Nuestros pensamientos generan emociones. Nuestras emociones crean nuestra realidad. A lo único que tenemos que hacer frente en esta vida son las ideas (propias, aprendidas, preconcebidas).
Nuestras creencias pueden ser limitativas (conductuales) o cambian, evolucionan con nuestros deseos permitiéndonos 'crecer' personalmente. A fin de cuentas, la realidad que vivimos interiormente cada uno es aquello que pensamos y sentimos (sea cierto o no). Suelo decir que 'las mayores desgracias que vivimos son aquellas cosas que jamás llegaron a sucedernos, salvo en nuestra mente'.
La ley de atracción nos explica que como seres vibratorios, como fuentes de energía que somos, atraemos aquello que esta en nuestra misma vibración y vibramos de un modo u otro (positivo o negativo) según nuestras emociones mantenidas en el tiempo. De ahí que pueda costar admitir que lo que nos sucede por malo que sea o bueno, somos directamente responsables de ello, pero así es.
Obviamente, si pienso cómo me gustaría ver un elefante de cerca, no aparece de repente en el salón de mi casa, pero si insisto en el pensamiento de ver uno realmente lo veré más pronto que tarde en cualquier otra parte o circunstancia.
Los hechos, personas, circunstancias y cosas que se materializan ante nosotros en nuestra vida son fruto de la perseverancia de nuestros pensamientos y emociones (de convencimiento de la certeza de que lo que pensamos es así) porque nuestra realidad se crea en suma por lo que interiormente pensamos y exteriormente percibimos.