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  1. #2
    Fecha de Ingreso
    14-agosto-2009
    Ubicación
    Earth planet.
    Mensajes
    5.842

    Predeterminado

    Admirable es el prodigio que obra la libertad en el corazón de sus defensores. Pero lo que sucede en todos los paises, con todos los hombres y todos los días, que un solo hombre pueda esclavizar cien mil ciudades y privarlas de sus derechos. ¡Quién lo creyera a no haberlo oído con certeza o visto con sus propios ojos! Si se refiriera únicamente como cosa acontecida en países extraños y tierras remotas, se creería más bien ser un esfuerzo de invención que el puro idioma de la verdad.
    La Boétie
    Hola Señor Smith
    Sabemos que si gobierna uno solo es mejor en el sentido que tiene una linea coherente y no "tira cada uno para su lado". Sabemos también que si uno tiene el poder degenera y tiraniza al pueblo.

    Respecto a la "rebeliòn" da ti propuesta hubieron ya quienes mostraron intriga hacia el fenòmeno. El primero que provocò asombro social fué La Boétie que en el 1500 propuso su “Discurso Sobre la servidumbre voluntaria” que fué considerado un punto de vista muy oportuno por Montaigne; como La Boétie lo habia escrito en muy temprana juventud lo llamò “Discurso” y Montaigne lo elogiò diciendo que era riductivo llamarlo asi.

    Justamente propone ya en el 1500 lo mismo que te preguntas tu: como puede ser que miles de millones de personas se dejen engañar y someter por uno o pocos.

    No es muy largo pero si lo es para un foro; por eso trascrivo la prima parte para quien pueda interesar y, el Discurso completo, se encuentra en español en:
    http://www.sindominio.net/oxigeno/ar...ervidumbre.htm

    Si desde 1500 hasta hoy las cosas no cambiaron o, en algùn sentido, empeoraron, significa que pertenece al DNA del Ser Humano estar en esta condiciòn de sumisiòn; ¿serà una estrategia para sobrevivir, una adaptaciòn?

    Saludos y disculpen lo largo.
    Soco.

    //----------------------

    Etienne De La Boétie.
    DISCORSO SULLA SERVITU' VOLONTARIA.


    ............... No es bueno el gobierno de muchos: uno solo el caudillo supremo y soberano de todos sea.

    Eso dice Ulises en Homero hablando en público.
    Si se limitara a decir:

    No es bueno el gobierno de muchos:
    hubiera felizmente expresado su concepto; pero al conceder que el dominio de muchos dado que el de uno solo no era bueno, era duro e irracional desde el instante que se revestía del título de soberano parece contradictorio el añadir:
    Que uno solo el caudillo supremo y soberano de todos sea.

    Sin embargo, puede excusarse este lenguaje en Ulises si se atiende a la necesidad que tuvo de usarlo creo, para apaciguar las disensiones del ejército: sus discursos eran más bien efecto de las circunstancias que de la convicción; pues hablando con imparcialidad, siempre es una fatalidad tener que estar sujeto a un dueño, cuya bondad no ofrece más garantías que su capricho: y el depender de muchos es tener que sobrellevar otras tantas desgracias. Prescindamos por ahora de entrar a debatir la intrincada cuestión de si las demás formas de república son preferibles a una monarquía; en este caso, debiera tratarse como preliminar qué categoría debe tener la monarquía entre las repúblicas si es que ha de tener alguna; pues la razón se resiste a creer que haya cosa "pública" en un gobierno que depende exclusivamente de una sola y absoluta voluntad. Pero esta discusión queda para otro punto y requiere un tratado particular, o más bien traería todas las disputas políticas.

    De lo que aquí se trata es de averiguar cómo tantos hombres, tantas ciudades y tantas naciones se sujetan a veces al yugo de un solo tirano, que no tiene mas poder que el que le quieren dar; que sólo puede molestarles mientras quieran soportarlo; que sólo sabe dañarles cuando prefieren sufrirlo que contradecirle. Cosa admirable y dolorosa es, aunque harto común, ver a un millón de millones de hombres servir miserablemente y doblar la cerviz bajo el yugo, sin que una gran fuerza se lo imponga, y si solo alucinados al parecer por el nombre Uno, cuyo poder ni debería ser temible por ser de uno solo, ni apreciables sus cualidades por ser inhumano y cruel.

    Tal es empero la debilidad de los hombres que algunas veces es preciso el ceder a la fuerza, necesario el contemporizar en otras; no siempre podemos ser los mas fuertes.

    Así, cuando una nación se ve obligada por la fuerza de las armas a servir a Uno, como la ciudad de Atenas a los Treinta tiranos, no debe admirarnos su servidumbre, antes bien debemos lamentarnos del fatal accidente que la ha causado; y aún será mejor ni sorprendernos ni lamentarnos, sino tomarlo con resignación y prepararse para mejorar de fortuna en el porvenir.

    Nuestra naturaleza es tal que frecuentemente sacrificamos con gusto una buena parte de nuestra vida en los deberes recíprocos de la amistad; amar la virtud, apreciar los nobles hechos, manifestarnos reconocidos a la mano que nos ha dispensado bienes, y privarnos hasta de nuestros placeres para aumentar la gloria y progresos de aquellas personas que se han hecho acreedoras a nuestro aprecio, es correspondencia tan justa como arreglada a la razón. Con todo, cuando un pais tenga la dicha de poseer un gran hombre que se haya distinguido por su previsión en conservarlo, por su intrepidez en defenderlo y por su sabiduría en gobernarlo, no me atrevo a considerar prudente lanzarse a su obediencia y entregarse ciegamente a su dominio, quitándole de un lugar donde brillaba por sus virtudes, para elevarle a un puesto donde pueda obrar mal.

    ¡Quién sabe si esta generosidad se convertiría en daño propio trocándose los bienes en males! Por más que sea bastante verosímil no temer ningún mal de quien siempre ha obrado bien.

    Mas ¡Oh buen Dios! ¿Qué título daremos a la suerte fatal que agobia a la humanidad? ¿Por qué desgracia o por qué vicio, y vicio desgraciado, vemos a un sinnúmero de hombres, no obedientes, sino serviles, no gobernados, sino tiranizados; sin poseer en propiedad ni bienes, ni padres, ni hijos, ni siquiera su propia existencia?

    Sufriendo los saqueos, las torpezas y las crueldades, no de un ejército enemigo, ni de una legión de bárbaros, contra los cuales hubiera que arriesgar la sangre y la vida, sino de Uno solo, que no es ni un Hércules ni un Sansón; de un hombrecillo, y con frecuencia el más cobarde y afeminado de la nación, que sin haber visto el polvo de las batallas, ni haber siquiera lidiado en los torneos, aspira nada menos que a gobernar los hombres por la fuerza, incapaz como es de servir vilmente a la menor mujercilla

    ¿Llamaremos a eso cobardía? ¿Llamaremos cobardes a los que así se dejan envilecer? Que dos, tres o cuatro personas no se defiendan de uno solo, extraña cosa es, mas no imposible porque puede faltarles el valor. Pero que ciento o mil sufran el yugo de Uno solo, ¿no debe atribuirse más bien a desprecio y apatía que a falta de voluntad y de ánimo?

    Y si vemos no ciento, ni mil hombres, sino cien naciones, mil ciudades, un millón de hombres, dejar de acometer a Uno solo y prestarle vasallaje, mientras que éste los trata peor que infelices esclavos, ¿diremos que sea por debilidad?

    Todos los extremos tienen sus límites: dos y aún diez pueden temer a Uno; pero no será por cobardía el que mil, un millón, un sinnúmero de ciudades, no se defiendan de él, puesto que la cobardía no puede llegar hasta este punto, así como el valor no se extiende tampoco a que uno solo asalte una fortaleza, acometa a un ejército o conquiste un reino.

    ¿Qué monstruosidad pues será ésta que, ni el título merece de cobardía que no halla nombre lo bastante vil, que por su bajeza se resiste la naturaleza a conocerla y la lengua a pronunciarla?
    (.....)

    ¡Hombres miserables, pueblos insensatos, naciones envejecidas en vuestros males y ciegas cuando se trata de vuestra felicidad! ¿Cómo os dejáis arrebatar lo más pingüe de vuestras rentas, talar vuestros campos, robar vuestras casas y despojarlas de los muebles que heredasteis de vuestros antepasados? Vivís de manera que pudiérais asegurar que nada poseéis, y aún tendríais a gran dicha el ser verdaderos propietarios de la mitad de vuestros bienes, de vuestros hijos y hasta de vuestra propia existencia. ¿De qué provendrá esta calamidad, este estrago, esta ruina? ¿Acaso de los enemigos? No por cierto:....
    Última edición por Socorp; 03-oct.-2009 a las 01:54

    ¡Vida, nada me debes!
    ¡Vida, nada te debo!
    ¡Vida, estamos en paz!

    I loved, I was loved, the sun caressed my face.
    Life, you owe me nothing, Life, we are at peace!


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