Aún cuando tu estado de ánimo es el pretexto clave para justificar tus acciones verbales, no podemos colgarnos de ello. Tenemos que ser responsables de lo que decimos, como lo decimos y a quien se lo decimos, saber y aceptar que como seres humanos hablamos a veces solo por hablar. Recordemos que el lenguaje va conectado al pensamiento, y todo lo que emitimos es maquinaria de nuestra conciencia.