- ¡Mamá! En la escuela me dicen que estoy gorda.
- Pobrecilla.
- ¿Verdad que no estoy gorda?
- No no, pobre silla, la vas a romper.
- ¡Mamá! En la escuela me dicen que estoy gorda.
- Pobrecilla.
- ¿Verdad que no estoy gorda?
- No no, pobre silla, la vas a romper.
Mi pena es sencilla y nada misteriosa y, como tu alegría, por cualquier cosa estalla.