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El cuerpo humano es una máquina increíble, creada para el movimiento.
Articulaciones, músculos que forman palancas capaces de mover el esqueleto en cualquier dirección, huesos resistentes, ligamentos elásticos que amortiguan impactos, y ni que hablar de un sistema complejísimo de llevar energía donde se necesita, consumir oxígeno, y mantener la temperatura interna constante.
Una maravilla.
En seis millones de años, la selección natural se encargó de eliminar a los que tenían características genéticas, que dificultaran la movilidad necesaria para correr atrás de alimentos, construir refugios, o huir de los depredadores.
¿Se imaginan como hubiera sido el cuerpo humano, si hubiera sido proyectado para el uso que hoy le damos?
¿Para qué piernas tan largas, si solo las usamos para ir de un asiento al otro? El fémur estaría demás. Si los brazos solo los usamos para el teclado y el mouse, ¿para qué queremos antebrazos?
Seríamos unos enanos con miembros casi atrofiados, pero…con un trasero enoooorme, acompañado de un par de nalgotas bien mullidas.
Los efectos negativos de este estilo de vida, no demoran en aparecer: sedentarismo, obesidad. y su nefasto cortejo de problemas cardíacos, diabetes, reuma, y otras cosillas.
Si todos reconocemos que la actividad física hace bien al organismo, ¿por qué nadie se ejercita con regularidad?
La razón es bien simple: sacando la etapa de cachorros en que se hacen todo tipo de piruetas aprendiendo sobre las posibilidades físicas, ningún animal desperdicia energía. Solo lo hacen yendo atrás de alimento, sexo, o huyendo de un depredador. Satisfechas las tres necesidades, permanecen en reposo hasta que una de ellas se haga necesaria.
¿Alguien ve en el zoológico un tigre haciendo footing para mantenerse en forma? ¿un chimpancé (con los que compartimos más de un 99% de los cromosomas) haciendo flexiones para perder barriga?
Es muy difícil abandonar la vida sedentaria, porque desperdiciar energía va contra la naturaleza humana. Los planes que hacemos de correr todos los días, de inscribirnos en academias, naufragan a las pocas semanas, bajo el peso de 6 millones de años de evolución que cargamos en nuestros hombros.
Mañana sigo.
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