Él usa capa, espada y tocado en rosa pastel, tutu, leotardo y unos espectaculares zapatos charolados color fucsia, regalo de su asesor de imagen, quien es novio de Rossy, actriz de corto bagaje y amplias petacas envidiadas por las estrellas más rutilantes de pompas caídas y fúnebres miradas resaltando sus ojos intensamente vivaces, alegres rebosantes de ilusión al enterarse que otra vez les lanzaban miradas pispiretas de ojos bizcos por el piedrazo recibido hace años en aquella esquina por Pedro Navaja, puñal en mano made in China de mala calidad con plástico quebradizo que se rompía ¡con sólo mirarlo!, quien intentaba cocinar una carnita asada usando la receta de los ancestros jugadores de fútbol que mi abuela tanto admiraba desde embarazarse de penalti por la retaguardia al cogerla desprevenida bien dormidita y soñando con cupidos desvestidos y sin badajos la desmotivaron con breve suspiro que emitió por el canal TVInternacional como spot publicitario de un laxante cerebral muy irritante que le hizo la canija de Magui cuando estaba pensando en la receta de su estofado de ternera a la veracruzana, platillo que conquista a ufólogos carnívoros bebedores de vodka color azul eléctrico poniéndolos tope morados para que no digan que ella: Magui, era baneadora y tenía vicio, un santo vicio del que nadie puede negar que le causa gran e irrefrenable cosquilleo en la glugluta, bastante irritada porque, ¿tuvo roces gloriosos?, asustando a voces a algunos sacerdotes, echándose las manos crema de pies de dudosa procedencia, pero es feliz con lo que brinda de resultado, esa crema tan famosa que contiene ingredientes especiales para elevar el músculo sin báculo que le produce una constante felicidad, pero preocupa cuando el cuerito comienza a estirarse de tanto masajear entre los dedos del sube/baja pieles que le regaló del sexshop 'Finalfeliz' con el propósito de surtir efecto contrario al deseado pero no logro su calenturiento propósito para no condenarse ni incendiar el edificio que estaba abarrotado de pirotecnia para las fiestas privadas del rancho de mi amor: Adelita se llamaba, así le pusimos al recordar a su gallina clueca