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KIMO
Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles (1 Cor. 15:33).
Es cierto que nos esforzamos por mantener una buena relación con nuestros parientes y tratarlos bien. Pero debemos tener cuidado para no desobedecer a Jehová con tal de agradarlos. Solo seremos amigos de las personas que aman a Jehová. Quienes andan en la verdad tienen que ser santos (Is. 35:8; 1 Ped. 1:14-16). Cuando aprendimos las normas justas de la Biblia, todos tuvimos que hacer cambios. Algunos tuvieron que darle un giro radical a su vida. En cualquier caso, nunca debemos cambiar nuestra limpieza por la suciedad moral de este mundo. ¿Qué nos ayudará? Reflexionar en el precio tan alto que Jehová pagó para que seamos santos: la sangre preciosa de su Hijo, Jesucristo (1 Ped. 1:18, 19). Si en nuestra mente y corazón tenemos bien grabado el valor del sacrificio de Jesús, seguiremos limpios ante Jehová.