¿Por qué a mí no me mandas, amor,
cada aniversario un ramito de violetas?
Ramito que me dé perfume y sabor
de ti cada mañana, versos de poetas
de palabras escuchadas de ti bajito,
cuando de tus manos era presa segura,
cálida bruma en tu regazo, anhelando
tu latir acelerado rugiente y ya, pura
ambición tu deseo, yo tu contrabando.
Si tú me dices ven, soy en ti eternidad,
veredas que crecen repletas de vida,
sol reluciente que de tus poros sale,
aleteos de deseos que sean bienvenida
de gemidos contenidos que nadie iguale.
Valió la pena, amor, aprenderte, conocerte
recorrerte y al hacerlo, volver a vivir,
hacerte parte de mí, apasionarme al verte
y oírte como tantas veces, la quiero morir.