Cada vez me gustan menos los cuentos tipo Bambi.

Una huelga es un acto con cierta dosis de violencia intrínseca. El piquete de trabajadores debe impedir que le revienten la huelga los esquiroles. Aunque sea rozando los límites del código penal.

Pero, en España, en nuestros días ...

La defensa de los trabajadores no tiene nada que ver con nuestros sindicatos "de clase". Hablamos de tropecientos mil "liberados sindicales". Una policía paralela, de gente que no ha trabajado en su vida o ya se olvidó de como se hacía. No son piquetes de obreros defendiendo su puesto de trabajo. Son zánganos, expertos en comer marisco en los mejores restaurantes, que el día de huelga general se encargan de impedir que los verdaderos trabajadores hagan lo que deben.
Liberados sindicales que, por supuesto, no pagan los sindicatos con las cuotas de sus afiliados, sino todos los españoles por ley. Especialmente, aquellos ciudadanos a los que más nos perjudica la labor de esos sindicatos.

A Argentina la hundió el peronismo. La visión de la nación no como una unidad, sino la mera reclamación de derechos sin ofrecer nada a cambio.

Y España sigue los pasos de la Argentina.