En cuanto a la moralidad,
Aristóteles condena el infanticidio cuando se hace con vistas a mantener la población baja. Por lo que la idea correcta que justifica el aborto es sólo cuando una familia se ha excedido de su cuota fijada de niños. Esta explicación nos ayuda a comprender que Aristóteles rechaza otro tipo de justificaciones que moralmente serían objeto de observaciones, como el deseo de preservar la belleza femenina, evitar problemas personales relacionados con el adulterio, etc., causas comunes a su época.
Hay que hacer presente que, aunque Aristóteles justifique el aborto en el caso señalado, agrega sin embargo una estricta condición que definiría la licitud o ilicitud de éste: “practicar el aborto antes de que se produzcan en el embrión la sensación y la vida”; en otras palabras, el embrión no es considerado por Aristóteles aún como un ser humano. Y eso que Aristóteles era hijo de médicos y su familia tenía una larga tradición de pertenencia al gremio de los Asclepíades. En su
'Historia de los Animales' agrega que ese embrión es informado un tiempo después por el alma sensitiva, pero, curiosamente, guarda silencio para precisar el momento en que el feto adquiere en el útero el alma racional, aunque se puede conjeturar que esto ocurre un poco antes o durante el segundo trimestre del embarazo. La condición puesta por Aristóteles para el aborto puede interpretarse entonces como entendiendo que el feto informado con el alma vegetativa, poseía la potencia de un ser humano. De ahí la ilicitud de practicarlo en ese grado de desarrollo.