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Tema: pakasso escritor

  1. #121
    Fecha de Ingreso
    24-mayo-2009
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    259

    Predeterminado

    En una ocasión que me tocó baño, dos enfermeras me cargaron desnudo hasta una silla de ruedas, que curiosamente tenía un agujero en el asiento, me taparon con una toalla grande y levantando las ruedas delanteras, como carrito de paletas, me llevaron por un largo pasillo, sentía el aire frío en la cola, les hice notar que iba enseñando la cola, se rieron y me contestaron “aquí nadie se fija en eso” les dije ¡claro que se fijan!, yo los veo pasar junto a mi cama con esas batas que no cubren nada, se les ve el culillo seco. Se rieron diciendo pero a usted se le verá mojado después del baño, me condujeron a un baño donde había muchas regaderas y mediaron el agua hasta que estuvo tibiecita, ni fría ni caliente y me empezaron a enjabonar, pero al llegar al área genital me dieron el estropajo enjabonado para que esa parte la tallara yo, se desentendieron de mí, platicando sus cosas. A haber varias regaderas, supongo que alguien más necesitó del agua caliente, lo que desequilibró el flujo a mi regadera y ahora el agua se tornó helada, no protesté y cuando la enfermera continuó lavando mis piernas, se dio cuenta de la situación, me apartó de inmediato y volvió a mediar el agua.
    A pesar de todo no me sentía una víctima de las circunstancias y llevaba mi estancia con resignación, mis hermanas me visitaban a diario y yo las recibía con mucho gusto. De igual manera ocurría con los otros enfermos. Rubencito tenía una hermana, una mujer ya entrada en años, con la cabeza totalmente blanca, llegaba muy temprano y desde antes de entrar en la sala saludaba “buenos días ¿Cómo amaneciste mi amor? Rubencito aún dormía como resultado de sus despertadas por la noche, entonces yo le respondía “muy bien” se daba cuenta y rezongaba “no le digo a usted Don Francisco” yo reía y le contestaba “yo pensé que si, estoy acostumbrado a que me despierten con amor” después le improvisaba un piropo “que guapa viene hoy, si se descuida la van a raptar y Rubencito no se va a dar cuenta”, sonreía agradecida y platicaba brevemente conmigo, mientras Rubencito se esforzaba en despertar.
    Como resultado de mi problema no controlaba mis esfínteres, pero de pronto no me daba cuenta de eso, lo supe cuando mi enfermera me preguntó ¿cómo amaneció? Y al tocar la sábana la sentí mojada, con pena respondí “orinado”, me dijo sonriente, “no se preocupe, ahorita lo limpio” trajo una toallita que apenas le cubría la mano y separó la sábana tratando de bajar mi pantalón de hospital, dándome cuenta que estaba desnudo bajo el pantalón le rogué que no lo hiciera, que no tardaría en llegar Ana, mi esposa y ella lo haría. Se puso seria y me dijo “No tenga pena, cuando usted estuvo en coma, no comía, no bebía, no sabía de nada, pero su cuerpo seguía trabajando y yo lo limpié de todo, lo conozco tan bien como su esposa, aquello aumentó mi vergüenza. Llegó el tiempo en que, tras evaluaciones dijeron a Rubencito, que el jueves lo darían de alta, lo mismo hicieron con Juan Antonio, el otro enfermo que compartía la sala con nosotros, ¿y yo? Pregunté, me dijeron que si lograba no orinar mis sábanas también me darían de alta el jueves, entonces hice una propuesta a mis compañeros “el último que salga paga las chelas”, me miraron sin comprender, “ o las vikis” les aclaré, nuevamente me miraron con interrogación en sus miradas, tuve que explicarles que me refería a las cervezas o por la marca, a las victorias, reímos contentos por la posibilidad de abandonar el hospital, pero fui el último en salir y como ya no estaban, lógicamente no pagué la apuesta. Tuvimos un tropiezo muy importante, el hospital presentó una cuenta muy elevada, tal vez justa pero fuera de nuestro alcance, ascendía a 130,000.00 pesos por hospitalización y operaciones, mis hermanas estaban muy preocupadas, pero después de un estudio socio-económico, el hospital aceptó recibir pagos razonables conforme se pudiera, y de esa forma me dieron de alta,

  2. #122
    Fecha de Ingreso
    24-mayo-2009
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    259

    Predeterminado

    Me platicó Ana que en Lázaro Cárdenas, mis vecinos rezaron por mí, durante 30 días pidiendo a la Virgen de Guadalupe su intercesión ante Dios, por que lograra superar el problema, posiblemente Dios escuchó su ruego, ya que en lo particular, aunque creía en Dios, no era merecedor de un milagro tan grande, por eso, una vez dado de alta, pedí a mi hermana que me llevara a la Basílica de Guadalupe para dar gracias, fue algo muy emocionante, me sentí como un pequeñuelo que ha hecho una travesura y es perdonado, lloraba sin reprimir mis sentimientos, en esos momentos el párroco explicaba que la Virgen y Dios no ocupan que usemos la voz para pedir o agradecer, “ellos escuchan nuestros pensamientos y a nuestros corazones” me pareció que el mensaje estaba dirigido a mí.

    10.3.- Mi hermosa familia

    mi hermana Estela me preguntó si quería ir a su casa, a la de Elsa o a la de mi sobrina Cinthia, hija de Elsa que se había divorciado y vivía sola, esta opción me gustó mas, pues no quería ser un estorbo y una molestia y viviendo Cinthia sola, no sucedería así. Vivía en un departamento ubicado en un tercer piso, pequeño pero confortable, el edificio tenía vigilantes que me ayudaban a subir al elevador en una silla de ruedas que una amiga de Elsa me había prestado, fueron muy amables siempre, Cinthia, a quien conocí recién nacida, era ahora una muchacha grande, güera y muy bella, de carácter amable, aunque resentida con los hombres por su fracaso matrimonial. En una ocasión escuchamos un grito destemplado que decía “Puuupi”, después nos enteramos que un perrito de ese nombre, propiedad de una vecina se había caído y para su buena suerte, un vigilante lo había cachado evitándole un golpe que pudo ser mortal, lo apodé “súpercan”, era pequeño y peludo, muy travieso y su propietaria un tanto histérica. Me sacaban a pasear a un parquecito , no tenía fuerza ni para mantenerme sentado, parecía una gelatina me iba de lado y si no me detenían me caía, cuando Ana se fue allá para cuidarme, la acompañó Cecibel, una novia de mi hijo, muchacha gordita, muy atenta y servicial, (Dios la bendiga siempre) en ocasiones me urgía ir al baño y como no podía siquiera levantarme, al no haber nadie más en casa, ella me cargaba como a un muñeco y me sentaba en la taza del baño y se quedaba a cuidarme, eso me avergonzaba mucho y en una ocasión, pedí que me dejaran solo, no lo hubiera hecho, mi cuerpo se empezó a cargar a la izquierda hasta dar vuelta completamente, mi cabeza pegó en el piso y como la pared estaba muy cerca de la taza, quedé atorado, en una vergonzosa posición de “tirador”, con la cola hacia arriba, acudieron, para auxiliarme mi hijo, Cinthia Ana y Cecibel, me limpiaron y trataban de sacarme, pero no podían, yo sentía como a cada movimiento, me lastimaba los puntos de sutura del cráneo, al fin lo lograron, me bañaron y al día siguiente solicité a una doctora que considerara la posibilidad de retirar los puntos, lo hizo, cortándolos con un bisturí que apoyaba contra el cuero cabelludo, muy rápido, pero con heridas superficiales. Los estudios médicos sobre diferentes aspectos de mi salud continuaron, descubrieron que tenía una glándula suprarrenal crecida, al parecer era la causa de mi hipertensión y me mandaron al Instituto Nacional de Nutrición para que un nefrólogo me pudiera tratar el problema, lo que logró remediar en casi un año. También me enviaron al Instituto Nacional de Cardiología. En este hospital, después de exigirme que consiguiera comprobantes de no ser beneficiario del IMSS o del ISSSTE, me atendieron muy bien. Me citaron a las 7:00 de la mañana, por lo que me presenté a las 6:00, hacía un frío tremendo, el hospital aún no abría sus puertas y la fila –triple- para entrar era mayor de una cuadra, la gente tomaba atole calientito y tamales, cuando ya casi llegaba a la puerta, me dí cuenta que había varios escalones, pedí a mi sobrino Lalo que preguntara como entrar con mi silla de ruedas y nos enviaron a dar la vuelta a la cuadra y entrar por una puerta totalmente despejada, siguiendo algunos pasillos, nos encontramos en una sala interior a donde ingresaban los que habían hecho fila, pasando antes por un control interior en donde hacían otra fila, un señor muy amable nos pidió que tuviéramos a la mano nuestros documentos y llamaba por su nombre a los que recibirían en el consultorio, fue hasta mi lugar y solicitó mis documentos, me dijo “creo que lo vi por aquí en la semana” y como me vio en silla de ruedas, se brincó el orden y me pasó a otra sala, ahí nos pidió que nos desnudáramos de la parte superior para después tomar una bata y cubrirnos nuevamente, lo hicimos todos sin protestar, en el grupo había mujeres, por respeto a ellas, les di la espalda mientras lo hacíamos, una vez que nos vestimos adecuadamente, una señora me agradeció que no las viera y le evitara la vergüenza mientras cambiaban sus blusas por la bata, nos hicieron varios estudios, electrocardiograma, el pulso, respiración y algunos que no recuerdo. Por la tarde, me comunicó que no tenía problemas con el corazón y que no sería necesario que volviera, a menos que mi doctor lo ordenara, salimos felices por el resultado, y porque eso eliminaba los gastos para acudir a ese hospital. Por alguna razón me enviaron a un nuevo hospital, el “Manuel Gea González” pero como la ubicación del departamento estaba justo a dos cuadras de la avenida que delimitaba su jurisdicción, no me aceptaron. Visité diversos hospitales, en lo que me hicieron muchos estudios, radiografías (que descubrieron que tenía luxado el hombro izquierdo), tomografías, resonancias magnéticas, electromiografías, análisis de sangre para muchos probables padecimientos: diabetes, sida, hepatitis, etc., análisis de orina y excrementos. En uno de éstos me pasó algo gracioso, me citaron para un análisis de sangre y para una revisión de la próstata. Pensando que me harían un tacto rectal, como yo había escuchado que se hacía, me resistí a la idea, pero mis hermanas, sabiendo que era necesario, me despertaron temprano y cuidaron muy bien de que no tomara alimento alguno, ni siquiera agua, me dijeron que los dos análisis me los harían en el mismo hospital, llegamos un poco antes y después de hacer los pagos correspondientes, esperamos hasta que fui llamado, una enfermera muy amable extrajo una muestra de sangre y me preguntó sonriente si verían lo de mi próstata, le dije que sí, pero que tenía un poco de temor, ya que nunca había hecho ese estudio y me habían contado que era doloroso. Me miró sonriente y me dijo “no hay porque temer, ya no se hace como antes, ahora mediante esta muestra de sangre veremos los antígenos y determinaremos como anda de la próstata” –uff, que alivio, ya me imaginaba, violado por un dedo extraño-, salí feliz, bendiciendo los adelantos de la ciencia. Uno de los análisis fue entregado a la Doctora Ríos, de Neurología, en él detectó la falta de una hormona llamada “levotiroxina sódica” y me dijo que mi glándula tiroides no estaba funcionando, por lo que debería tomar en adelante una pastilla diaria de “Karet”, que podría adquirir en ese mismo hospital, esta pastilla se toma por la mañana al despertar y es necesario esperar una hora antes de ingerir nada, con esta sumaban 30 pastillas que consumía diariamente, mas 2 que me recetaron posteriormente para prevenir el daño que todas las demás ocasionaban a mi estómago. Mi hermana Elsa consiguió que en el Hospital de Neurología aceptaran darme terapias de rehabilitación, me presentó con Adriana, una terapista joven, morena, muy eficiente y muy amable, quien me preparó con paciencia y sabiduría, me ponían en un cajón y después lo levantaban poco a poco, con la finalidad de que mis piernas recuperaran fuerza para sostenerme, me fijaban a un arnés y me ponían en una caminadora, me subían a una bicicleta fija y cuidaban mis movimientos, fue un aprendizaje intensivo, no exento de dolores, pero muy efectivo, Adriana sugirió que adquiriera una férula , ya que mi pie izquierdo se doblaba hacia adentro y me ponía en peligro de caer, lo que hubiera resultado fatal si me golpeaba la cabeza. Una persona acudía regularmente para proveer el servicio, lo entrevistamos y el precio ascendió a 900 pesos, un tanto cara para nosotros que dependíamos totalmente de Estela. Nuevamente nos auxilió el Comité de Damas Voluntarias”, con 500 pesos. Para esta férula, la persona se presentó al hospital y me vendó la pierna izquierda, desde el talón a la rodilla, poniendo bajo las vendas, por la parte delantera una tira de plástico, humedeció las vendas y oprimió para que el yeso quedara a la medida exacta, una vez que se hubo ventilado un poco, cortó por la parte delantera, -que me protegía la tira de plástico- y obtuvo un modelo de mi pierna, me ofreció tener la férula en una semana. Después me pasaron a terapia ocupacional. Ahí la terapista era Betty, joven también, muy respetuosa. Los movimientos eran diferentes usaban objetos propios de niños, los que había que ensamblar o cambiar de lugar, además de trabajar en la sensibilidad del lado izquierdo. Mi brazo no se movía nada y sobre él deslizaba guantes de peluche, de toalla, de tul, etc., de ese modo empecé a percibir cuando alguien me tocaba el brazo.

  3. #123
    Fecha de Ingreso
    24-mayo-2009
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    Predeterminado

    Ya me da pena con ustedess se alargó mucho el relato, pero estamos a poco para terminar si alguno desea el libro completo, no tengo nada en contra de enviárselos solo lo tendrán que solicitar a mi correo que es [email protected]. ya que aún no consigo que me lo impriman
    Última edición por la lore; 21-jun.-2012 a las 20:34 Razón: corrección del mail

  4. #124
    Fecha de Ingreso
    05-julio-2007
    Ubicación
    Monterrey, N.L.
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    Predeterminado

    pakasso, cual pena ni que nada! lo que sucede es que, estamos atentos a tus escritos, aunque posteamos poco, para no interrumpirte
    tus relatos son bastante buenos, asi que aqui seguimos leyendote.

    te reitero mi profunda admiración, por esa fortaleza tan grande que tienes.
    saludos!
    No soy rara....soy edición limitada.

  5. #125
    Fecha de Ingreso
    24-mayo-2009
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    Predeterminado

    Ahora me enviaron al Instituto Nacional de Rehabilitación –ubicado por Xochimilco- Quedé maravillado de sus instalaciones, muy amplias y con salas llenas de aparatos para rehabilitación. Localizamos el consultorio donde debíamos presentarnos y nos llevaron a una sala donde explicaron a todos los solicitantes que no podían ser admitidos todos, por lo que se estudiaría la necesidad real de cada uno y nos darían los resultados, me enviaron con una doctora muy joven pero muy sabia, midieron el ángulo hasta donde podían mover mi brazo y me envió a realizar 10 terapias, (una cada día), a las 8 de la mañana. Ingresar era todo un problema, había que identificarse plenamente, justificar el motivo de ingreso y dejar la identificación para recogerla a la salida, los métodos eran un poco duros, me movían el brazo luxado y me hacían llorar de dolor, me enseñaron una rutina de ejercicios, que hoy –después de 4 años- aún practico, y que gracias ellos, camino, auxiliándome de un bastón. Contrariamente a mi opinión de la gente de la ciudad de México, recibí muchas muestras de apoyo, en ocasiones se ofrecían a empujar mi silla para ir de un lado a otro, me cedían el paso, me trataban con mucha consideración, aunque no faltan los patanes que estacionan sus autos en las rampas o en los lugares para estacionamiento de discapacitados, pero son los menos.

    Para entonces, mis hermanas me llevaban a dar la vuelta a los viveros de Coyoacán y en una ocasión, que tenía mucha sed, le pedí a mi hijo un vaso de agua y me situaron bajo un árbol, con mi vasito térmico. Imagino que mi imagen debió causar lástima, unos jóvenes, de los muchos que van ahí a correr, preguntaron a mi hijo si estaba pidiendo limosna, les contestó que no y agradeció la intención. Una caso parecido me sucedió días después, Ana me sacaba a tomar el sol a la esquina, bajo un árbol y me dejaba en mi silla de ruedas, aprovechaba el tiempo leyendo un libro de nombre “El sueño de Inocencio” de Gerardo laveaga, que habla sobre el Papa Inocencio III, de pronto, una pareja se detuvo a mi lado y me ofrecían un billete de 50 pesos “para que se ayude”, sentí una vergüenza terrible y rechacé la ayuda, cuidando de no parecer grosero, se disculparon y se retiraron, mi familia rió mucho cuando conté el incidente, pero aunque no recibí la ayuda, agradecí a Dios porque aún haya gente solidaria con las desgracias ajenas.
    En la calle, una vez fui interceptado por los Testigos de Jehová, quienes me dieron una invitación impresa para un evento de conmemoración de la muerte de Jesús, el cual se celebraría en el Estadio Azteca, no fui, pero supongo que debió ser multitudinario por la cantidad de asistentes que caben en el estadio.

  6. #126
    Fecha de Ingreso
    24-mayo-2009
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    Coyoacán me gustó mucho, es un remanso de paz en el trajín de la ciudad moderna, es una delegación muy bella, parece un pueblito de provincia, con calles adoquinadas, pocos edificios altos y un diseño sencillo, la plaza principal está rodeada de locales donde se venden artesanías y se enseña como realizarlas, en esta plaza se presentan cada domingo, grupos artísticos que hacen la delicia de los visitantes, que son muchos y muy variados.

    Afortunadamente todo salió bien y un año y medio después pude regresar a Lázaro Cárdenas, en una silla de ruedas ya que aún no podía caminar. Mi hermana Estela – Dios la bendiga siempre- me proveyó de un bastón, pants y zapatos tenis.

    Regresar a este pueblo costeño fue un triunfo, me sentí feliz de experimentar su clima caluroso. Visité a algunos vecinos para agradecerles que hayan rezado por mí y Doña Maura, una vecina que vende cena, me regalo una pequeña estatua de la virgen de Guadalupe, me hizo llorar, y es que después de mi estancia en el hospital experimentaba una depresión terrible, me había convertido en un ser débil, sentimental y llorón, algún tiempo después descubrí que era un proceso normal postoperatorio. Por lo pronto, a mi regreso a Lázaro Cárdenas, me encontré con malas noticias, mi equipo de cómputo, la impresora y el escáner se habían dañado y no funcionaban, Mi hijo hizo los arreglos necesario para adquirirlos de nuevo, muchos de mis cds se perdieron, mi biblia, que me había regalado un testigo de Jehová, que me visitaba cuando tenía el negocio de computación, había desaparecido, no es que fuera asiduo lector, por el contrario, como la mayoría de las personas, tenía ese libro sagrado, pero casi no lo leía y ahora que estaba muy agradecido con Dios por haberme dado una segunda oportunidad, tenía hambre de conocer algo más de él. Al parecer el creador me escuchó, me visitaba un compadre, originario de Morelia, Médico Veterinario Zootecnista, muy buen veterinario, pero con la desgracia de ser alcohólico, que ahora era miembro de la Congregación Cristiana “El Shadai”. Me llevó a un acto religioso, muy interesante, Sucedió lo siguiente: al llegar a su templo, escuché una música muy alegre, con teclados, batería y guitarra eléctrica, muchos feligreses cantaban alabanzas, bailaban y aplaudían, después un pastor hizo un extenso discurso sobre temas bíblicos, de pronto se interrumpió y nos pidió que los que asistíamos por primera vez levantásemos la mano. Nos dio la bienvenida en nombre de la congregación, recibimos sus palabras y un aplauso, varias personas vinieron hacia mí y me felicitaron por estar ahí, me preguntaron si estaba de acuerdo en que hicieran una oración por mi, ¡claro que si! No me perjudicaba en nada y si Dios lo quería, podría ayudar en mi recuperación. Esperaba que uno de ellos dijera la oración mientras los demás escuchaban, pero no fue así, todos hablaban al mismo tiempo, expresando su oración, que lógicamente era diferente. Yo guardaba silencio respetuoso, pero pensaba –como buen incrédulo- si yo, aquí, en medio de ellos, no los entiendo, Dios hasta allá en el cielo, menos. Una vez terminado el acto, llamaron al “apostol”, nuevamente me salió lo incrédulo, pensaba “si los apóstoles acompañaron a Jesús hace 2000 años” (después me enteré que le llaman así por haber iniciado varios grupos de cristianos de esa congregación), vino éste señor, de avanzada edad y mirándome fijamente me dijo “Tú, tú no tienes fe”, acepté porque era verdad, “pero la fe los hermanos te atraerá las bendiciones de Dios”, entonces tocó mi hombro y mi pierna izquierdos, ya que era muy evidente que todo el lado izquierdo de mi cuerpo no funcionaba y dijo “declaro que todo tu cuerpo está sano” de inmediato pensé “órale, ya no se van a ocupar los hospitales, pero enseguida complementó “esto lo declaro en el nombre de Jesús” y ahí mi mente no ofreció ninguna objeción, mi compadre, que estaba ubicado a mi lado derecho, me sujetó fuertemente y me levantó y el apóstol lo hizo por el lado izquierdo y echaron a caminar, para evitar que me arrastraran, trataba de mover ambas piernas, el apóstol dijo “¿ya ves? Estás caminando?” esto me decepcionó, porque yo sabía que no era así y esa muestra para exhibirme no me gustó. En otra ocasión me llevó al auditorio municipal, ahí se realizaba una reunión y cuando llegamos, algunas mujeres exponían sus testimonios, que se pueden resumir en “mi marido se volvió borracho pecador y mujeriego, pero le pedí a Dios que me ayudara y ahora es un marido fiel y amoroso” tal vez, estaban en lo cierto y para ellas era un milagro, pero a mi me pareció algo común, mi caso (jajaja) si era un milagro. Pregunté a mi compadre si podría contarlo y me explicó que el desarrollo ya estaba planeado, pero podría hacerlo, si lo deseaba en una próxima ocasión. Esto llegó a su fin, cuando insistió en que acudiéramos –Ana y yo- a una cena con gente de su congregación. Ana se negó rotundamente y mi compadre no volvió a visitarnos, su hermano, el Contador Manuel y Rosita, su esposa vinieron una vez a visitarme y juntos hicieron oración por mí. Recibí visitas ocasionales de otras personas con fines religiosos los testigos de Jehová, venían cada semana y me explicaban asuntos bíblicos y me hacían conocer aspectos de Dios, el primero, ya me lo había preguntado yo mismo cuando rezaba el padre nuestro “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” pero ¿cuál es su nombre? ¿cómo se llama Dios? Ellos me enseñaron, con la biblia en la mano – como todo lo que enseñan- que Dios se llama Jehová, cómo es Él y sus propósitos para la humanidad. Llegó el día en que realizarían la conmemoración –aquél acto para el que fui invitado en la ciudad de México, tuve curiosidad por conocerlo y acepté acompañarlos, si me llevaban y me traían. Fui, esperando algo así como una misa común, pero fue algo diferente, muy emotivo. Las personas me recibieron muy amablemente, me instalaron y una vez terminado el acto, me trajeron a casa, quedé gratamente sorprendido del ambiente cordial que se respiraba en esa congregación, a partir de ahí y con su ayuda, empecé a asistir a casi todas las reuniones. Poco tiempo después, una señora amiga de Ana, Doña Eli, me invitó a una congregación cristiana llamada “Emmanuel”, vino con su esposo en una camioneta y entre los dos me subieron, llegamos a su templo y al igual que en “El Shadai”, los asistentes cantaban, aplaudían y bailaban, después pasaron las muchachas con pequeñas charolas para recoger las ofrendas monetarias, se ofrecieron sobres vacíos en los que quien lo deseaba, depositaba billetes, me tocó ver algunos de alta denominación, 200 o 500 pesos. Una vez terminada la recolección, se dio principio al discurso sobre temas bíblicos y al igual que en la otra congregación, nos dieron la bienvenida a los que asistíamos por primera vez y también aquí oraron por mí. Sería un ingrato si no agradeciera sus oraciones, me estaban haciendo falta. El siguiente jueves por la tarde, Doña Eli y su esposo pasaron por mí. En esta ocasión, me llevaron a una célula , resultó ser la casa de Aidé, una ex compañera de trabajo de Redap (Sicartsa), quien en varias ocasiones había intentado hablar conmigo de religión, pero que no lo había logrado, le extrañó verme por ahí, esta célula la conformaban unas 30 personas, entre jóvenes y adultos, después de los saludos de rigor, acordaron leer un libro de la biblia, para ello, cada uno de los asistentes debería leer un versículo y al finalizar, su esposo “ChavA” haría los comentarios correspondientes para explicar un poco mejor lo leído, me ofrecieron una biblia, pero como yo llevaba una que me había regalado mi yerno, de las que editan los Testigos de Jehová, la rechacé, se dieron cuenta de inmediato y me criticaron por ello, leímos, según lo acordado y al terminar les pregunté si lo que yo había leído era diferente a lo que decían sus Biblias, me respondieron que no –Siempre he pensado que las Biblias las extraen de los mismos antiguos rollos-. Una señora gorda de nombre Julia preguntó ¿Qué creen que soñé? Lógicamente no hubo respuestas. Entonces explicó “soñé que era una viejecita y explicaba la palabra de Dios a una gran congregación” No me pareció una falta de respeto explicar que los Testigos de Jehová tienen ancianos de 20 años, les llaman así por lo que saben, no por la edad, así que no era necesario que estuviera de muy avanzada edad para ser una anciana y enseñar la palabra de Dios, me miró furiosa y me dijo “Don Paco, usted está en la peor religión que pudo encontrar, la nuestra es la buena, estuve a punto de reírme – un vecino que me había visitado recientemente que asistía con los adventistas me había dicho lo mismo, me contuve y todo quedó en paz.

  7. #127
    Fecha de Ingreso
    25-diciembre-2008
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    -

    Coyoacán es mi primera cuna... continúa que aquí te sigo...


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    No me tientes que si nos tentamos no nos podremos olvidar... Benedetti

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  8. #128
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    24-mayo-2009
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    Antes que otra cosa Felicitaciones Biby, la verdad Coyoacán me encantó.
    Continuamos
    El domingo siguiente, nuevamente fui al templo de Emmanuel, en esta ocasión, además de repetirse la ceremonia del domingo anterior, decidieron quedarse a una clase de religión, para mi sorpresa, la maestra era, Rosita la esposa de mi amigo Manuel el contador. Yo sabía que ellos no eran católicos, pero nunca pregunté por su religión, ahora lo sabía Cristianos. El siguiente jueves, volvimos a la célula y nuevamente lectura y explicación de la Biblia.

    Doña Julia preguntó entonces ¿Qué creen que soñé? Como ella era la que me atacó en la reunión anterior, decidí vengarme, le dije “que se puso a dieta y bajó 30 kilos” se le acabó la sonrisa y vino contra mí “A ver señor Testigo de Jehová, ustedes que todo lo saben, dígame ¿qué soñe? “yo duermo con mi esposa y no se que o con quien sueña” le contesté. Entonces dijo, “Soñé que estaba muerta y mi familia lloraba desesperadamente y del cielo bajaban serpentinas”. Precisamente, en la reunión e los Testigos de Jehová se había expuesto ese tema en la semana, lo tenía fresco en mi mente. Pregunté ¿Usted enseña la palabra de Dios y ha leído la Biblia? ¡Claro! Me contesto, tres veces. Entonces por favor lea, con voz fuerte y clara lo que dice Eclesiastés 9.5 al respecto. Leyó “porque los vivos tenemos conciencia de que moriremos, pero los muertos no tienen conciencia de nada en absoluto”. Entonces le dí la puntilla “si soñó que estaba muerta y veía a su familia llorar y del cielo caían serpentinas. No estaba muerta, andaba de parranda” todos los asistentes rieron de la ocurrencia, menos ella que me contó una historia en la cual se había peleado y dejado con su marido, le remordió la conciencia y pensó regresar, pero justamente ese día encontró a su marido corriendo a su hija de la casa por lo que se volvió a ir, ahora con su hija, a la calle, pero unos amigos –Testigos de Jehová- le ofrecieron un cuartito para que vivieran temporalmente. Pasado un tiempo le dieron respuesta a su solicitud de empleo en Sicartsa y los testigos, enterados de que asistía al templo cristiano y a la célula, le habían pedido que se fueran para que nos les causara tropiezo con su religión ni causárselo a ella con la suya . ¿Dónde estaba pues, el amor a Dios de los Testigos de Jehová? Le contesté mundanamente “dicen que el muerto y el arrimado a los tres días apesta”. Aidé, queriendo reforzar lo platicado nos contó otra historia similar: Una muchacha –que se encontraba entre nosotros- tuvo un problema con una hermana cristiana, de su misma congregación y después de unos días se arrepintió, por lo que le pidió a su marido que la acompañara a pedir disculpas, Él se negó, pero fue y le comunicó a la parte contraria lo que pensaba su mujer. Ésta buscó a Aidé para que la acompañara y fueron las dos para hablar con la hermana, quien las recibió con insultos, a pesar de que Aidé le hizo notar que no era eso lo que se aprendía en el cristianismo, fueron despedidas del mismo modo. Ahora me tocó preguntar ¿Dónde está el amor a Dios de los Cristianos?. Ya de regreso, Doña Eli me decía que no debería andar con una congregación y con otra “hay que ser fieles a Dios” pues si, a Dios, pero ustedes no son Dios son gente imperfecta como yo y quieren dictar normas para adorarlo, yo busco la forma de saber más de Él y eso me lo enseñan los Testigos con la Biblia en la mano, con sus actitudes, con su amor de congregación, allá no hay chismes, ni malas palabras, ni chistes obscenos, definitivamente, me quedo con ellos. Agradecí su interés y ayuda y decidí no regresar a la congregación cristiana.

  9. #129
    Fecha de Ingreso
    24-mayo-2009
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    Pedro, mi gran amigo, a quien llamo compadre por pura estimación, que estuvo al pendiente de mi salud y se encargó de que nuestro celular siempre tuviera saldo e inclusive me prestó una mini-televisión para que estuviera menos triste o aburrido en México, me visitó varias veces a mi regreso. Ha sido como un hermano conmigo, siempre dándome ánimo y mostrando su estimación, lo que no han hecho mis hermanos los varones –porque mis hermanas se han portado muy lindas conmigo-. Con el tiempo libre por no poder realizar ninguna actividad dado que la parte izquierda de mi cuerpo no funciona, me dediqué a navegar por el Internet, veía películas, videos, libros y entonces me volví a acordar de mi amiga Adriana, de Arteaga, la busqué en el Internet y primero hallé referencias de su hermana María Eugenia y después en una página de tratamientos electromagnéticos encontré un testimonio de ella, ahí se informaba de su teléfono, lo anoté y seguí buscando, de pronto la localicé en Facebook, pero no tenía muchos datos, ni fotografía. Me animé a enviarle un mensaje y en una semana recibí respuesta, me dio mucho gusto, hacía 40 años que no sabía nada de ella, a excepción de una ocasión que mi hermano Efrén fue a Morelia y la conoció en una fiesta, tomándose una foto al lado de ella, misma que presumió en la casa de Algarín, pero le amargué la fiesta cuando le dije que la conocía. Eso fue hace unos 35 años y ahora de pronto, nuevamente estábamos en contacto, como cuando éramos unos chiquillos nos contamos cosas que nos sucedieron durante el tiempo que no nos vimos, ella sigue siendo una persona encantadora. Curiosamente, también por estas fechas recibí una solicitud de amistad de Evelia, con otros apellidos, le respondí, pidiendo que me disculpara, pero no andaba buscando amistades y no recordaba que la conociera, me envió un nuevo mensaje, me dijo “yo si te conozco, eres de Apatzingán y tu papá es dentista” pues sí, pero a la única Evelia que recuerdo, era de San Antonio y se apellidaba diferente “Esa soy yo, quiero pedirte me disculpes porque me porté mal contigo.” Ahora si la recordé muy bien y me renació un poquito el coraje de la vez que me dio el papelito en la terminal, así que a modo de venganza le escribí “No te preocupes, no me rompiste el corazón”. Una vez pasado este momento reiniciamos la relación, como amigos a través de la distancia. Se hizo costumbre chatear con Adriana, mi mujer no le tiene celos, porque ya le había contado de ella, pero a Evelia si. En estas sesiones de chat, me informó que su marido es escritor, yo, en cambio le contaba anécdotas de mi vida y en una ocasión me dijo “deberías escribir tus anécdotas para conformar un libro”, me reí de la idea, pero pasados unos días, nuevamente me dio ánimo, entonces decidí intentarlo, empecé sin ningún orden, primero lo más sentido de mi vida, mi romance con María y después con Salud. Una vez empezado, agarré vuelo y en 7 pedazos, conformé la primera parte, que comprende desde mi infancia hasta los 20 años.

  10. #130
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    Predeterminado

    Los envié a Adriana y sus opiniones fueron alentadoras y de igual manera las de su marido, vinieron a vacacionar a Lázaro Cárdenas y fuimos a la playa. Ella, su marido, su hija y su nieta, además de una comadre y su hija, se vieron felices, disfrutando del aire marino y de la vista que ofrece la playa del mar y su inmensidad, pero no tanto como yo disfruté de su compañía. Su marido, Arturo, resultó ser un señor muy agradable, tranquilo y alegre, su hija –Una güerita muy linda y educada, me fue muy simpática, su nieta, una pequeña muy inquieta me Adoptó como tío y por último, su hijo, de unos 10 años, niño muy educado, quien se expuso durante mucho tiempo al sol y regresó rojo como camarón. Estuve muy feliz con ellos, pero la visita terminó en 2 días. Ahora sólo me quedará el consuelo de la comunicación vía Internet, pero sé que nuestra amistad será aún muy larga, espero no estropearla como he hecho con lo mejor de mi vida. Ana y Adriana congeniaron bien.

    Desde mi regreso de México, hace 4 años, no he podido trabajar, por lo que la economía familiar anda muy baja, sobrevivimos por la ayuda que nos da mi hermana Estela o mi hermana Dora María y la de mis hijos.

    Por la necesidad de regresar a la ciudad de México para mis citas médicas, me presenté a la base de las combis para solicitarles su ayuda económica. Me encontré con la mala noticia de que “el temerario” había muerto al no resistir una operación que le practicaron después de encontrarle cáncer, los compañeros se mostraron generosos conmigo y logré completar los pasajes, desde entonces los he molestado cada 4 o 5 meses.
    El único de mis hermanos que me ha prestado un poco de ayuda es Anselmo, quien también se encuentra convaleciente de la fractura de sus codos, él y mi cuñada Eloísa han estado muy atentos de mis progresos. A partir de que me decidí a escribir estas anécdotas, he revivido muchas cosas de mi pasado y me siento muy bien, aún cuando mi recuperación es muy lenta, pero después del primer milagro, por el que aún estoy con vida, mi fe en Dios ha crecido enormemente y ahora confío en que me recuperaré totalmente.

    FIN

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