Hola Charpe:
veo en ti una visiòn apocalìptica de los religiosos. Concordemos que hay gente degenerada en todas las partes. Un amigo decìa que sòlamente se encuentran personas degenaradas donde hay gente.

Hoy, como siempre, la mayorìa de los que siguen una religiòn como profesiòn es por vocaciòn y tratan de llevar paz y solidariedad a los fieles. El dinero poco les importa.

La cùpula de las religiones màs grandes deden hacer uso polìtico de la religiòn y siempre para conveniencia propia. De todos modos, no se mandan circulares a las iglesias o templos para decir: traten de engañar a todos los que puedan, sàquenle mucho dinero y, si pueden, cuentenles mentiras para poder burlarnos de ellos. Las consequencias sociales son inevitables por vivr en sociedad pero desvirtuar la funciòn social de las religiones no me parece correcto.

Muy al contrario de lo que escribes y dependiendo de la capacidad organizativa y administrativa del cura o pastor, en las iglesias o congragaciones ayudan mucho a los fieles y no se les saca dinero engañàndolos. Recordemos que la ayuda que se pide y se da no es material; no nos limitemos a que una ayuda pueda ser solamente en contado o con valores materiales.

Algunos màs desgraciados van a pedir ayuda para comer y son recibidos; pero normalmente la ayuda que se pide es espiritual.

Cuando van a evangelizar en medio del Àfrica o el Matogroso no lo hacen con el objetivo de una vez de conquistarlos y robarles el oro. Eso ya pasò, hoy sacrifican su vida por lo que ellos creen que es bien; podrà ser equivocado para nosotros pero nosotros no lo hacemos y eso es estar màs equivocado aùn.

No opaquemos la vocaciòn y el trabajo de gente que anònimamente se sacrificò por llevar el bien o por estudiar lo que ellos sinceramente consideraban verdad; y si los polìticos, reyes o emperadores no compraban libros y no hacìan bibliotecas, es màs que loable que al menos las religiones apoyasen el arte, la cultura, la ciencia, etc.

No està bien contar sòlo los errores de una instituciòn para desvirtuar el trabajo de millones de hombres y mujeres que, para llevar conforto a los que sufrìan, ofrecieron lo màs sagrado que tenìan: la vida.

Saludos.
Soco.