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Tema: Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo... - Gabriel Celaya

  1. #1
    Fecha de Ingreso
    14-julio-2009
    Ubicación
    In the Court of the Crimson King
    Mensajes
    5.030

    Predeterminado Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo... - Gabriel Celaya

    Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo...

    ¡Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo!
    Allí la luna, callada,
    blanca y estéril, mirando,
    espejo vuelto a sí mismo,
    su perfección de narciso:
    soledad en aguas blancas
    de lo blanco quieto y frío.

    Dura o sin sangre, tranquila,
    de está mirando a sí misma,
    mientras rosas encarnadas,
    pulpa y amor, carne viva,
    bajo una brisa caliente
    se desmayan de delicia.

    Con los ojos en la luna,
    bajo los pies, rosas rojas,
    estoy esperando, quieto,
    que tú, que yo mismo venga
    sigiloso por la espalda,
    con la sorpresa de un beso
    blanco y verde de silencio,
    que tú, que yo mismo venga
    con un beso
    muerto de puro perfecto.

    Gabriel Celaya
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  2. #2
    Fecha de Ingreso
    23-julio-2010
    Ubicación
    Más allá del bien y del mal
    Mensajes
    11.313

    Predeterminado





    Deseada

    Deseada, ¡tan suave!,
    confín donde resbalo.
    ¡Oh siempre un poco ausente,
    suspendida en la nada!

    ¿Son tus ojos dulces?
    No, que está turbado
    tu mirar brillante
    de anhelos contrarios.

    Yo te amo, te amo, te amo,
    todo lleno de alas tempestuosas,
    y de garras, de furias,
    de dolor, por abrirme.

    ¡Oh, tenme en tu sonrisa,
    en tu sombra, en lo leve
    de tu mano impalpable!
    ¡Tenme en tu caricia!

    ¿A qué llamas cambiando?
    ¿Qué me pides furtiva?
    ¡Oh tú, siempre ignorada,
    tú siempre antigua y nueva!

    Ven más cerca. No temas.
    Tu mano tibia tiembla,
    tu cintura se atreve
    con sobresaltos, mía. ¡Mía, deseada!

    Y aún sonríes con ojos
    inocentes y raros.
    ¡Oh, dime! ¿Qué sugieren
    tus ojos arcaicos?

    Cabelleras, torrentes,
    músicas perdidas,
    corazón: esa ave
    que, cogida, tiembla.

    Y tú, esquiva, flotando
    desnuda, lenta y suave.
    Tú, chiquita, huida
    en un cielo sin nadie.

    ¡Oh dime, deseada,
    cómo hay que abrazarte
    mientras tu boca expira
    en la mía, sin habla!

    Di si tu remota
    belleza en tu cuerpo
    puedo yo apresarla.
    Puedo así matarte.

    Deseada, ya basta.
    Deseada, no puedo.
    Deseada, tú quieres
    que yo muera contigo.

    Gabriel Celaya

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