Dias que no paso, seguramente otros que no pasaré, así son los dias.
-Primero, ausente del país para ver si el milagro se producía y de paso juntar un par de chapitas de coca cola, sufrí la desilusión, el milagro no se produjo. Noche saldada en bareto de jazz, famoso en la zona, acuerdo con un amigote de encontrarnos unas horas a mitad de camino -inequitativo, para él solo cruzar el charco-, intento mio por quedar en la antigua cueva del Club Congreso, frustrado, Centro Bar y a otra cosa. Reencuentro, el Huguito está para la mierda mas viejo que yo, presentación de mi acompañante y sponsor. Y el Huguito, cruel, que me trae la sorpresa, a la media hora, El Botija, que me rompe la espalda en un abrazo de siglos y tras algunos lagrimones nos vamos a comer pamplonas al resto que lleva al nombre del libro de Don Mario, el grande. Mi sponsor actúa como tal, garantiza el bebestible en el avión de regreso, suficiente para contener mis desgarros.
-Regreso sin milagros, y la alegría del Hugo y el Boti, el malhumor de lo corto y vaya a saber cuando. Regreso a casa, más. Mi hijo, ocho años de novio -esos son récords-, acaba de acabar su noviazgo. Bien hecho, aunque el mozo admite que no es fácil. Nos vamos a comer pizza, pocas cosas que no sane una buena pizza.
-Indago, reviso, sucede lo de siempre, lo que ayer eran excelentes tareas hoy son infames. Sucede. El pragmatismo tiene estas variables, es según como me vaya.
-Entre tanto ñandú, por fuera, una linda: Una revista que cumple diez años -joder, cuanto tiempo demora a veces el tiempo y que rápido pasa otras-, se acuerda de que estuve en los inicios. Me manda un cuestionario para un libro que sacan para festejar. Lo contesto casi sin pensar. "Muy cálido", opina sponsor. Es que fue cálido, de verdad.
En fin. Pocos dias fuera. Tardaré otros más. Comeré pizzas.
Chau