fuerza, derribando a las mujeres hacia la depresión y escuchamos a los niños gritar aterrados, saltamos de la camioneta y a todo correr nos metimos a la depresión, tomamos a los niños y los sacamos hasta terreno firme, pero las mujeres seguían gritando de espanto, las olas seguían rompiendo con fuerza y no les permitían salir. Un poco más hacia adentro de la depresión había huizaches y hasta allá las llevó el agua nuevamente regresamos a la depresión, para intentar rescatarlas, mi compañero tomó a una de la mano y la empezó a sacar, ante esto, me metí al huizachal para sacar a la otra, no conseguía desatorarla y tarde un poco más, cuando por fin lo logramos, ya que ella también luchaba por salir, aparecieron los hombres, venían revolcados de agua y arena. Uno de ellos bajó corriendo y entre los dos pudimos sacar a la mujer; el otro no entró y en cambio me dijo “como eres bombero y no podías sacar a mi mujer del apuro”, fue la primera vez que supe de la ingratitud humana, la pobre mujer estaba rasguñada por todas partes, ya que los huizaches estaban muy espinosos, la acomodamos en la caja de la camioneta con la otra mujer y los niños, mientras que los maridos y nosotros hacíamos el viaje de regreso sentados en el borde. El relato de este episodio en el cuartel de bomberos no nos hizo los héroes que creímos ser, solamente el ejemplo de cómo se actúa en una situación de emergencia.
    Por esos días hubo un paro de labores promovido por el sindicato, duró quince días y como consecuencia, algunas áreas de la planta acerera sufrieron desperfectos, en una de ellas, llamada peletizadora –recibía polvo de carbón, acero y cal-, generando un lodo espeso que se batía con agua en un tanque gigantesco llamado “Marcona”; de este lodo se hacen pequeñas bolitas llamadas pellets que se pasan por un horno quedando como piedritas redondas que después irán al alto horno –que tiene una altura si no recuerdo mal, de 96 metros, en donde se revuelve con otros materiales para producir acero líquido – a 2.500 grados de temperatura-. Pues bien, el tanque de Marcona se resecó haciéndose mas espeso el lodo, tanto que no se podía batir adecuadamente, fue necesario atacar con agua a presión para romper la casi roca que se había formado; al penetrar el agua en la costra se generaba una corriente de expulsión que nos regresaba el lodo a la cara y el cuerpo, por esta razón, al término del turno éramos totalmente negros. Ana se negó a lavar mi ropa el primero y segundo día, pero como la situación se prolongó por una semana, comprendió que no había otra opción. Así se nos presentaron otros servicios, algunos peligrosos y otros no tanto, el cuerpo de bomberos creció, trajeron gente de Guadalajara y México, para los puestos de mando y de capacitación, lógicamente con un trato social mucho mejor. Pasaron 3 años de trabajos duros, pero de muchas satisfacciones. Una ocasión especial se presentó cuando una tarde más o menos a la hora de comer, estando atendiendo una emergencia en Coquizadora – donde del carbón de coque, extraen gas, combustóleo y otros subproductos, algunos de los cuales sirven como fertilizantes, nos llegó un pedido de auxilio del pueblo. Muy cercano a la rivera del río ardían 12 casas, se confirmó la emergencia antes de que nos permitieran salir, (esto debido a gente irresponsable que se cree graciosa reportando falsas emergencias). Llegamos al lugar y era un auténtico infierno, un tanque de gas domestico había explotado y se quemaban las casas de madera. Pegadas a éstas había algunas casas de material que tenían también tanques de gas encendidos que simulaban grandes sopletes, giraban y hacían un sonido impresionante, era pues, imprescindible enfriarlos y apagarlos antes de que pudieran explotar, nos dimos a la tarea de inmediato y una vez enfriados y cerrados los retiramos, ahora sí podíamos atacar totalmente el fuego que consumía las otras casas, los curiosos se arremolinaban y no dejaban trabajar a pesar de nuestras repetidas peticiones de que se retiraran por su seguridad, desesperado por la situación, abrí el pitón y derribé a varios con el chorro del agua, los demás se retiraron corriendo, una de las casa era un galerón con láminas metálicas que se retorcían por la acción del fuego y lo ataqué desde el interior, ya que si sofocaba el fuego en la base, sería más fácil extinguirlo, pero no preví que el techo no resistiría. Se vino abajo con un estrépito horrible, sin darme tiempo a salir, por reflejo me cubrí con los brazos y la manguera, fue muy rápido, vi a mi ayudante derribado por una viga, lo ayudé a levantarse y continué mi trabajo, después de un rato logramos sofocar totalmente el fuego y me dirigí a ayudar a otros compañeros que se esforzaban en otra casa. El capitán me llamó y me dijo que por el radio de la motobomba llamara al servicio médico que dejara mi manguera a un compañero, no lo entendí de pronto. Le pregunté ¿y para que queremos al servicio médico? Para ti, me contestó y al ver que me quedaba sorprendido me dijo “tu brazo derecho sangra mucho”. Efectivamente, cuando cayó el techo me había protegido con el brazo y una lámina me hizo un profundo corte. Llamamos por radio y los paramédicos me pidieron la ubicación, les dije el nombre de la calle pero no supieron, por la margen del río, pero como el río hace un arco muy amplio, no ubicaban el sitio. ¡Por la zona de tolerancia! les dije ya molesto. Inmediatamente recibí un alegre, ¡ya vamos! Me lavé el brazo y lo mantuve levantado sobre mi cabeza, buscando disminuir la hemorragia. Un señor de entre los mirones me ofreció un pañuelo, que me aseguró acababa de comprar, con él improvisamos una venda y llegó la ambulancia por mí, el chofer reía por la referencia que le dí y que reconoció de inmediato. Una vez en el lugar en que se prestaba los primeros auxilios, un doctor me lavó la herida con agua jabonosa, lo que fue muy doloroso, usó un cepillo suavecito, pero la carne viva ardía, después me puso una solución desinfectante y me inyectó anestesia local para posteriormente suturar. Oír como truena la piel mientras suturan es espantoso y más para mí que siempre he tenido pánico a las agujas, pero hecho el remiendo me sentí capaz de regresar al incendio, pero no fue necesario. Al día siguiente escuchamos en una estación de radio local una crónica infame donde se criticaba nuestra labor, enojados acudimos a la estación pensando que nos iban a escuchar, pero fuimos recibidos con insolencia por el gerente y propietario de la estación y regresamos más enojados que cuando salimos, pero al día siguiente tuvimos la satisfacción de escuchar algunas llamadas, trasmitidas por la estación, de personas que reclamaban lo dicho el día anterior y agradecían nuestra intervención. El locutor, apenado, ofreció disculpas públicamente por el error y nos hizo la invitación a una entrevista para el siguiente programa, Lo ignoramos totalmente.

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