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Tema: Antonin Artaud

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  1. #1
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    21-septiembre-2007
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    En la Ciudad de la Furia.
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    La mente. Para bien o para mal.

    Atormentado. Preso de sí mismo.

  2. #2
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    In the Court of the Crimson King
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    Cita Iniciado por Mechanic Hamlet Ver Mensaje
    La mente. Para bien o para mal.

    Atormentado. Preso de sí mismo.
    Sí, era un atormentado, un alucinado. Hay ocasiones que la locura nos pierde de la realidad y somos felices, como el loco de Werther; hay ocasiones que la locura no impide nuestro estado de consciencia y entonces, los demonios revolotean por todos lados.

    Escribió Anaïs Nin sobre Artaud:

    “Artaud… la cara de mis alucinaciones. Los ojos alucinados. Los rasgos angulosos, tallados por el dolor. El hombre soñador, diabólico e inocente, frágil, nervioso, potente… Realmente es un hombre alucinado y alucinante… es un decadente quebrantado y tembloroso, otro “decadente entusiasta”… opio, quizá. Sus ojos trascienden lo que miran. La cara demacrada, la malicia, la pasión, la violencia.”

    12 de Marzo de 1933.
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  3. #3
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    "Debo declarar, al menos, que había en él una especie de dignidad, aunque fuese una dignidad diabólica; y un dominio de los hechos que me hacía sentir desconsolado e insignificante. Tenía algo que me recordaba a Artaud".

    Ernesto Sabato: Abbadón el exterminador.
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  4. #4
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    Sabía que Artaud era un loco enfermo y atormentado, sentía interés por él, pero no un interés humano; y él, tan morboso e inestable, quería el trofeo que , sabía, reclamaban Allende, Henry y Eduardo, y lo quería todo para sí… no sé porque. Sentados en el Coupole, nos besamos y traté de demostrarle que era sincera, que era un ser dividido, que eso no era un juego sino una tragedia… porque no podía amar imaginativamente y a la vez humanamente. Y poco a poco la historia de mi “locura”, tan semejante a la suya, lo conmovió… Porque los seres humanos le parecen espectrales y él teme la vida, duda de ella. Dice que lo fascinaban mis deslizamientos, mi lucidez, mi vitalidad… que era la serpiente emplumada… víbora y ave…

    Anaïs Nin
    En “Incesto: diario no expurgado” 1932-1934
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  5. #5
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    El yunque de las fuerzas

    Ese flujo, esa náusea, esas tiras: aquí comienza el fuego. El fuego de lenguas. El fuego tejido en flecos de lenguas, en el reflejo de la tierra que se abre como un vientre que está por parir, con entrañas de miel y azúcar. Con todo su obsceno tajo ese vientre fláccido bosteza, pero el fuego bosteza por encima con lenguas retorcidas y ardientes que llevan en la punta rendijas parecidas a la sed. Ese fuego retorcido como nubes en el agua límpida, con la luz al lado que traza una recta y algunas pestañas. Y la tierra entreabierta por todas partes muestra áridos secretos. Secretos como superficies. La tierra y sus nervios, y sus prehistóricas soledades, la tierra de geologías primitivas, donde se descubren secciones del mundo en una sombra
    negra como el carbón. La tierra es madre bajo el hielo del fuego. Ved el fuego en los Tres Rayos, coronado por su melena en la que pululan ojos. Miríadas de miriápodos de ojos. El centro ardiente y convulso de ese fuego es como la punta descuartizada del trueno en la cima del firmamento. Centro blanco de las convulsiones. Un resplandor absoluto en el tumulto de la fuerza. La espantosa punta de la fuerza que se quiebra con estruendo azul.
    Los Tres Rayos forman un abanico cuyas ramas caen rectas y convergen hacia el mismo centro. Ese centro es un disco lechoso recubierto por una espiral de eclipses.
    La sombra del eclipse forma un muro sobre los zig-zags de la alta albañilería celeste.
    Pero por encima del cielo está el Doble-Caballo. La evocación del Caballo se empapa en la luz de la fuerza sobre un fondo de muro deteriorado y exprimido hasta la trama. La trama de su doble pecho. El primero de los dos es mucho más extraño que el otro. Él recoge el resplandor del cual el segundo es sólo la pesada sombra.
    Más bajo aún que la sombra del muro, la cabeza y el pecho del caballo proyectan una sombra como si toda el agua del mundo hiciera subir el orificio de un pozo.
    El abanico desplegado domina una pirámide de cimas, un inmenso concierto de vértices. Una idea de desierto planea sobre esos vértices por encima de los cuales flota un astro desmelenado, horriblemente, inexplicablemente suspendido. Suspendido como el bien en el hombre o el mal en el comercio de hombre
    a hombre, o la muerte en la vida. Fuerza giratoria de los astros.
    Pero detrás de esa visión de absoluto, ese sistema de plantas, de estrellas, de terrenos partidos hasta los huesos, detrás de esa ardiente floculación de gérmenes, esa geometría de búsquedas, ese sistema giratorio de vértices, detrás de ese arado hundido en el espíritu y ese espíritu que separa sus fibras, y descubre sus sedimentos, detrás de esa mano de hombre, en fin, que deja impreso su duro pulgar y dibuja sus tanteos, detrás de esa mescolanza de manipulaciones y cerebro y esos pozos en todas las direcciones del alma y esas cavernas en la realidad, se alza la Ciudad amurallada, la Ciudad inmensamente alta a la que no basta todo el cielo para hacerle un techo donde las plantas crecen en sentido inverso y con una velocidad de astros despedidos.
    Esa ciudad de cavernas y de muros que proyecta sobre el abismo absoluto arcos perfectos y subsuelos como puentes.
    Cómo se quisiera en la concavidad de esos arcos, en la arcada de esos puentes insertar la curva de un hombro desmesuradamente grande, de un hombro en el cual se difunde la sangre. Y colocar su cuerpo en reposo y su cabeza en la que hormiguean los sueños sobre el reborde de esas cornisas gigantescas donde se escalona el firmamento.
    Pues un cielo de Biblia está allá arriba por donde se deslizan blancas nubes. Pero las suaves amenazas de esas nubes. Pero las tormentas. Y ese Sinaí del que dejan asomar las pavesas. Pero la sombra que hace la tierra y la iluminación apagada y blancuzca. Pero finalmente esa sombra en forma de cabra y ese macho cabrío. Y el aquelarre de las Constelaciones.
    Un grito para recoger todo eso y una lengua para ahorcarme.

    Todos esos reflujos comienzan en mí.
    Mostradme la inserción de la tierra, la bisagra de mi espíritu, el atroz nacimiento de mis uñas. Un bloque, un inmenso bloque artificial me separa de mi mentira. Y ese bloque tiene el color que cada uno quiere.
    El mundo deja allí su baba como el mar sobre las rocas y como yo con los reflujos del amor.
    Perros, habéis terminado de hacer rodar vuestros guijarros sobre mi alma. Yo. Yo. Dad vuelta la página de los escombros. También yo espero el pedregullo celeste y la playa sin márgenes. Es necesario que ese fuego comience en mí. Ese fuego y esas lenguas y las cavernas de mi gestación. Que los bloques de hielo retornen a encallar bajo mis dientes. Tengo el cráneo espeso, pero el alma lisa, un corazón de materia encallada. Carezco de meteoros, carezco de fuelles ardientes. Busco en mi garganta nombres, y algo como la pestaña vibrátil de las cosas. El olor de la nada, un tufo de absurdo, el estiércol de la muerte total. El humor ligero y rarefacto. También yo no espero sino al viento. Que se llame amor o miseria casi no logrará hacerme encallar sino en una playa de osamentas.

    De "L'Art et la mort"
    Versión de Aldo Pellegrini
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  6. #6
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    Antoine Marie Joseph Artaud nació en Marsella, Francia, el 04/09/1896.
    En su corta vida fue poeta, ensayista, novelista, dramaturgo, actor y director escénico.
    A los cuatro años de edad sufrió un ataque severo de meningitis, que le dejó como secuela
    un carácter irritable y nervioso. También su carácter se supone producto de una neurosífilis,
    adquirida de uno de los progenitores.
    Tras pasar varios años en instituciones mentales, Antonin Artaud murió de cáncer en el asilo
    francés de Ivry-sur-Seine, París, el 04/03/1948.

  7. #7
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    ¡Gracias por tu aportación Welcome!

    Me parece que entre su depresión y su neurosis provocaron esa letras tan dolorosas. ¿Pero qué gran artista no ha navegado a través de esas aguas tormentosas?
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

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