Si eres de l@s que se preguntan como es posible que hayas salido tan fe@ en esa foto que te han hecho con lo guap@ que te veías esta mañana en el espejo antes de salir de casa (o por lo menos con lo normal que te veias en el espejo).
Si eres de l@s que creen firmemente que existe una conspiración entre tus ojos, tu mente, tu cámara y tu espejo, encaminada a sabotear tu cuidado aspecto y tu imagen pública… puede que te interese la explicación de este fenómeno, porque ya ves... que nos pasa a tod@s... o a casi tod@s.
Pues bien, la primera diferencia entre la camara y nuestro espejo, es que la óptica de la cámara nos capta de una manera diferente a tus ojos. En el caso de ópticas con gran angular ya empezamos a tener cierta deformación sobre las medidas del objeto que se contempla debido a que la lente amplia en horizontal el espectro a captar, con lo que las formas sufren una ligera pero apreciable variación.
Los objetos más cercanos a la cámara parecerán más grandes mientras que los más alejados presentarán un tamaño aparente mucho menor al real. Por contra un teleobjetivo “aplana” los objetos o sujetos que aparezcan en la toma haciéndolos aparecer achatados al acercar un objetivo alejado. Se pierde la correcta percepción de los volúmenes.
Pero también hay que recordar que empezamos por tener una falsa imagen de nosotros mismos. El espejo nos devuelve nuestra cara pero nos acostumbramos a verla con los rasgos invertidos, en una simetría opuesta a aquella por la que nos reconoce todo el mundo y que es la que queda reflejada en las fotografías. Todas las fotos nos muestran nuestra cara al revés de como estamos acostumbrados a verla cada mañana. Tenemos una autoimagen de nuestro rostro equivocada.
Otro punto importante es el de la perspectiva. Cuando nos miramos en un espejo solemos hacerlo de cerca y desde un punto de vista elevado (coincidente de manera habitual con la altura de nuestros ojos) pero cualquier observador ajeno a nosotros tiene una perspectiva diferente, más alejado y desde una altura diferente. Ahí tenemos otra diferencia con la imagen que de nosotros queda en una cámara.
Finalmente hay que hablar de las limitaciones que presenta un espejo para devolvernos nuestra imagen (y que nosotros podamos verla). Por otro lado las cámaras que nos captan pueden hacerlo desde ángulos insospechados, mientras adoptamos posturas que normalmente no hemos ensayado ante un espejo, y en nuestro interior se mantiene un sentimiento de unicidad del yo que se desvirtúa cuando descubrimos lo que desde otros puntos de vista mostramos.
En fin, que más vale que nos dejemos de pensar en conspiraciones de la fotografia y reconozcamos que en el fondo, y como dicen algunos, esta vez el lugar del crímen es tu propia mente.
FUENTE: http://noticiasinteresantes.blogcindario.com/