Poemas Goticos: Solo para vampiros.
He notado mucha gente gotica y vampiros en el foro. Es hora que pongan su propia poesia.
El frio del sepulcro
Era el frio del sepulcro era el hielo de la muerte, era el frio de la nada. Y mi sombra por los rayos de la luna proyectada iba sola, por la estepa solitaria; y tu sombra esbelta y ágil de la muerte primavera, como en esa noche llena de murmullos de perfumes y de música de alas se acercó y marcho con el… ¡oh las sombras enlazadas! ¡Oh la sombra de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas! ¡Oh las sombras que se buscan en las noches de las tristezas y de lágrimas…!
(Nancy Avila)
El Cuervo - Edgar Allan Poe.
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La ventana abrí, y con rítmico aleteo y garbo extraño,
Entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.
Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,
con aspecto señorial,
fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta
de mi puerta el cabezal;
sobre el busto que de Pallas representa
fue y posóse, y ¡nada más!
Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi tristeza
con su grave, torva y seria, decorosa gentileza;
y le dije: "Aunque la cresta calva llevas, de seguro
no eres cuervo nocturnal,
¡viejo, infausto cuervo oscuro vagabundo en la tiniebla...!
Dime, ¿cuál tu nombre, cuál,
En el reino plutoniano de la noche y de la niebla...?
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
Asombrado quedé oyendo así hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
que lograse contemplar
ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
ave o bruto reposar
sobre efigie en la cornisa de su puerta cincelada,
con tal nombre: "Nunca más".
Mas el cuervo fijo, inmóvil, en la grave efigie aquélla,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
vinculada, ni una pluma sacudía, ni un acento
se le oía pronunciar...
Dije entonces al momento: "Ya otros antes se han marchado,
y la aurora al despuntar,
él también se irá volando cual mis sueños han volado".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
El Vampiro - Charles Baudelaire
Tú que, como una cuchillada;
entraste en mi dolorido corazón.
Tú que, como un repugnante tropel
de demonios, viniste loca y adornada,
para hacer de mi espíritu humillado
tu lecho y tu dominio.
¡Infame!, a quien estoy ligado
como el forzado a su cadena,
como al juego el jugador empedernido,
como el borracho a la botella,
como a la carroña los gusanos.
-¡Maldita, maldita seas tú!
Supliqué a la rápida espada
que conquistara mi libertad
y supliqué al pérfido veneno
que sacudiera mi ruindad.
¡Ay! el veneno y la espada.
me desdeñaron diciéndome:.
-No eres digno de que se te libere
de tu esclavitud maldita.
-¡Imbécil! -Si de su dominio
te libraron nuestros esfuerzos,
tus besos resucitarían
el cadáver de tu vampiro.