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Tema: Antonin Artaud

  1. #1
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    Predeterminado Antonin Artaud

    Artaud


    Por Jean Marabini


    Antonin Artaud murió ayer por la mañana en el asilo de Ivry-sur-Seine. A la hora en que solían llevar a los enfermos la taza de café y el pedazo de pan, la enfermera de servicio descubrió su cuerpo sin vida cuan largo sobre el piso. Tal vez había querido vestirse. Todavía sostenía un zapato en la mano.
    Yo había ido a verle la semana anterior. Entonces me confesó que había contraído el cáncer y que debía tomar fuertes dosis de cloral* para aplacar sus sufrimientos. Había rechazado quince días atrás una invitación de sus íntimos, que querían llevarlo al sur. Les dijo:
    -A fines de febrero o a comienzos de marzo estaré muerto.
    La profecía se consumó.
    Habitaba un cuarto desolado en lo que fuera el antiguo pabellón de caza de un Orléans. Estaba tendido al pie de una inmensa chimenea sobre un jergón. En la pared, unos dibujos fulgurantes suyos que recordaban los bocetos de Van Gogh.
    Me dedicó una foto: "¿Hasta qué tonalidad de sangre iremos juntos?", y sobre la edición de su Van Gogh, respondió: "La tonalidad de sangre irá hasta el negro". Se levanta, enciende con la mano temblorosa un gauloise y se pasea por el gran cuarto:
    -Sé que tengo cáncer. Lo que quiero decir antes de morir es que odio a los psiquiatras. En el hospital de Rodez yo vivía bajo el terror de una frase: "El señor Artaud no come hoy, pasa al electroshock". Sé que existen torturas más abominables. Pienso en Van Gogh, en Nerval, en todos los demás. Lo que es atroz es que en pleno siglo XX un médico se pueda apoderar de un hombre y con el pretexto de que está loco o débil hacer con él lo que le plazca. Yo padecí cincuenta electroshocks, es decir, cincuenta estados de coma. Durante mucho tiempo fui amnésico. Había olvidado incluso a mis amigos: Marthe Robert, Henri Thomas, Adamov; ya no reconocía ni a Jean Louis Barrault. Aquí en Ivry sólo el doctor Delmas me hizo bien; lamentablemente murió...
    Continúa febrilmente:
    -Estoy asqueado del psicoanálisis, de ese "freudismo" que se las sabe todas. Ahora sólo puedo concebir la pureza. Todos aquellos que dejaron algo: Edgar Poe, Baudelaire, Van Gogh, eran castos. Yo únicamente puedo crear cuando soy casto.
    -Luego dirán que usted es cristiano...
    -Eso no tiene nada que ver con Dios. Lo decía en mi famosa emisión radial prohibida. De paso, yo no tengo nada que ver con el escándalo que entonces se formó. La religión siempre ha sido ambigua en esos terrenos. En lo que me concierne pienso que debe abolirse el ser sexual. Hemos perdido, verá usted, una cierta concepción del hombre. Hacia el año mil, el hombre no moría. Hubo un tiempo en que vivía durante siglos. Había entonces pueblos enteros de muertos vivos como hoy apenas existen en algunos lugares apartados de Asia. Mientras los filósofos crean que existe de una parte el espíritu y de otra el cuerpo, el mundo no progresará. Sólo hay el cuerpo que el hombre pierde cuando piensa. Antaño, el acto era indirecto; no había ningún debate mental; la mano no hacía cálculos sobre si tomar o no tomar. En este momento quiero destruir mi pensamiento y mi espíritu. Por encima del pensamiento, del espíritu y la conciencia, no quiero suponer nada, no quiero admitir nada, no quiero entrar en ninguna parte, no quiero discutir sobre nada.
    Sigue un largo silencio, interrumpido apenas por el crepitar del leño. Recuerdo que un día me confesó haber encontrado en el cloral esa libertad que buscaba, la liberación de sus obsesiones, lo que él llamaba su "rotación interna". Observo cerca de la chimenea la varilla de hierro que partió en dos durante su último delirio nocturno. Lo animaba entonces una fuerza luciferina.
    Afuera, unos abetos, un pabellón oculto entre la maleza. Me dice que es la morgue y que en esa maleza irreal que lo rodea, a doscientos metros apenas del bosque por un costado y de las chimeneas de las fábricas por el otro, que ese pabellón podría ser el "jardín de la muerte" de Andersen.
    Antonin Artaud contemplaba la cercanía de su fin desde hacía semanas. Aquella libertad que buscaba desesperadamente por fin la halló.

    Frente a todo esto, ¿qué resta
    del viejo Artaud?
    algunas notas
    aquellas del obrero de pozos que
    trepa sin sol, hacia las afueras de la
    bóveda redonda,
    peldaño a peldaño por la escalera
    del tiempo
    gangrenado por la eternidad.
    Hélas aquí a través de un cierto
    pasado.
    Antonin Artaud
    (Fragmento de un poema entonces inédito)

    ________________________________
    * Un hipnótico muy fuerte.
    (N. del E). Los dos textos anteriores fueron sacados de René Char (faire du chemin avec), de Marie-Claude Char, Ediciones Gallimard, 1992. El segundo proviene de un recorte de periódico conservado por Char. La traducción es de Andrés Hoyos.



    Tomado de: http://www.lamaquinadeltiempo.com
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  2. #2
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    Predeterminado

    El Crimen de Artaud


    Por Hernán Isnardi

    "Sólo los espíritus agrietados poseen aberturas al más allá."
    E. Cioran


    Quisiera comenzar con dos fragmentos de Artaud (donde pueda hablar él me abstendré) que creo son fundamentales para la comprensión del texto.
    Dice Artaud:
    "¿Qué se entiende por Auténtico Alienado?
    Es un Hombre que prefiere volverse loco antes que traicionar una idea superior del honor humano."
    "En el alienado hay un genio incomprendido que cobija en la mente una idea que produce pavor, y que sólo puede encontrar en el delirio un escape a las opresiones que le prepara la vida."

    Si fueron capaces de matar a mi amigo con esa sed imposible que es el desconocimiento opacado por la imbecilidad (cosa que denuncia a cualquier negligente), cuidado, el mundo les pertenece.
    El corto camino de la mediocridad siempre prefigura esa clara intención.
    El hombre está solo. La soledad es como una gran noche que traga todo. Ya sabemos que lo obscuro se lleva hasta las sombras y que sólo podemos hallarlas en los últimos silencios.
    Artaud, el pobre Artaud, el loco Artaud, ya no tiene la costumbre de la angustia; ya la tierra tapó toda tristeza y su dolor es otro de los olvidos.
    El poeta puede soñar lo que no sabe y ganar un espacio sin memoria.
    Soledad y nada; entrega y decisión; humillación y angustia. Antonin Artaud ha llegado al infierno y el río del olvido no existe (o sí). Beber, olvidar y despertar en el infierno, en la orilla de un río que al beber olvidas todo, es sentencia.
    El vacío único de bucear en todo y al límite; siempre; en dirección a la nada.
    Dicen que en febrero de 1948 se le diagnosticó cáncer de recto terminal. Dicen también que el exceso de electroshock, además de ocasionarle la rotura de una vértebra y la caída de varios dientes, lo mató.
    Acusa el diccionario a propósito del término electroshock (electrochoque) lo siguiente:
    "Terapéutica psiquiátrica consistente en el paso por el cerebro de una descarga eléctrica (en las sienes del paciente) durante unas décimas de segundo con la pérdida de conciencia. Aunque de eficacia discutida, se usa en el tratamiento de cierto tipo de psicosis."
    Me sorprendió encontrar sobre esta definición, la palabra electrocutar: "Muerte debida la paso de una descarga eléctrica".
    Lo que mata sería la dosis.
    Tratemos de ordenar desde su cabeza, cómo esa degradación le fue ganando la carne hasta pudrirla.
    Dice Artaud:
    "En todo psiquiatra viviente hay un sórdido y repugnante atavismo que le hace ver en cada artista, en cada genio, a un enemigo.."
    "... Los asilos de alienados son refugios de magia negra deliberados y conscientes y el tema no es sólo que los médicos promuevan la magia por sus métodos terapéuticos híbridos y disruptivos sino que la practican. Si no hubieran aparecido los médicos, no hubieran existido los enfermos..."

    Antonin Artaud comienza por el género y continúa con la especie, el electroshock:
    "... y que en ese instante le permite no sólo no conocer sino terrible y desesperadamente desconocerlo que fue, cuando él era él, qué, ley, yo, rey, tú, zas, y eso. Pasé por eso y no lo voy a olvidar..."
    "Pero veamos, los electroshocks jamás fueron una experiencia y agonizar en el electroshock es hacer pedazos una experiencia succionada por embriones del no-yo y que el hombre no volverá a encontrar..."

    Siempre habla de pérdida y nunca de recuperación de cualquier algo. Sigue:
    "La medicina pervertida miente cada vez que muestra a un enfermo curado por las introversiones eléctricas de su método, yo sólo he visto a los aterrorizados del sistema, imposibilitados de reencontrar su yo. El que ha sido sometido al electroshock, no sale más de sus tinieblas y la vida disminuyó un grado..."
    "... crear la muerte de esa manera artificial como lo hace la medicina actual es impulsar un reflujo de la nada que jamás fue provechoso para nadie".

    ¿Pero quién garantiza que los alienados de este mundo pueden ser curados por los auténticos vivientes?"
    Grave e hiperlúcido; el disminuido que no reduce un grado de genio y testifica con sus vísceras una realidad tan ineludible como inexplicable.
    "Cada aplicación -dice Artaud- me sumió en un terror que duraba cada vez varias horas. Y no sin desesperación veía acercarse cada nueva aplicación pues sabía que perdería la conciencia una vez más y que durante una semana entera me vería además ahogándome en mí sin llegar a reconocerme sabiendo perfectamente que yo estaba en alguna parte pero Dios sabe donde y como si estuviese muerto."
    Termina -por ahora- con una sentencia de las más violentas que he leído y que paradójicamente está marcada por una pasividad extrema:
    "Tengo que levantar una protesta por haber hallado en el electroshock a muertos que no hubiese querido ver."
    Sólo pide el derecho a disponer de su angustia, la angustia que hace a los locos, a los suicidas, a los condenados; la angustia que la medicina desconoce y que el doctor no entiende y que arranca la vida...
    "Mi cuerpo y yo no queremos que nadie disponga de él." y agrega: "no existe sismógrafo humano que permita a quién me mire, llegar a una evaluación de mi sufrimiento más exacta que aquella fulminante de mi espíritu. Toda la incierta ciencia de los hombres no es superior al conocimiento inmediato que puedo tener de mi ser. Soy el único juez de lo que hay en mí."
    Es él quién esclarece (bien digo esclarece) anticipadamente su crimen.
    En el hiperlúcido trabajo sobre "Van Gogh, el suicidado por la sociedad", encontré la analogía por estudio y por sensaciones orgánicas con su vida y su muerte:
    "La lucidez de Van Gogh, deja a la psiquiatría reducida a un tugurio de gorilas, obcecados y perseguidos, que sólo tienen como recurso para atenuar los más terribles estados de angustia y opresión humana, una ridícula terminología."
    ...Y recuerdo la sentencia de Porfirio: Lo semejante reconoce a lo semejante.
    "El médico siempre tiene razón contra un encarcelado, porque le basta afirmar, y el enfermo siempre está en el error porque en tales casos aún sus afirmaciones de hechos entran en la categoría de un delirio catalogado, cualquiera sea la lucidez que emplee en expresarlos" le dice Artaud al excelentísimo doctor Latrémolière, director de un asilo para alienados.
    Aldo Pellegrini explica que el rechazo de Artaud al psicoanálisis tiene un fundamento ético y Antonin aclara: "Rechazaré toda tentativa de encerrar mi conciencia en preceptos y fórmulas."
    No conozco testimonio más claro que el que Artaud propone y no ha sucedido que un denigrado (físico y mentalmente) exponga y proponga con excelencia su mal y su solución.
    "Soy aquel que ha sentido mejor el desconocimiento estupefaciente de su lengua en sus relaciones con el pensamiento. Soy aquel que mejor ha localizado el punto de sus más íntimos, de sus más insospechables deslizamientos. Me pierdo en mi pensamiento verdaderamente, tal como se sueña, tal como se entra súbitamente en el pensamiento. Soy aquel que conoce los recovecos de la pérdida."
    En toda la literatura de Artaud hay claves -ciertas veces claras y ciertas no- de su terrible nacimiento, vida y hasta adelantarse a su muerte. La angustia metafísica de Artaud multiplica el problema que es la vida. Artaud, como dice Pellegrini "rechaza cualquier tipo de conformismo, cualquier pretexto de alivio, cualquier engaño usado como justificativo para poder vivir".
    "El hombre civilizado es un monstruo que ha desarrollado hasta el absurdo esa facultad que tenemos de derivar los pensamientos de nuestros actos, en vez de identificar nuestros actos con nuestros pensamientos."
    La ficha del psiquiátrico decía "este hombre se dice poeta". JA JA JA JA JA JA y JA. Allí donde la inteligencia exige un límite, vemos -no sin asombro- que la imbecilidad NO.
    El Psiquiatra estudia...
    El poeta siente...
    El poeta, estudiando algunos años, puede ser la piel del psiquiatra. El psiquiatra, aún viviendo algunas vidas, podrá jamás ser la piel del poeta.
    En el pecho del poeta se refleja -como en ningún otro- las torsiones del corazón y el sentido de una cosa. El verbo en estado puro.
    El pecho de un poeta es un volcán que, cuando hace erupción, sepulta todo lo que quiere con decisión y calor únicos. El alma también se consume con ardor... pero se rehace, siempre; porque como dice Antonin "la nada es cosa de poetas".
    La sociedad no se ha elevado aún hacia él. Han intentado bajarlo hasta el límite estúpido de sus conciencias débiles. Por eso cuidado con la pluma del poeta, la tinta puede ser sangre... y te puede matar una palabra.
    Gracias una vez más, hermano, por no haber dejado de ser jamás, Antonin Artaud.

    Tomado de: http://www.lamaquinadeltiempo.com
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  3. #3
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    Predeterminado

    Descripción de un estado físico


    Una sensación de quemadura ácida en los miembros,
    músculos retorcidos e incendiados, el sentimiento de ser un vidrio frágil,
    un miedo, una retracción ante el movimiento y el ruido.
    Un inconsciente desarreglo al andar, en los gestos,
    en los movimientos.
    Una voluntad tendida en perpetuidad para los más simples gestos,
    la renuncia al gesto simple, una fatiga sorprendente y central,
    una suerte de fatiga aspirante. Los movimientos a rehacer,
    una suerte de fatiga mortal, de fatiga espiritual
    en la más simple tensión muscular, el gesto de tomar, de prenderse inconscientemente
    a cualquier cosa, sostenida por una voluntad aplicada.

    Una fatiga de principio del mundo, la sensación de estar cargando el cuerpo, un sentimiento de increíble fragilidad,
    que se transforma en rompiente dolor, un estado de entorpecimiento doloroso, de entorpecimiento localizado en la piel,
    que no prohíbe ningún movimiento, pero que cambia el sentimiento interno de un miembro, y a la simple posición vertical
    le otorga el premio de un esfuerzo victorioso.
    Localizado probablemente en la piel, pero sentido como la supresión radical de un miembro y presentando al cerebro sólo imágenes de miembros filiformes y algodonosos, lejanas imágenes de miembros nunca
    en su sitio.
    La suerte de ruptura interna de la correspondencia de todos los nervios.

    Un vértigo en movimiento, una especie de caída oblicua acompañando cualquier esfuerzo, una coagulación de calor
    que encierra toda la extensión del cráneo, o se rompe a pedazos, placas de calor nunca quietas.
    Una exacerbación dolorosa del cráneo, una cortante presión de los nervios, la nuca empeñada en sufrir, las sienes que se cristalizan o se petrifican, una cabeza hollada por caballos.

    Ahora tendría que hablar de la descoporización de la realidad, de esa especie de ruptura aplicada, que parece multiplicarse ella misma entre las cosas y el sentimiento que producen en nuestro espíritu, el sitio que se toman. Esta clasificación instantánea
    de las cosas en las células del espíritu, existe no tanto como un orden lógico, sino como un orden sentimental, afectivo.
    Que ya no se hace: las cosas no tienen ya olor, no tienen sexo.
    Pero su orden lógico a veces se rompe por su falta de aliento afectivo.
    Las palabras se pudren en el llamado inconsciente del cerebro, todas las palabras por no importa qué operación mental,
    y sobre todo aquellas que tocan los resortes más habituales, los más activos del espíritu.

    Un vientre aplanado.
    Un vientre de polvo fino y como en foco. Debajo del vientre una granada reventada.
    La granada expande un flujo de copos que se eleva como lenguas de fuego, un fuego helado. El flujo se
    agarra del vientre y lo hace girar.
    Pero el vientre no da más vueltas. Son venas de sangre como vino, de sangre combinada con azufre y azafrán pero con un azufre endulzado con agua.

    Sobre el vientre sobresalen los senos. Y más hacia arriba y en profundidad, pero en otro plano del espíritu un sol enardecido de manera que se podría pensar que es el seno el que arde. Y un pájaro
    al pie de la granada.
    El sol parece que tuviera una mirada.
    Pero una mirada que estaría mirando el sol.
    Y el aire todo es una como una melodía gélida pero una extensa, honda melodía bien compuesta
    y secreta y colmada de ramificaciones congeladas.
    Y todo construido con columnas, y con una especie de aguada arquitectónica que une el vientre
    con la realidad.
    La tela está ahuecada y estratificada.
    La pintura está muy prensada a la tela.
    Es como un círculo que se cierra sobre sí mismo, una suerte de abismo
    en movimiento que se parte por el medio.
    Es como un espíritu que se ve y se ahueca, está modelado y trabajado
    sin cesar por las manos crispadas del espíritu.

    Mientras tanto el espíritu siembra su fósforo. El espíritu está seguro. Tiene un pie bien apoyado
    en este mundo.
    El vientre, los senos, la granada, son como evidencias testimoniales de la realidad. Hay un pájaro muerto y hay un abundante surgimiento de columnas.
    El aire está plagado de golpes de lápices como de golpes de cuchillos, como de esquirlas de uña mágica.
    El aire está suficientemente alterado.
    Así donde germina una semilla de irrealidad se dispone en células.
    Las células se colocan cada una en su lugar, en abanico, rodeando el vientre,
    delante del sol más lejos del pájaro y sobre ese flujo de agua sulfurosa.
    Pero la arquitectura que sostiene y no dice nada es indiferente a las células.
    Cada célula contiene un huevo donde se destaca el germen.
    Repentinamente nace un huevo en cada célula.
    En cada uno hay un hormigueo inhumano pero límpido,
    las diversificaciones de un universo detenido.
    Cada célula contiene bien su huevo y nos lo ofrece; pero al huevo no le importa demasiado
    ser elegido o rechazado.
    Algunas células no llevan huevo. En algunas crece una espiral.
    Y en el aire cuelga una espiral más grande pero como azufrada, de fósforo todavía y cubierta
    de irrealidad.
    Y esta espiral tiene toda la relevancia del pensamiento más potente.
    El vientre lleva a recordar la cirugía y la Morgue, la bodega, la plaza pública y la mesa de
    operaciones.
    El cuerpo del vientre parece tallado en granito o en mármol o en yeso, pero un yeso
    endurecido.
    Hay un casillero para una montaña.
    Las burbujas del cielo dibuja sobre la montaña
    una aureola fresca y translúcida. Alrededor de la montaña el aire es sonoro, compasivo,
    antiguo, prohibido.
    La entrada a la montaña está prohibida. La montaña tiene su lugar en el alma.
    Ella es el horizonte de algo que no deja de retroceder.
    Produce la impresión del horizonte infinito.
    Y yo describo con lágrimas esta pintura porque esta pintura me toca el corazón.
    En ella siento desplegarse mi pensamiento como en un espacio ideal, absoluto, pero un espacio
    que tendría una forma posible de ser insertada en la realidad.
    Caigo en ella del cielo.
    Y alguna de mis fibras se desata y encuentra un lugar en determinados casilleros.
    A ella regreso como a mi fuente,
    allí siento el lugar y la disposición de mi espíritu.
    El que ha pintado esa tela es el más grande pintor del mundo.
    A André Mason lo que es justo.

    Antonin Artaud
    De "L'Ombilic des limbes"
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  4. #4
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    Poeta negro

    Poeta negro, un seno de doncella
    te obsesiona
    poeta amargo, la vida bulle
    y la ciudad arde,
    y el cielo se resuelve en lluvia,
    y tu pluma araña el corazón de la vida.

    Selva, selva, hormiguean ojos
    en los pináculos multiplicados;
    cabellera de tormenta, los poetas
    montan sobre caballos, perros.

    Los ojos se enfurecen, las lenguas giran
    el cielo afluye a las narices
    como azul leche nutricia;
    estoy pendiente de vuestras bocas
    mujeres, duros corazones de vinagre.

    De "L'Ombilic des limbes"
    Versión de Aldo Pellegrini
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  5. #5
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    Predeterminado

    Correspondencia de la momia

    Esa carne que ya no se tocará en la vida,
    esa lengua que ya no logrará abandonar su corteza,
    esa voz que ya no pasará por las rutas del sonido,
    esa mano que ha olvidado hasta el ademán de tomar, que ya no logra determinar el espacio
    en el que ha de realizar su aprehensión,
    ese cerebro en fin cuya capacidad de concebir ya no se determina por sus surcos,
    todo eso que constituye mi momia de carne fresca da a dios una idea del vacío en que la compulsión
    de haber nacido me ha colocado.
    Ni mi vida es completa ni mi muerte ha fracasad0 completamente.
    Físicamente no existo, por mi carne destrozada, incompleta, que ya no alcanza a nutrir mi pensamiento.
    Espiritualmente me destruyo a mí mismo, ya no me acepto como vivo. Mi sensibilidad está a ras del suelo, y poco falta para que salgan gusanos, la gusanera de las construcciones abandonadas.
    Pero esa muerte es mucho más refinada, esa muerte multiplicada de mí mismo reside en una especie de rarefacción de mi carne.
    La inteligencia ya no tiene sangre. El calamar de las pesadillas da toda su tinta, la que obstruye las salidas del espíritu; es una sangre que ha perdido hasta sus venas, una carne que ignora el filo del cuchillo.
    Pero de arriba a abajo de esta carne agrietada, de esta carne no compacta, circula siempre el fuego virtual. Una lucidez enciende de hora en hora sus ascuas que retornan a la vida y sus flores.
    Todo lo que tiene un nombre bajo la bóveda compacta del cielo, todo lo que tiene un frente, lo que es el nudo de un soplo y la cuerda de un estremecimiento, todo eso pasa en las rotaciones de ese fuego en el que se asemejan las olas de la carne misma, de esa carne dura y blanda que un día crece como un diluvio de sangre.
    La habéis visto a la momia fijada en la intersección de los fenómenos, esa ignorante, esa momia viviente que lo ignora todo de las fronteras de su vacío, que se espanta de las pulsaciones de su muerte.
    La momia voluntaria se halla levantada, y a su alrededor se agita toda realidad. La conciencia como una tea de discordia, recorre el campo entero de su virtualidad obligada.
    Hay en esa momia una pérdida de carne, hay en el sombrío lenguaje de su carne intelectual toda una impotencia para conjurar esa carne. Ese sentido que recorre las venas de esa carne mística, en la que cada sobresalto es un modo de mundo y otra especie de engendrar, se pierde y se devora a sí misma en la quemadura de una nada errónea.
    ¡Ah! ser el padre nutricio de esa sospecha, el multiplicador de ese engendrar y de ese mundo en su devenir, en sus consecuencias de flor.
    Pero toda esa carne es sólo comienzos y ausencias y ausencias y ausencia...
    Ausencias.
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  6. #6
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    Predeterminado Hace mucho frío

    Hace mucho frío

    como cuando

    es

    Artaud

    el muerto

    quien

    sopla


    Antonin Artaud
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  7. #7
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    La mente. Para bien o para mal.

    Atormentado. Preso de sí mismo.

  8. #8
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    Predeterminado

    Cita Iniciado por Mechanic Hamlet Ver Mensaje
    La mente. Para bien o para mal.

    Atormentado. Preso de sí mismo.
    Sí, era un atormentado, un alucinado. Hay ocasiones que la locura nos pierde de la realidad y somos felices, como el loco de Werther; hay ocasiones que la locura no impide nuestro estado de consciencia y entonces, los demonios revolotean por todos lados.

    Escribió Anaïs Nin sobre Artaud:

    “Artaud… la cara de mis alucinaciones. Los ojos alucinados. Los rasgos angulosos, tallados por el dolor. El hombre soñador, diabólico e inocente, frágil, nervioso, potente… Realmente es un hombre alucinado y alucinante… es un decadente quebrantado y tembloroso, otro “decadente entusiasta”… opio, quizá. Sus ojos trascienden lo que miran. La cara demacrada, la malicia, la pasión, la violencia.”

    12 de Marzo de 1933.
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  9. #9
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    "Debo declarar, al menos, que había en él una especie de dignidad, aunque fuese una dignidad diabólica; y un dominio de los hechos que me hacía sentir desconsolado e insignificante. Tenía algo que me recordaba a Artaud".

    Ernesto Sabato: Abbadón el exterminador.
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

  10. #10
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    Sabía que Artaud era un loco enfermo y atormentado, sentía interés por él, pero no un interés humano; y él, tan morboso e inestable, quería el trofeo que , sabía, reclamaban Allende, Henry y Eduardo, y lo quería todo para sí… no sé porque. Sentados en el Coupole, nos besamos y traté de demostrarle que era sincera, que era un ser dividido, que eso no era un juego sino una tragedia… porque no podía amar imaginativamente y a la vez humanamente. Y poco a poco la historia de mi “locura”, tan semejante a la suya, lo conmovió… Porque los seres humanos le parecen espectrales y él teme la vida, duda de ella. Dice que lo fascinaban mis deslizamientos, mi lucidez, mi vitalidad… que era la serpiente emplumada… víbora y ave…

    Anaïs Nin
    En “Incesto: diario no expurgado” 1932-1934
    "La comprensión de que la vida es absurda no puede ser un fin, sino un comienzo".

    Albert Camus

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