(JARDÍN DEL CEMENTERIO)


Una hoja resbala desde el árbol

y es tu mirada la que, vuelta mano,

detiene su caída unos instantes;

luego toca la tierra humedecida

por la blanca llovizna del verano

y se confunde

con un montón de hojas arrugadas.

Huele a calas, jazmines, crisantemos.

Das media vuelta y piensas

en cuándo serás tú, si caerá nieve.

Escribe un nombre propio el tiempo en cada lápida

y sin embargo, hermosas,

cuelgan pequeñas flores del almendro.



Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977-)