El sueño avivado
La caricia, amanecida del ya anónimo sentimiento,
germinado del eterno y censurado pudor, la razón,
encadena los hierros de la indudable confusión,
en la proximidad de la vigilia, en la lejanía, ¡os remito!
El impoluto y fútil instante se torna aún más presente,
la inmaculada clemencia, límpida y pueril, proba imploranza,
pierde de vista el atisbo del reencuentro, aun bajo otro atuendo,
firme, y al tiempo, temerosa de los ojos de la semejanza, ¡os permito!
Bienhallada, en los casi perpetuos silencios, ¡gocéis!,
reclínese, sin vacilar, la iniquidad de la profunda afonía,
impasible y suspicaz, la ignominia de la impetuosa irreflexión,
remuévase; la locura, fausta y expectante, la mente, ausente,
el ansiado y eterno descanso del sueño avivado es, ¡al fin presente!
Strigoyu
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