¡Hooooola Violetta!


Había una vez un villano mirón que siempre estaba queriendo verle los delicados capullos abriéndose para él, incitando al desorden propio de una activísima entidad troleana vigente como siempre --y como nunca-- enseñaron la nariz y tres pelos de esos que no se peinan porque se enredan entre rizos piojosos como los de mi perrita hambrienta de 'perritos calientes' vendidos en Internet por unas rupias que no tenía, pero las deseaba como Juan a doña Inés Tenorio, el mecánico de aviones. Juntos hicieron el plan escalofriante de aporrear cabezones