Tres palabras

[EduarArg]

Había una vez una docena de tamales oaxaqueños, que vende doña Antonia, la viuda, Labiuda de apellido... Antonia de Labiuda, pero comunmente llamada: "Dama Tres Dedos". En fin, había bañado su olla grande para enjuagar su bebé con manzanilla de los países escandinavos, porque le dijeron en la cárcel que tenía que usar pañales de vampiro, porque son sensibles al tacto, y tienen radar incorporado. Antonia se confundió un poco -como hace Eduar- el pegote de sus bigotes, entonces conseguimos despegoteador importado y se despegó.
De todas maneras, sabemos que estuvo imposibilitado de sacar un contrabajo roto que se podia cargar en hombros como en 'viacrucis', esos que hacen los muy sacrificados ratoncitos verdes. Antonia Labiuda, apellidada también Alegre de la Colina que vendía tamales al por mayor, tenía un amante oficial, otro, tapado que no podía pronunciar las eses, porque de niño empezó a cecear. Llamado Ernefto Ramiref, nieto del famoso falsificador de sueños que un día quiso ser bombero, pero se frustró al quemaresele el El cuartel nuevo. Antonia y Ernefto tenían en común su amor por la comida autóctona, porque les 'ponía' la sangre ardiente convulsionado las hormonas.

Un día, el amante oficial, mosqueado, tomó un taxi pero no pudo recordar a donde tenía previsto ir. La conductora arrancó, sin preguntar destino, enloqueciendo de amor, lo llevó hacia el bosque escondido, ese aterrador lugar, donde los vampiros y las vampiras hacen su agosto cada septiembre, atacando los que llegan en mayo o van en taxi.

El amante, viéndolos, besó a la taxista olvidándose de que podría ser una trampa para violarlo muchas veces, o, ser vampirizado; fue así como puso fin a tan apasionada besuqueadera.
Sacó su "tarjeta profesional en cocina" para, ¡cocinar vampiras! (porque son sabrosas) riquísimas al vapor, y le dijo obnubilado: ¡ábrete sésama!; ésta, con grandes alharacas, accedió contenta, sin dudar tantito, salio del taxi, levantó su blusa mostrando su exquisitez...

[gabin]

Había una vez una docena de tamales oaxaqueños, que vende doña Antonia, la viuda, Labiuda de apellido... Antonia de Labiuda, pero comunmente llamada: "Dama Tres Dedos". En fin, había bañado su olla grande para enjuagar su bebé con manzanilla de los países escandinavos, porque le dijeron en la cárcel que tenía que usar pañales de vampiro, porque son sensibles al tacto, y tienen radar incorporado. Antonia se confundió un poco -como hace Eduar- el pegote de sus bigotes, entonces conseguimos despegoteador importado y se despegó.
De todas maneras, sabemos que estuvo imposibilitado de sacar un contrabajo roto que se podia cargar en hombros como en 'viacrucis', esos que hacen los muy sacrificados ratoncitos verdes. Antonia Labiuda, apellidada también Alegre de la Colina que vendía tamales al por mayor, tenía un amante oficial, otro, tapado que no podía pronunciar las eses, porque de niño empezó a cecear. Llamado Ernefto Ramiref, nieto del famoso falsificador de sueños que un día quiso ser bombero, pero se frustró al quemaresele el El cuartel nuevo. Antonia y Ernefto tenían en común su amor por la comida autóctona, porque les 'ponía' la sangre ardiente convulsionado las hormonas.

Un día, el amante oficial, mosqueado, tomó un taxi pero no pudo recordar a donde tenía previsto ir. La conductora arrancó, sin preguntar destino, enloqueciendo de amor, lo llevó hacia el bosque escondido, ese aterrador lugar, donde los vampiros y las vampiras hacen su agosto cada septiembre, atacando los que llegan en mayo o van en taxi.

El amante, viéndolos, besó a la taxista olvidándose de que podría ser una trampa para violarlo muchas veces, o, ser vampirizado; fue así como puso fin a tan apasionada besuqueadera.
Sacó su "tarjeta profesional en cocina" para, ¡cocinar vampiras! (porque son sabrosas) riquísimas al vapor, y le dijo obnubilado: ¡ábrete sésama!; ésta, con grandes alharacas, accedió contenta, sin dudar tantito, salio del taxi, levantó su blusa mostrando su exquisitez y, ¡sus colmillos!

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[EduarArg]

Había una vez una docena de tamales oaxaqueños, que vende doña Antonia, la viuda, Labiuda de apellido... Antonia de Labiuda, pero comunmente llamada: "Dama Tres Dedos". En fin, había bañado su olla grande para enjuagar su bebé con manzanilla de los países escandinavos, porque le dijeron en la cárcel que tenía que usar pañales de vampiro, porque son sensibles al tacto, y tienen radar incorporado. Antonia se confundió un poco -como hace Eduar- el pegote de sus bigotes, entonces conseguimos despegoteador importado y se despegó.
De todas maneras, sabemos que estuvo imposibilitado de sacar un contrabajo roto que se podia cargar en hombros como en 'viacrucis', esos que hacen los muy sacrificados ratoncitos verdes. Antonia Labiuda, apellidada también Alegre de la Colina que vendía tamales al por mayor, tenía un amante oficial, otro, tapado que no podía pronunciar las eses, porque de niño empezó a cecear. Llamado Ernefto Ramiref, nieto del famoso falsificador de sueños que un día quiso ser bombero, pero se frustró al quemaresele el El cuartel nuevo. Antonia y Ernefto tenían en común su amor por la comida autóctona, porque les 'ponía' la sangre ardiente convulsionado las hormonas.

Un día, el amante oficial, mosqueado, tomó un taxi pero no pudo recordar a donde tenía previsto ir. La conductora arrancó, sin preguntar destino, enloqueciendo de amor, lo llevó hacia el bosque escondido, ese aterrador lugar, donde los vampiros y las vampiras hacen su agosto cada septiembre, atacando los que llegan en mayo o van en taxi.

El amante, viéndolos, besó a la taxista olvidándose de que podría ser una trampa para violarlo muchas veces, o, ser vampirizado; fue así como puso fin a tan apasionada besuqueadera.
Sacó su "tarjeta profesional en cocina" para, ¡cocinar vampiras! (porque son sabrosas) riquísimas al vapor, y le dijo obnubilado: ¡ábrete sésama!; ésta, con grandes alharacas, accedió contenta, sin dudar tantito, salio del taxi, levantó su blusa mostrando su exquisitez y, ¡sus colmillos!
Pasaron la noche...

[Boot]

Había una vez una docena de tamales oaxaqueños, que vende doña Antonia, la viuda, Labiuda de apellido... Antonia de Labiuda, pero comunmente llamada: "Dama Tres Dedos". En fin, había bañado su olla grande para enjuagar su bebé con manzanilla de los países escandinavos, porque le dijeron en la cárcel que tenía que usar pañales de vampiro, porque son sensibles al tacto, y tienen radar incorporado. Antonia se confundió un poco -como hace Eduar- el pegote de sus bigotes, entonces conseguimos despegoteador importado y se despegó.
De todas maneras, sabemos que estuvo imposibilitado de sacar un contrabajo roto que se podia cargar en hombros como en 'viacrucis', esos que hacen los muy sacrificados ratoncitos verdes. Antonia Labiuda, apellidada también Alegre de la Colina que vendía tamales al por mayor, tenía un amante oficial, otro, tapado que no podía pronunciar las eses, porque de niño empezó a cecear. Llamado Ernefto Ramiref, nieto del famoso falsificador de sueños que un día quiso ser bombero, pero se frustró al quemaresele el El cuartel nuevo. Antonia y Ernefto tenían en común su amor por la comida autóctona, porque les 'ponía' la sangre ardiente convulsionado las hormonas.

Un día, el amante oficial, mosqueado, tomó un taxi pero no pudo recordar a donde tenía previsto ir. La conductora arrancó, sin preguntar destino, enloqueciendo de amor, lo llevó hacia el bosque escondido, ese aterrador lugar, donde los vampiros y las vampiras hacen su agosto cada septiembre, atacando los que llegan en mayo o van en taxi.

El amante, viéndolos, besó a la taxista olvidándose de que podría ser una trampa para violarlo muchas veces, o, ser vampirizado; fue así como puso fin a tan apasionada besuqueadera.
Sacó su "tarjeta profesional en cocina" para, ¡cocinar vampiras! (porque son sabrosas) riquísimas al vapor, y le dijo obnubilado: ¡ábrete sésama!; ésta, con grandes alharacas, accedió contenta, sin dudar tantito, salio del taxi, levantó su blusa mostrando su exquisitez y, ¡sus colmillos!
Pasaron la noche, él no intentó

[Shetland]

Había una vez una docena de tamales oaxaqueños, que vende doña Antonia, la viuda, Labiuda de apellido... Antonia de Labiuda, pero comunmente llamada: "Dama Tres Dedos". En fin, había bañado su olla grande para enjuagar su bebé con manzanilla de los países escandinavos, porque le dijeron en la cárcel que tenía que usar pañales de vampiro, porque son sensibles al tacto, y tienen radar incorporado. Antonia se confundió un poco -como hace Eduar- el pegote de sus bigotes, entonces conseguimos despegoteador importado y se despegó.
De todas maneras, sabemos que estuvo imposibilitado de sacar un contrabajo roto que se podia cargar en hombros como en 'viacrucis', esos que hacen los muy sacrificados ratoncitos verdes. Antonia Labiuda, apellidada también Alegre de la Colina que vendía tamales al por mayor, tenía un amante oficial, otro, tapado que no podía pronunciar las eses, porque de niño empezó a cecear. Llamado Ernefto Ramiref, nieto del famoso falsificador de sueños que un día quiso ser bombero, pero se frustró al quemaresele el El cuartel nuevo. Antonia y Ernefto tenían en común su amor por la comida autóctona, porque les 'ponía' la sangre ardiente convulsionado las hormonas.

Un día, el amante oficial, mosqueado, tomó un taxi pero no pudo recordar a donde tenía previsto ir. La conductora arrancó, sin preguntar destino, enloqueciendo de amor, lo llevó hacia el bosque escondido, ese aterrador lugar, donde los vampiros y las vampiras hacen su agosto cada septiembre, atacando los que llegan en mayo o van en taxi.

El amante, viéndolos, besó a la taxista olvidándose de que podría ser una trampa para violarlo muchas veces, o, ser vampirizado; fue así como puso fin a tan apasionada besuqueadera.
Sacó su "tarjeta profesional en cocina" para, ¡cocinar vampiras! (porque son sabrosas) riquísimas al vapor, y le dijo obnubilado: ¡ábrete sésama!; ésta, con grandes alharacas, accedió contenta, sin dudar tantito, salio del taxi, levantó su blusa mostrando su exquisitez y, ¡sus colmillos!
Pasaron la noche, él no intentó una quinta faena

[gabin]

Había una vez una docena de tamales oaxaqueños, que vende doña Antonia, la viuda, Labiuda de apellido... Antonia de Labiuda, pero comunmente llamada: "Dama Tres Dedos". En fin, había bañado su olla grande para enjuagar su bebé con manzanilla de los países escandinavos, porque le dijeron en la cárcel que tenía que usar pañales de vampiro, porque son sensibles al tacto, y tienen radar incorporado. Antonia se confundió un poco -como hace Eduar- el pegote de sus bigotes, entonces conseguimos despegoteador importado y se despegó.
De todas maneras, sabemos que estuvo imposibilitado de sacar un contrabajo roto que se podia cargar en hombros como en 'viacrucis', esos que hacen los muy sacrificados ratoncitos verdes. Antonia Labiuda, apellidada también Alegre de la Colina que vendía tamales al por mayor, tenía un amante oficial, otro, tapado que no podía pronunciar las eses, porque de niño empezó a cecear. Llamado Ernefto Ramiref, nieto del famoso falsificador de sueños que un día quiso ser bombero, pero se frustró al quemaresele el El cuartel nuevo. Antonia y Ernefto tenían en común su amor por la comida autóctona, porque les 'ponía' la sangre ardiente convulsionado las hormonas.

Un día, el amante oficial, mosqueado, tomó un taxi pero no pudo recordar a donde tenía previsto ir. La conductora arrancó, sin preguntar destino, enloqueciendo de amor, lo llevó hacia el bosque escondido, ese aterrador lugar, donde los vampiros y las vampiras hacen su agosto cada septiembre, atacando los que llegan en mayo o van en taxi.

El amante, viéndolos, besó a la taxista olvidándose de que podría ser una trampa para violarlo muchas veces, o, ser vampirizado; fue así como puso fin a tan apasionada besuqueadera.
Sacó su "tarjeta profesional en cocina" para, ¡cocinar vampiras! (porque son sabrosas) riquísimas al vapor, y le dijo obnubilado: ¡ábrete sésama!; ésta, con grandes alharacas, accedió contenta, sin dudar tantito, salio del taxi, levantó su blusa mostrando su exquisitez y, ¡sus colmillos!
Pasaron la noche, él no intentó una quinta faena; ¡qué fantasmón bocazas!

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[EduarArg]

Había una vez una docena de tamales oaxaqueños, que vende doña Antonia, la viuda, Labiuda de apellido... Antonia de Labiuda, pero comunmente llamada: "Dama Tres Dedos". En fin, había bañado su olla grande para enjuagar su bebé con manzanilla de los países escandinavos, porque le dijeron en la cárcel que tenía que usar pañales de vampiro, porque son sensibles al tacto, y tienen radar incorporado. Antonia se confundió un poco -como hace Eduar- el pegote de sus bigotes, entonces conseguimos despegoteador importado y se despegó.
De todas maneras, sabemos que estuvo imposibilitado de sacar un contrabajo roto que se podia cargar en hombros como en 'viacrucis', esos que hacen los muy sacrificados ratoncitos verdes. Antonia Labiuda, apellidada también Alegre de la Colina que vendía tamales al por mayor, tenía un amante oficial, otro, tapado que no podía pronunciar las eses, porque de niño empezó a cecear. Llamado Ernefto Ramiref, nieto del famoso falsificador de sueños que un día quiso ser bombero, pero se frustró al quemaresele el El cuartel nuevo. Antonia y Ernefto tenían en común su amor por la comida autóctona, porque les 'ponía' la sangre ardiente convulsionado las hormonas.

Un día, el amante oficial, mosqueado, tomó un taxi pero no pudo recordar a donde tenía previsto ir. La conductora arrancó, sin preguntar destino, enloqueciendo de amor, lo llevó hacia el bosque escondido, ese aterrador lugar, donde los vampiros y las vampiras hacen su agosto cada septiembre, atacando los que llegan en mayo o van en taxi.

El amante, viéndolos, besó a la taxista olvidándose de que podría ser una trampa para violarlo muchas veces, o, ser vampirizado; fue así como puso fin a tan apasionada besuqueadera.
Sacó su "tarjeta profesional en cocina" para, ¡cocinar vampiras! (porque son sabrosas) riquísimas al vapor, y le dijo obnubilado: ¡ábrete sésama!; ésta, con grandes alharacas, accedió contenta, sin dudar tantito, salio del taxi, levantó su blusa mostrando su exquisitez y, ¡sus colmillos!
Pasaron la noche, él no intentó una quinta faena; ¡qué fantasmón bocazas! (dijo Gabin enrojeciendo)...

[gabin]

Había una vez una docena de tamales oaxaqueños, que vende doña Antonia, la viuda, Labiuda de apellido... Antonia de Labiuda, pero comunmente llamada: "Dama Tres Dedos". En fin, había bañado su olla grande para enjuagar su bebé con manzanilla de los países escandinavos, porque le dijeron en la cárcel que tenía que usar pañales de vampiro, porque son sensibles al tacto, y tienen radar incorporado. Antonia se confundió un poco -como hace Eduar- el pegote de sus bigotes, entonces conseguimos despegoteador importado y se despegó.
De todas maneras, sabemos que estuvo imposibilitado de sacar un contrabajo roto que se podia cargar en hombros como en 'viacrucis', esos que hacen los muy sacrificados ratoncitos verdes. Antonia Labiuda, apellidada también Alegre de la Colina que vendía tamales al por mayor, tenía un amante oficial, otro, tapado que no podía pronunciar las eses, porque de niño empezó a cecear. Llamado Ernefto Ramiref, nieto del famoso falsificador de sueños que un día quiso ser bombero, pero se frustró al quemaresele el El cuartel nuevo. Antonia y Ernefto tenían en común su amor por la comida autóctona, porque les 'ponía' la sangre ardiente convulsionado las hormonas.

Un día, el amante oficial, mosqueado, tomó un taxi pero no pudo recordar a donde tenía previsto ir. La conductora arrancó, sin preguntar destino, enloqueciendo de amor, lo llevó hacia el bosque escondido, ese aterrador lugar, donde los vampiros y las vampiras hacen su agosto cada septiembre, atacando los que llegan en mayo o van en taxi.

El amante, viéndolos, besó a la taxista olvidándose de que podría ser una trampa para violarlo muchas veces, o, ser vampirizado; fue así como puso fin a tan apasionada besuqueadera.
Sacó su "tarjeta profesional en cocina" para, ¡cocinar vampiras! (porque son sabrosas) riquísimas al vapor, y le dijo obnubilado: ¡ábrete sésama!; ésta, con grandes alharacas, accedió contenta, sin dudar tantito, salio del taxi, levantó su blusa mostrando su exquisitez y, ¡sus colmillos!
Pasaron la noche, él no intentó una quinta faena; ¡qué fantasmón bocazas! (dijo Gabin enrojeciendo) si está ac0j0nado

..............

[EduarArg]

Había una vez una docena de tamales oaxaqueños, que vende doña Antonia, la viuda, Labiuda de apellido... Antonia de Labiuda, pero comunmente llamada: "Dama Tres Dedos". En fin, había bañado su olla grande para enjuagar su bebé con manzanilla de los países escandinavos, porque le dijeron en la cárcel que tenía que usar pañales de vampiro, porque son sensibles al tacto, y tienen radar incorporado. Antonia se confundió un poco -como hace Eduar- el pegote de sus bigotes, entonces conseguimos despegoteador importado y se despegó.
De todas maneras, sabemos que estuvo imposibilitado de sacar un contrabajo roto que se podia cargar en hombros como en 'viacrucis', esos que hacen los muy sacrificados ratoncitos verdes. Antonia Labiuda, apellidada también Alegre de la Colina que vendía tamales al por mayor, tenía un amante oficial, otro, tapado que no podía pronunciar las eses, porque de niño empezó a cecear. Llamado Ernefto Ramiref, nieto del famoso falsificador de sueños que un día quiso ser bombero, pero se frustró al quemaresele el El cuartel nuevo. Antonia y Ernefto tenían en común su amor por la comida autóctona, porque les 'ponía' la sangre ardiente convulsionado las hormonas.

Un día, el amante oficial, mosqueado, tomó un taxi pero no pudo recordar a donde tenía previsto ir. La conductora arrancó, sin preguntar destino, enloqueciendo de amor, lo llevó hacia el bosque escondido, ese aterrador lugar, donde los vampiros y las vampiras hacen su agosto cada septiembre, atacando los que llegan en mayo o van en taxi.

El amante, viéndolos, besó a la taxista olvidándose de que podría ser una trampa para violarlo muchas veces, o, ser vampirizado; fue así como puso fin a tan apasionada besuqueadera.
Sacó su "tarjeta profesional en cocina" para, ¡cocinar vampiras! (porque son sabrosas) riquísimas al vapor, y le dijo obnubilado: ¡ábrete sésama!; ésta, con grandes alharacas, accedió contenta, sin dudar tantito, salio del taxi, levantó su blusa mostrando su exquisitez y, ¡sus colmillos!
Pasaron la noche, él no intentó una quinta faena; ¡qué fantasmón bocazas! (dijo Gabin enrojeciendo) si está ac0j0nado! Y ahi nomas...

[gabin]

Había una vez una docena de tamales oaxaqueños, que vende doña Antonia, la viuda, Labiuda de apellido... Antonia de Labiuda, pero comunmente llamada: "Dama Tres Dedos". En fin, había bañado su olla grande para enjuagar su bebé con manzanilla de los países escandinavos, porque le dijeron en la cárcel que tenía que usar pañales de vampiro, porque son sensibles al tacto, y tienen radar incorporado. Antonia se confundió un poco -como hace Eduar- el pegote de sus bigotes, entonces conseguimos despegoteador importado y se despegó.
De todas maneras, sabemos que estuvo imposibilitado de sacar un contrabajo roto que se podia cargar en hombros como en 'viacrucis', esos que hacen los muy sacrificados ratoncitos verdes. Antonia Labiuda, apellidada también Alegre de la Colina que vendía tamales al por mayor, tenía un amante oficial, otro, tapado que no podía pronunciar las eses, porque de niño empezó a cecear. Llamado Ernefto Ramiref, nieto del famoso falsificador de sueños que un día quiso ser bombero, pero se frustró al quemaresele el El cuartel nuevo. Antonia y Ernefto tenían en común su amor por la comida autóctona, porque les 'ponía' la sangre ardiente convulsionado las hormonas.

Un día, el amante oficial, mosqueado, tomó un taxi pero no pudo recordar a donde tenía previsto ir. La conductora arrancó, sin preguntar destino, enloqueciendo de amor, lo llevó hacia el bosque escondido, ese aterrador lugar, donde los vampiros y las vampiras hacen su agosto cada septiembre, atacando los que llegan en mayo o van en taxi.

El amante, viéndolos, besó a la taxista olvidándose de que podría ser una trampa para violarlo muchas veces, o, ser vampirizado; fue así como puso fin a tan apasionada besuqueadera.
Sacó su "tarjeta profesional en cocina" para, ¡cocinar vampiras! (porque son sabrosas) riquísimas al vapor, y le dijo obnubilado: ¡ábrete sésama!; ésta, con grandes alharacas, accedió contenta, sin dudar tantito, salio del taxi, levantó su blusa mostrando su exquisitez y, ¡sus colmillos!
Pasaron la noche, él no intentó una quinta faena; ¡qué fantasmón bocazas! (dijo Gabin enrojeciendo) si está ac0j0nado! Y ahi nomas veía que colmillos

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