Iniciado por
pakasso
Hola, estimados compañeros de el foro, hace ya mucho tiempo que no me conectaba, pero ahora tengo una pena m,uy grande y leerlos me reconforta, agregué una pequeña parte a mi libro, que por cierto no he logrado que me lo publiquen, con mucho gusto se los comparto:
Han pasado aproximadamente 4 años de que escribí el fin de la historia, hoy es 28 de octubre de 2014, y estoy muy triste, el día 24 falleció mi esposa Ana, la diabetes le ganó la batalla final, durante estos 4 días he recibido el pésame de amigos y conocidos, hasta desconocidos, sólo palabras que no alivian mi dolor, vinieron mis hermanos a acompañarme brevemente en el duelo y si, me sirvió de consuelo, al velorio acudió mucha gente, después la llevamos a una misa de cuerpo presente y finalmente a cremar, no tuve valor de ir al crematorio, esperé en mi casa y ahora tengo sus cenizas en una pequeña urna, junto a mi cama, y aunque parezca tétrico, no tiene nada de eso, antes de dormir platico un poquito con ella y le dedico mis oraciones y al despertar, le doy los buenos días, lo que ya no hacíamos y la siento junto a mí, no se ha ido del todo, creo que nunca se irá, fueron 38 años de convivencia diaria, siempre juntos, más de la mitad de mi vida, tomando en cuenta que actualmente tengo 59 años y los últimos 8 vivió cuidándome con amor, eso borra los primeros años de nuestra vida juntos, en los que los pleitos conyugales fueron el pan de cada día. Estoy empezando una nueva etapa de mi vida, tendré que aprender a vivir sin ella y es muy doloroso, mis hijas Heidi y Magali se han hecho cargo de este pedazo de hombre que ahora vive lloroso. Me siento como perro sin dueño, y me da por reflexionar lo tonto que fui, vivía recordando el pasado, busqué vía internet a la que fue el amor de mi vida y descubrí que murió en 2009, en un accidente de auto en el free-way en California, USA, de Carolina no logré saber nada y menos de mi hija desconocida, pero en la búsqueda me desentendí de mi esposa enferma de diabetes que día a día agravó, hace un año le cortaron un dedo del pie y en este, estuvo hospitalizada dos veces, mis hijas la cuidaban, pero no fue suficiente y el 24, a las 7 de la mañana, nos dejó para siempre, ya le he pedido perdón y estamos en el novenario, pero ya no podemos remediar nada. Espero haber aprendido la lección y desde ahora darle a cada quien la importancia que tiene.