COSAS EXTRAÑAS EN LO ALTO


Una innumerable cantidad de lluvias insólitas de varios tipos de animales pequeños, comida y otros objetos han caído en multitud de ocasiones. Las explicaciones a estos fenómenos pueden ser varias. Tal vez sean las lluvias inversas.

NTRODUCCIÓN AL TEMA:

Todos los años, al comienzo de la estación lluviosa, los habitantes de Yoro, en Honduras, preparan cubetas, barriles, palanganas y redes para recoger los peces que van a caer del cielo. Y todos los años, hasta donde llega la memoria, han caído sardinas por barriles. La "lluvia de pescado", como la llama la gente del lugar, suele comenzar de cuatro a cinco de la tarde y va seguida de tormentas eléctricas y fuertes vientos. El pescado es depositado vivo y coleando sobre una pradera que hay al sudoeste del pueblo. En 1833, una sustancia parecida a la lana cayó en trozos sobre grandes extensiones de campo cerca del pueblo francés de Montussan. En otros lugares han caído ringleras de un material que parece seda e hilos ondulantes, como procedentes de una gran mercería. En muchas partes del mundo, en numerosas ocasiones y en número monstruoso, han caído también ranas y sapos, y también lo han hecho caracoles marinos, gusanos y serpientes. Se ha visto gotear y aún chorrear sangre del cielo, y caer frijoles y granos, así como carne de todo tipo, como si allá arriba navegaran graneros y rastros invisibles.

EXPLICACIONES INEXPLICABLES:

Además de las explicaciones más o menos científicas de las lluvias insólitas, otras recurren a mecanismos aún más misteriosos que el fenómeno que tratan de explicar. Tales explicaciones se dividen en extraterrestres, sobrenaturales y de la curvatura del tiempo. En la hipótesis extraterrestre se supone que naves del espacio exterior, por razones no especificadas pero quizá científicas o culinarias, reúnen muestras de materiales terrestres y después los desechan todos, o al menos la mayoría. O bien –también por razones no reveladas pero quizá relacionadas con la horticultura o la zoocultura, o tal vez simplemente en un acceso de generosidad interplanetaria-, desde otro planeta semejante son enviados materiales a la Tierra y volcados sobre nosotros en la alta atmósfera. En la teoría sobrenatural, dioses, demonios, espíritus, poltergeist y otras entidades innominadas son los responsables de esas lluvias, o al menos de parte de ellas. Los defensores de estas tesis ponen como ejemplos de una especie de benevolencia sobrenatural los casos en que estanques secos o zanjas recién abiertas han aparecido llenos de peces después de un chaparrón –como si se tratara de satisfacer misteriosamente alguna acuciante necesidad de pescado-, mientras que las prolongadas lluvias de piedras procedentes de cielos despejados serían casos de maldad extraterrena. En la teoría de la curvatura del tiempo se piensa que mundos de otra dimensión, pero de constitución paralela, se cruzan ocasionalmente con el nuestro, y que cuando lo hacen, ante nuestros ojos caen corrientes de peces, campos de hielo, acumulaciones de piedras y montones de materia gelatinosa. Lo bueno de estas teorías es que explican todas las contingencias, por extrañas que sean. Su falla está en que lo hacen invocando fuerzas no comprobables y circunstancias aún más fantásticas. Con esto no queremos decir que no pueda haber algo de verdad en esas teorías, sino simplemente que si lo hay será una verdad de la especie más remota. Por otro lado, si esos objetos se materializan realmente en nuestro mundo procedentes de otros, quizá estos sufran las correspondientes desapariciones. Tal vez tengan lugar lluvias inversas, en las que los objetos son inexplicablemente absorbidos por el aire. Por supuesto, no hay prueba de ello, pero si tales acontecimientos ocurriesen en nuestro mundo, podríamos sentirnos más seguros al teorizar atribuyéndolos a otros. Por eso incluimos aquí las siguientes noticias de lluvias inversas. El Times de Londres del 5 de julio de 1842 tomaba lo siguiente del Fife Herald escocés: El miércoles por la mañana [29 de junio] fue observado un fenómeno del carácter más raro y extraordinario en las inmediaciones de Cupar [Escocia]. Hacia las doce y media, con el cielo despejado y el aire en perfecta calma, una muchacha ocupada en lavar ropa en una tina en el campo comunal, oyó sobre su cabeza un estampido fuerte y seco, seguido de una ráfaga de viento de extraordinaria violencia, y que solo duró unos instantes. Al mirar a su alrededor, observó que todos los manteles, sábanas, etc. estaban en el suelo formando una franja de cierta anchura sobre el verde a varios cientos de metros de distancia; pero otra parte de las prendas, cortinas y cosas más pequeñas, eran llevadas hacia arriba a una altura inmensa, de modo que ya casi se perdían de vista, y gradualmente desaparecieron por completo en dirección sudeste y no se ha vuelto a saber de ellas. En el momento de la detonación que precedió al viento, se vio el ganado del prado vecino correr asustado de un lado para otro, y durante algún tiempo después continuó amontonándose con visible terror. La violencia del viento era tal que una mujer que en ese momento sostenía una sábana fue incapaz de retenerla por miedo a verse arrastrada con ella. Es notable que, mientras incluso las prendas más pesadas eran llevadas lejos corriendo por el verde, como si dijésemos, y los lazos que sujetaban varias sábanas se rompieron, las prendas ligeras que había sueltas a ambos lados del holt [colina poblada de árboles] no se movieron de su sitio. El número del 10 de julio de 1880 del Scientific American trae esta noticia, tomada del Plain Dealer de East Kent (Ontario): Los señores David Muckle y W. R. McKay... estaban en un campo de la granja del primero cuando oyeron un súbito estruendo, como de un cañón. Se volvieron justo a tiempo para ver una nube de piedras volar hacia lo alto desde un lugar del campo. Tremendamente sorprendidos, examinaron el lugar, que era circular y de unos 45 m de diámetro, pero no había indicios de erupción ni nada que indicase la caída allí de un cuerpo pesado. El terreno estaba simplemente barrido. Están seguros de que la causa no fue un meteorito, ni una erupción de la Tierra, ni un torbellino.