Un asunto importante que hay que comprender aquí es lo que sucede durante el Milenio después de Armagedón y antes de que el Diablo sea soltado para probar a la humanidad.
Cuando la Biblia dice que Jesús y sus hermanos van a ser reyes y sacerdotes por mil años, lo que está diciendo es que su trabajo en el cielo será el mismo trabajo que hacían los levitas y la familia de Aarón como sacerdotes en el templo: abogar ante Dios por las personas imperfectas que sobrevivieron la Gran Tribulación y Armagedón, y ahora tienen que pasar por un proceso lento de regeneración y transformación de sus cuerpos para durante casi mil años poder recuperar la perfección en ellos mismos. Eso será posible por el trabajo de sacerdocio que se estará haciendo en los cielos y por la dirección de esos reyes junto a Jesús durante el milenio.
Esa es la razón por la que los habitantes del paraíso podrán poco a poco llegar a la perfección, aunque los resucitados ya tendrán cuerpos perfectos, aun tendrán que seguir guía e instrucciones para no malograr esa perfección como hicieron nuestros primeros padres. Aun siendo perfectos, todos tendrán que probar en la tierra si van a servir a Jehová para siempre o no.
Al final, cuando ya hayan sido probados, dice la Escritura que el Diablo y sus seguidores serán entonces destruídos (echados al lago de fuego, o Gehena), y luego Jesús entrega el reino a su Padre, y Jehová vuelve a reconciliarse con toda la humanidad y acogerlos en Su gran familia universal. Todo eso será posible solo porque Jesús pagó con su propia vida para lograr esa reconciliación con Jehová. Mucha honra y alabanza sí que merece nuestro Rey, SÍ.