Los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también.

El amor empieza en el momento en que una mujer inscribe su primera palabra en nuestra memoria poética.

Si la excitación es el mecanismo mediante el cual se divierte nuestro Creador, el amor es, por el contrario, lo que nos pertenece sólo a nosotros y con lo que escapamos al Creador. El amor es nuestra libertad.

Es posible que no seamos capaces de amar precisamente porque deseamos ser amados, porque queremos que el otro nos dé algo (amor), en lugar de aproximarnos a él sin exigencias y querer sólo su mera presencia.