El cuarto estaba alumbrado a medias. La ventana con cortinas
blancas no dejaba hacerse una idea clara de qué hora era exactamente.
Sobre la cama, que estaba en el centro de la habitación y que aportaba
a las penumbras luciendo un juego de sábanas oscuras, yacian algunos
manuscritos y en el piso, apoyándose de espaldas contra la cama, estaba
su autor y a su vez, sobre sus piernas se recostaba ella: Razón de todo
ese derramamiento de tinta que la arrasaba hacia lo más profundo de él.
El resto del mobiliario se componía por dos mesas de luz a los lados de la
cama que sostenían vasos, botellas, tickets de compras, ceniceros improvisados;
una mesa mediana con dos sillas en las que se desparramaba casi todo el
contenido de un par de mochilas y por último, un cuadro que ofrecía una vista
panorámica de un lugar que corresponde a la clase de cosas que despiertan
deseo por no más de dos minutos.
-¿De qué sirve cualquier cosa? -Con esa pregunta él hizo que volvieran
del adormecimiento causado por las caricias.
-¿Qué? -le respondió ella abriendo los ojos y acomodándose, sabiendo que
empezaría nuevamente ese divague tan característico de él.
-Es decir; uno siempre quiere cosas; dice "Voy a conseguir esto", pero
¿y después? Uno no puede ponerse en la boca un Te amo justo antes de
un Pero; eso podría desencadenar en algo trágico. Yo no sé quien haya dicho
que uno siempre tiene que lograr cosas para sí mismo; no encuentro nada
de atractivo en lograr algo que sea por y para mí.
-Y eso exactamente quiere decir que...
-Que dejamos ir casi siempre la oportunidad de nuestras vidas por la tonta
pretensión de querer ser alguien, algo; cuando sin saberlo, estás siendo la razón
de la vida de alguna persona.
Hubo una pausa; su mirada iba hacia ninguna parte mientras que la de ella
se perdía en su cabello despeinado, sus ojos marrones resguardados tras
unos lentes que agravaban suavemente su aire de por sí melancólico y una barba
candado que le causaba espasmos deliciosos cuando le recorría el cuello.
-Quiero saber más -le dijo ella y mirándola fijo por unos segundos, él continuó:
-No sé los nombres pero eran una pareja felíz; tampoco es mi historia, aclaro;
como decía, eran una pareja felíz: Él no tenía noción de su capacidad de amar;
era tan grande que varias veces sintió que moría; no podía controlarlo; era muy
fuerte para un solo corazón; ella, por su parte, se esforzaba por corresponder
a semejante sentimiento. Él, como ya te habrás dado cuenta, no era una persona
corriente; era único en su clase; sin precedentes y totalmente a los pies de ella.
Tenían momentos en los que se les hacía un nudo en la garganta, se les
comprimía el pecho y sólo querían salir a encontrarse. El a veces lloraba por tanto
amor; se desesperaba, perdía la paciencia; se sumía en una angustia inmensa.
Muchas veces le había pedido que escaparan juntos; no quería otra cosa en el mundo
mas que estar entre sus brazos y ella lo sentía también así. Le pidió paciencia; tenía
que hacer algo antes; se había fijado un objetivo; una de esas metas que te hacen
ser alguien en la vida; que te dan cierto valor para la sociedad. No sabía que él
era una bomba de tiempo; finalmente explotó y ya no estaban juntos.
Después del llanto, el desgano y todo lo que caracteriza a las rupturas, se encontraron
otra vez.Ella había conseguido lo que quería; lo había logrado; él, por su lado,
había encontrado un pecho en donde poner parte de ese corazón gigante que era,
finalmente, lo único que tenía en esta vida. No había ningún cambio en él, seguía siendo
el del principio pero sí se notaba un cambio en ella; estaba decepcionada. Y esa es toda
la historia.
Esos arrebatos suyos sólo lograban hacerla sonreír. La pausa era para encender
el último cigarrillo que ella, con un poco de descontento, le alcanzó. No supo bien
por qué se lo dio; bien pudo haber ocultado todo el paquete; talvez no hizo nada
así porque se trataba de él.
La primera bocanada de humo que se desparramó por la habitación dio inicio
a la continuación de la historia:
-Ella simplemente se miró y supo que todo lo que era ahora no tenía mucho caso.
Había estado solamente a un sí de ser la mujer más felíz; si tan solo hubiera aceptado,
si solamente habría hecho caso al llamado desgarrado de él, no estaría sintiendo
lo que sentía: ese aire frío en su costado; entonces se preguntó "¿Y ahora qué?"
y el silencio le respondió "¿Ahora?...Ahora nada" Y así pasó; luego de que haces
algo así es difícil que puedas remediarlo.
-Estoy totalmente de acuerdo. El amor debería ser así pero casi nunca lo es.
-Creo con toda el alma en esa clase de amor. Cuando alguien te da un Te amo
entre lágrimas de felicidad y reaccionas de la misma manera, cuando se siente
ese nudo en la garganta y el pecho está a punto de estallar y dejar ir trozos
del corazón por todas partes, cuando todo eso pasa es cuando debes saber
que la vida te está dando todo, absolutamente todo lo que tiene para ofrecerte
y talvez nunca más vuelva a hacerlo.
Los ojos se le pusieron brillosos en ese momento. Sentía demasiado todo lo que
estaba diciendo. Ella no sabía si decir algo o callar; finalmente optó por entrelazar
sus dedos con los suyos y estar en silencio.
-Si de verdad amas a alguien -continuó él, llevando la mano izquierda lo más
lejos posible de ella, ya que con esa sostenía el cigarrillo- nunca lo haces esperar.
Si de verdad es amor nunca estarás pensando primero en tus cosas. Nunca le
vas a pedir algo que no pueda hacer sino más bien, lo vas a hacer todo y más
porque nada pero nada importa más que ese alguien. Estamos en este mundo
para eso: Para amar; de eso se trata todo; el resto de las cosas viene más tarde.
Nunca es suficiente cuando se trata de amar.
El silencio se adueñó nuevamente del ambiente; no hacían más que mirarse;
su rostro brillaba, o más bien ella lo veía así y entendió entonces dónde y
con quien estaba.