Nabateos..., o como ser rico en el desierto.
Casi todos hoy en día conocemos la ciudad de Petra, construcciones labradas en la misma roca del valle, en particular, los edificios conocidos como el Khazneh (el Tesoro) y el Deir (el Monasterio).. Lo que no se sabe tanto es que fue la capital de uno de los pueblos más ricos de la época: Los Nabateos.
No es el desierto lugar elegido por nadie que quiera enriquecerse. No hay oro, ni metales ni piedras preciosas. Escasea el agua y el alimentarse es complicado. Es el desierto un lugar donde vivir se convierte en una dura tarea. Esa dificultad propone la cooperación y la unidad entre los diferentes clanes beduinos, sobre todo si coinciden en un objetivo común. El aprovechamiento de un pequeño arbusto: La Boswellia. Y la producción practicamente en exclusiva del demandado incienso que se extrae de la misma.
El incienso aplacaba la ira de los dioses con sus aromáticos vapores, y el floreciente Imperio Romano tenía muchos dioses a los que aplacar. Su demanda anual se contaba en toneladas, y eso representaba en la practica una lluvia de oro para los Nabateos, que crearon el imperio comercial más colosal de la época. Desde Madain Saleh y Petra. se hicieron increíblemente ricos a partir del año 200 a.C. organizando caravanas de incienso y proveyendo a los insaciables mercados del mundo antiguo. Su ámbito de influencia se extendió hasta Palmira (Siria), en el norte, y Hadramawt (Yemen), en el sur. De ser una humilde población nómada pasaron a controlar Yemen, Arabia y Siria, implantando los cimientos de los que luego sería el Gran Imperio Árabe que llegó a conquistar más tierras que el mismisimo Imperio Romano trás su caida.
Los Nabateos no llegaron a formar parte de tal esplendor cultural, pues Roma se convirtió al Cristianismo y la demanda de incienso cayó en picado marcando el fin de su opulencia comercial. Incluso hacia el 150 D.C. fue el Reino Nabateo conquistado por los romanos, pero se legado perduró (al menos en Petra) hasta nuestros días.
