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Etic
[Apologética y teodicea. Comentario 2].
Bueno, el ateo comenzó por preguntarme qué pensaba yo de ciertos fenómenos biológicos de gran complejidad estructural, tales como la polinización de las plantas por el concurso de aves e insectos o las simbiosis. Enseguida le contesté que había de tener más fe un individuo que afirmara que toda esa intríngulis biosférica era el producto del ciego azar evolutivo que un sujeto que declarara que semejante parafernalia de extrema complejidad era el resultado del diseño inteligente. Inmediatamente me dijo que en el mismo orden de riqueza estructural se encontraban las relaciones de depredación y parasitismo entre muchos de los seres vivientes de este planeta, sólo que aquí, además, un observador podría encontrar con relativa facilidad actuaciones tan crueles, retorcidas y sanguinarias que no serían aptas para los ojos de cualquier niño criado en un ambiente pacífico y de moralidad altruísta, so pena de herir sus sentimientos y de exponerlo a indigestiones emocionales que pudieran llegar a ser graves; mucho peor en el supuesto de que el infante hubiera sido educado en la idea de la existencia de un Creador cuya bondad se manifiesta en la armonía y cooperación que hipotéticamente reinan en la Naturaleza... Y, entonces, el ateo pasó a estremecerme con dos ejemplos.