La gente humilde se sentía atraída a Jesús.
Pensemos en lo diferente que era de los fariseos.
Aquellos líderes religiosos eran fríos y arrogantes.
En cambio, Jesús era cariñoso y humilde.
Los fariseos eran ambiciosos
y se jactaban de su elevada posición en la sociedad,
mientras que Jesús les enseñó a sus seguidores a rechazar la ambición,
a ser humildes y a servir a los demás. Los fariseos dominaban a las personas intimidándolas.
En contraste con ellos,
Jesús las reconfortaba con sus actos cariñosos
y sus palabras amables.
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