Yo insiste que insiste en que te ibas para el cielo y nadie me hacía caso.
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.
Yo quiero una selfie contigo y con tus amigas tahis...
Y me dejaste en eso, me sacaste del proceso, me diste una trompada con tu brazo secular, y me dejaste llorando, con los mocos por el fango mientras te pedía otra oportunidad, soy un hombre que sufre...