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Así fue como comenzó el romance prohibido. ¿Pero, qué hacían a solas y tumbados en, si sabían que revueltos no podían acabar esa inmensa hoguera pasional jamás? Cuando estaban con el señor de barba espesa, saltaron con aquélla emoción tan vehemente que no se dieron con otros barbudos lampiños de axilas y sudorosos de donde siempre están como gorilas excitados cuando ven pollitas en amaneceres lluviosos teñidas de lapislázuli. Se amaban tanto, pero, tanto, tanto, como Trump ama a su espejo y su peluquín.
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Así fue como comenzó el romance prohibido. ¿Pero, qué hacían a solas y tumbados en, si sabían que revueltos no podían acabar esa inmensa hoguera pasional jamás? Cuando estaban con el señor de barba espesa, saltaron con aquélla emoción tan vehemente que no se dieron con otros barbudos lampiños de axilas y sudorosos de donde siempre están como gorilas excitados cuando ven pollitas en amaneceres lluviosos teñidas de lapislázuli. Se amaban tanto, pero, tanto, tanto, -como Trump ama a su espejo y su peluquín- que la CIA
Última edición por gabin; 04-feb.-2018 a las 04:56
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Así fue como comenzó el romance prohibido. ¿Pero, qué hacían a solas y tumbados en, si sabían que revueltos no podían acabar esa inmensa hoguera pasional jamás? Cuando estaban con el señor de barba espesa, saltaron con aquélla emoción tan vehemente que no se dieron con otros barbudos lampiños de axilas y sudorosos de donde siempre están como gorilas excitados cuando ven pollitas en amaneceres lluviosos teñidas de lapislázuli. Se amaban tanto, pero, tanto, tanto, -como Trump ama a su espejo y su peluquín- que la CIA les envio flores ....
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Así fue como comenzó el romance prohibido. ¿Pero, qué hacían a solas y tumbados en, si sabían que revueltos no podían acabar esa inmensa hoguera pasional jamás? Cuando estaban con el señor de barba espesa, saltaron con aquélla emoción tan vehemente que no se dieron con otros barbudos lampiños de axilas y sudorosos de donde siempre están como gorilas excitados cuando ven pollitas en amaneceres lluviosos teñidas de lapislázuli. Se amaban tanto, pero, tanto, tanto, -como Trump ama a su espejo y su peluquín- que la CIA les envió flores amaestradas por Maduro
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Así fue como comenzó el romance prohibido. ¿Pero, qué hacían a solas y tumbados en, si sabían que revueltos no podían acabar esa inmensa hoguera pasional jamás? Cuando estaban con el señor de barba espesa, saltaron con aquélla emoción tan vehemente que no se dieron con otros barbudos lampiños de axilas y sudorosos de donde siempre están como gorilas excitados cuando ven pollitas en amaneceres lluviosos teñidas de lapislázuli. Se amaban tanto, pero, tanto, tanto, -como Trump ama a su espejo y su peluquín- que la CIA les envió flores amaestradas por Maduro.
Un paracaidistas olvidose de guardar fechas señaladas para lanzar los papelitos al canasto desde la estratosfera de Las Vegas...
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Así fue como comenzó el romance prohibido. ¿Pero, qué hacían a solas y tumbados en, si sabían que revueltos no podían acabar esa inmensa hoguera pasional jamás? Cuando estaban con el señor de barba espesa, saltaron con aquélla emoción tan vehemente que no se dieron con otros barbudos lampiños de axilas y sudorosos de donde siempre están como gorilas excitados cuando ven pollitas en amaneceres lluviosos teñidas de lapislázuli. Se amaban tanto, pero, tanto, tanto, -como Trump ama a su espejo y su peluquín- que la CIA les envió flores amaestradas por Maduro.
Un paracaidista olvidose de guardar fechas señaladas para lanzar los papelitos al canasto -desde la estratosfera de Las Vegas- sin acertar meterlos
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Un paracaidista olvidose de guardar fechas señaladas para lanzar los papelitos al canasto -desde la estratosfera de Las Vegas- sin acertar meterlos donde más quería para llevárselos calentitos
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Así fue como comenzó el romance prohibido. ¿Pero, qué hacían a solas y tumbados en, si sabían que revueltos no podían acabar esa inmensa hoguera pasional jamás? Cuando estaban con el señor de barba espesa, saltaron con aquélla emoción tan vehemente que no se dieron con otros barbudos lampiños de axilas y sudorosos de donde siempre están como gorilas excitados cuando ven pollitas en amaneceres lluviosos teñidas de lapislázuli. Se amaban tanto, pero, tanto, tanto, -como Trump ama a su espejo y su peluquín- que la CIA les envió flores amaestradas por Maduro.
Un paracaidista olvidose de guardar fechas señaladas para lanzar los papelitos al canasto -desde la estratosfera de Las Vegas- sin acertar meterlos donde más quería para llevárselos calentitos y recién hechos...
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Así fue como comenzó el romance prohibido. ¿Pero, qué hacían a solas y tumbados en, si sabían que revueltos no podían acabar esa inmensa hoguera pasional jamás? Cuando estaban con el señor de barba espesa, saltaron con aquélla emoción tan vehemente que no se dieron con otros barbudos lampiños de axilas y sudorosos de donde siempre están como gorilas excitados cuando ven pollitas en amaneceres lluviosos teñidas de lapislázuli. Se amaban tanto, pero, tanto, tanto, -como Trump ama a su espejo y su peluquín- que la CIA les envió flores amaestradas por Maduro.
Un paracaidista olvidose de guardar fechas señaladas para lanzar los papelitos al canasto -desde la estratosfera de Las Vegas- sin acertar meterlos donde más quería, para llevárselos calentitos y recién hechos, desde la coronilla...
«Thou wilt keep him in perfect peace, whose mind is stayed on thee: because he trusteth in thee». – Isaiah 26:3
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