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Me recuerda a una amiga que le propusieron matrimonio.
El novio le advirtió que no era empleado, sino que era un emprendedor. Un hombre de empresas, por lo que al no tener un ingreso fijo, un día comería faisán, pero al otro le podía tocar tener que comer las plumas.
A mi amiga le gustó su honestidad y apostó en su capacidad comercial.
Pasaron los años y un día mi amiga le preguntó_
-Fulano...¿Qué sabor tiene el faisán?
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Yo también quiero ser honesta contigo Hinojosa.
Somos muchas hermanas. Soy la más fea y la menos inteligente, por lo que mi padre compensó con una buena dote:
12 cabras y un camello.
Pero te aviso: el camello no lo como.
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No seamos voceros del terrorismo.
No difundamos sus crímenes.
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