(Publicado en febrero de 2007)

Aunque quizá sería más certero llamar a lo que voy a exponer "la pederastia es un vampirismo", dado que es justamente el abuso sexual a menores, lo que convierte a la mayoría de esos niños abusados, en homosexuales o pederastas a su vez.
El mecanismo como se da no lo conozco de bien a bien. Cuando a un niño que es todo confianza y alegría, se le presenta algún adulto, adolescente o quien sea que abuse sexualmente de él; da al traste con esa confianza y con la inocencia de su etapa infantil, adentrándolo de lleno en una sexualidad forzada, algo que no es propio de su edad física ni mental.
Una vez que ese niño abusado deja atrás la niñez, y se adentra en la adolescencia; la cual está colmada de incipientes ímpetus sexuales, inducidos por los cambios hormonales, encuentra en el baúl de los recuerdos aquél abuso al que fue sometido. Empieza entonces a hallar placer y satisfacción, al ensoñar en ser el mismo a su vez, quien asuma el rol del abusador; y si se da el caso de que encuentre alguna víctima inocente, irá entonces llenando su memoria sexual con nuevos y placenteros para él, recuerdos.
Haya o no desfogado en algo, durante su adolescencia, la carga de ese abuso pasado; el entonces adulto seguirá manteniendo potencialmente su capacidad de daño. Cuando se encuentre con las condiciones propicias para repetir el abuso, ésta vez como victimario, será muy fácil que lo haga sin pensarlo mucho. Se habrá entonces cerrado el ciclo, y la maldición del vampirismo habrá añadido otro eslabón a su cadena intertemporal.
Por supuesto que no todo el homosexualismo se deriva de un temprano o tardío abuso sexual; por lo menos eso es lo que intuyo. Aunque sí encontramos entre sus causales ciertas cosas anormales, tales como la imagen también anormal, de las figuras paterna o materna o ambas. En cambio la pederastia, esa si me atrevo a afirmarlo, tiene como principal causa el abuso sexual infantil al que fue sometido el abusador.
Si bien el homosexualismo tiene un origen enfermizo, producto de una sociedad también enferma, no es necesario combatir a los luchadores en pro de los derechos gay, con argumentos hirientes o discriminatorios. Los homosexuales merecen el derecho y beneficio de la duda, en su aseveración de que algunos de ellos son así "por naturaleza". Aunque a mi juicio, éstos gays naturales son los menos.
Tanto derecho tienen los gays y lesbianas a agremiarse y luchar por sus derechos, como por ejemplo lo podrían hacer digamos los que padecen diabetes, parálisis cerebral, cáncer, los zurdos, los católicos, Etc. Por hablar no sólo de enfermedades, sino de ideología, preferencias de todo tipo, creencias o lo que sea que agremie a un grupo humano.
Creo que lo verdaderamente importante en esos gremios, es su capacidad de gestar acciones buenas, nobles; y no hacer de esas asociaciones un foco de maldad. Así nos encontramos de nuevo, con esa sabia y universal conseja cristiana del "por sus frutos les reconoceréis". En tanto, es evidente que el vampirismo pederástico, no es lo que se podría llamar un fruto excelente.
Para discernir entre esos frutos, se requiere analizar si no se trata de algo que infrinja las leyes civiles y las leyes morales. En cuanto a las leyes civiles, es muy sencillo encontrar si son violadas por algún individuo o asociación, pues para ello hay todo un aparato legal y judicial que se aboca a juzgar y castigar en su caso a los infractores. Por supuesto, es un aparato de justicia humana sujeto a fallas, a defectos y carencias; pero es algo que por lo menos tiende a la justicia.
En cuanto a las leyes morales, éstas son particulares a las naciones o la idiosincrasia de ciertos grupos humanos; sujetas a discusión o aceptadas, según quien pretenda ponerlas en tela de juicio y quien pretenda hacerlas acatar. A ése respecto yo sólo me atrevo a repetir una vez más, que los seres humanos tenemos a nuestro lado eternamente a la conciencia, la general y la particular, y que su voz es la voz de Dios.